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Los censos inflados del PP, clave para controlar la sucesión aunque los militantes no voten

María Dolores de Cospedal ejerciendo su derecho al voto para elegir a los compromisarios del PP Albacete, 2016

Sofía Pérez Mendoza

El sistema de primarias elegido por el PP en su último congreso deja el control del resultado final sobre las comunidades con los censos más nutridos, aunque estén inflados y los militantes que voten sean menos.

Los estatutos otorgan el poder en la segunda vuelta, en la que ya solo competirán dos candidatos, a los compromisarios del partido. 3.134 personas en este congreso, según datos del PP. 522 son miembros natos, 40 del partido en el exterior y 10 de la Comisión Organizadora; y el resto, 2.612, electos. De esta última cifra, el 25% se distribuyen en función de los últimos resultados electorales y el 75% restante teniendo en cuenta el censo bruto de afiliados, que en listados sin depurar –como los del PP– son los militantes al corriente de los pagos y también los que alguna vez se registraron como tal pero no han continuado activos. 

A más censo, más compromisarios. Con estas reglas del juego se dan circunstancias particulares, como por ejemplo que Galicia vaya a tener más compromisarios que Madrid pese a que en esta segunda comunidad votarán más del doble de militantes (10.000 frente a 4.200). Así que, a efectos, la mayor o menos movilización de las bases en cada territorio no es proporcional a un mayor poder orgánico –en forma de compromisarios– en la segunda vuelta. Fuentes del PP de Madrid aseguran a eldiario.es que no se sienten “infrarepresentados” y que “las normas son las que son”.

Limpiar los censos, la eterna promesa

Mantener censos desfasados, por tanto, interesa a las direcciones regionales porque así se garantizan más compromisarios. A principios de 2017 precisamente un grupo de ellos registró varias enmiendas para que la dirección nacional del PP limpiara sus datos de afiliación y el tema ha estado en boca de dirigentes del partido. El propio Pablo Casado, de hecho, aseguró que el PP pretendía “centralizar y coordinar las altas y las bajas” y establecer una cuota mínima para todos los afiliados. Nunca se hizo. En buena parte han sido las resistencias internas las que han perpetuado el sistema, según fuentes de Génova. 

El PP de Madrid, con Cristina Cifuentes como presidenta, revisó en septiembre de 2017 el censo y lo fijó en 68.427 militantes. Sin embargo, Génova no ha utilizado esta última cifra en el cómputo de comunidades difundido el pasado 6 de junio. El partido ha tomado como referencia los más de 94.000 militantes de los que presumía Esperanza Aguirre, 26.000 más de los que censó Cifuentes. Es decir, se han empleado números previos a la criba.

Se deslegitima la elección, según Margallo

Si el cálculo de compromisarios se hiciera sobre la base de los inscritos –una cifra más real en tanto contabiliza los afiliados activos en las últimas dos semanas– el reparto de fuerzas resultaría distinto. Un desequilibrio que, para algunos candidatos como José Manuel-García Margallo, deslegitima el resultado final. 

El aspirante a presidir el PP denuncia en conversación con eldiario.es que, “a la luz del censo de inscritos que ya conocemos, el sistema de compromisarios no va a reflejar la representatividad de los afiliados por los desajustes que se van a producir en el reparto de compromisarios con la realidad de militantes inscritos en cada territorio”. “Lo que estamos viendo es la confrontación de un sistema arcaico de compromisarios –rige los congresos del PP desde 1990– con uno novedoso de primarias”, asegura. 

Otro de los candidatos, Elio Cabanes, admite que el PP ha estado difundiendo como un mantra un número de militantes que no era real. “Lo veíamos en los congresos locales. Yo dejé mi número de cuenta y siempre pagué las cuotas pero eso no era lo normal entre los compañeros”, explica al otro lado del teléfono.

Cabanes, como Margallo, advierte que el sistema de primarias aprobados por el PP de Mariano Rajoy “beneficia al aparato”, es decir, a las candidaturas oficialistas, y son partidarios de “un militante, un voto”. “Los militantes de base son más difíciles de controlar; los compromisarios, no. La mayoría de ellos –dice Cabanes– son cargos intermedios del partido. Ahí es más fácil que haya favores cruzados o debidos, comunicación directa con los candidatos, presiones...”. 

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