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El presidente indonesio Widodo jura el cargo con un gran despliegue de seguridad

EFE/EPA/MAST IRHAM

EFE

Yakarta —

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Entre un fuerte despliegue de seguridad, el presidente reelecto de Indonesia, Joko Widodo, fue investido este domingo tras su rotundo triunfo en las elecciones del pasado abril, mientras el país vive sumergido en multitudinarias protestas de estudiantes que fueron prohibidas hoy.

“En el nombre de Alá, juro cumplir con las obligaciones del presidente de la República de Indonesia de la mejor y más justa manera posible”, dijo Widodo, que ganó los comicios con el 55 % de los votos, en el complejo legislativo de Yakarta.

Mientras tanto, en la ceremonia de investidura del domingo también juró el cargo de vicepresidente el septuagenario clérigo musulmán, Maruf Amin, que además es presidente del Consejo de Ulemas de Indonesia, el principal organismo de derecho islámico del país con la mayor población musulmana del mundo, el 88 % de 265 millones de habitantes.

Los jefes de Gobierno de Australia, Camboya, Singapur, Brunei, Esuatini (Suazilandia) y Malasia, así como altos representantes de otros países, asistieron a la ceremonia en el centro de la capital.

En lugar de la fiesta jubilosa en las calles que acompañó en 2014 la inauguración en el cargo de Widodo, conocido popularmente como Jokowi, este domingo más de 30.000 policías y soldados fueron desplegados para garantizar la seguridad durante la ceremonia y la mayoría de las celebraciones fueron canceladas.

La seguridad ha aumentado en Indonesia desde el 10 de octubre, cuando el ministro de Seguridad, Wiranto, sufrió un ataque con arma blanca por parte de un radical islámico que le hirió de gravedad, y desde entonces más de una treintena de presuntos yihadistas han sido arrestados.

Widodo, que tras enormes expectativas como “hombre del pueblo” por su origen humilde y cercanía a la gente ha mostrado ser un presidente negociador y pragmático durante su primer mandato, tendrá que demostrar que puede navegar los intereses de grupos de poder sin perder la legitimidad ante los votantes.

El desafío más inmediato son las protestas lideradas por universitarios que comenzaron a mediados de septiembre y se oponen a una amplia y controvertida reforma del Código Penal indonesio y otras leyes impulsadas por el Parlamento, que socavan la lucha contra la corrupción y las libertades democráticas.

Se trata de las mayores protestas universitarias desde la caída del dictador Suharto en 1998, y han logrado unir a diversos sectores pese a la polarización religiosa y política que ha plagado la sociedad indonesia durante los últimos años para oponerse a la corrupción, la élite política y los oligarcas.

La revisión del Código Penal fue respaldada por el vicepresidente Maruf Amin, mientras que activistas denuncian que su carácter regresivo al penar el aborto, el sexo fuera del matrimonio y endurecer las leyes contra la blasfemia o el comunismo, entre otros cambios.

El ponente de la universidad indonesia Jenderal Achmad Yani, Yohanes Sulaiman, destaca también el fundamentalismo religioso y la economía como dos de los asuntos que marcarán los próximos cinco años de presidencia.

“La religión es un tema muy delicado, (Jokowi) necesita ser firme frente a la radicalización, confrontar a los predicares fundamentalistas, pero el Parlamento puede utilizarlo con fines políticos”, dijo el académico a Efe.

En el sector económico, el presidente se enfrenta al desafío de continuar introduciendo reformas laborales que permitan la entrada en el país de inversión extranjera, crucial el colosal programa de desarrollo de infraestructuras en el archipiélago emprendido por Jokowi, uno de los focos durante su anterior mandato.

Según Sulaiman, la economía depende en gran medida de factores globales, ya que un acuerdo entre China y Estados Unidos podría impulsar el crecimiento anual del PIB indonesio por encima del 6 %, un objetivo que no ha logrado Jokowi en sus primeros cinco años de mandato.

Otro problema con el que tendrá que lidiar Jokowi son los incendios durante la estación seca para abrir paso a plantaciones -sobre todo de aceite de palma-, que este año han quemado cientos de miles de hectáreas y han provocado una emergencia sanitaria regional al extenderse el humo a los vecinos Malasia y Singapur.

Expertos del Centro Internacional para la Investigación Forestal advierten que en 2020 los fuegos pueden ser más graves ya que se prevé una sequía más severa a causa del fenómeno climatológico del Niño.

Además el presidente afronta una oleada de protestas en Papúa, la mayor en décadas en una región que libra un conflicto secesionista desde los sesenta y donde desde agosto han muerto en disturbios más de medio centenar de civiles, según la Comisión Nacional de Derechos Humanos.

Ricardo Pérez-Solero

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