Últimas noticias del PP: Vox no existe y nunca hubo crispación hasta que llegó Sánchez
Para el viaje veraniego de las elecciones de 2023, el Partido Popular ha preparado un equipaje que no es nada ligero. No llegas a ese destino con una bolsa de mano. Acarrea la imagen de su líder, promesas económicas no muy viables pero gratas para los votantes que quieren pagar menos impuestos y fundamentalmente una descripción tenebrosa de los años de Pedro Sánchez en el poder. Para su desgracia, arrastra también otro bulto atado a la maleta que tiene mala pinta, la necesidad de un pacto con Vox que le conceda la mayoría de la Cámara. Después de que se haya conocido su programa electoral, desprende un olor difícil de ocultar.
Ante esa carga, la respuesta de Alberto Núñez Feijóo es hacer todo lo posible para no hablar de ella. El domingo, lo tenía fácil con el mitin en Pontevedra, porque Vox es extraparlamentario en Galicia. La segunda opción es echarle un poco de cara a la vida con una solución que no sorprenderá a nadie. Sí, también lo de la extrema derecha es culpa de Sánchez. Remando para casa, es lo que planteó Carlos Alsina en su entrevista con el líder socialista al que preguntó si no era responsable del aumento de escaños de Vox en 2019.
Tanto el PP como el PSOE fueron los damnificados del fin del bipartidismo. En vez de estar en torno al 40% de los votos (43,8% el PSOE y 39,9% el PP en 2008), pasaron a residir en el 30%. La vida es mucho más dura a diez puntos de la cota que te permite alcanzar la mayoría absoluta o acercarte a ella. Pues bien, para Feijóo, eso también es responsabilidad de su rival. “Yo pido el voto para destruir los bloques políticos que ha construido el sanchismo”, afirmó en el mitin.
Rajoy suscribió la misma teoría. “Lo peor es que han generado una división que no se conocía aquí desde 1978. Se han cargado los consensos con los que nos manejamos desde que se aprobó la Constitución”, dijo.
Cuando se entere Zapatero de que Rajoy habló de ese pasado reciente tan idílico, el mismo Rajoy que le acusó en el Congreso de traicionar a las víctimas de ETA, va a dejar corta a su versión enfurecida de esta campaña electoral. Es importante mantenerlo alejado de Carlos Herrera, porque esta vez no va a dejar de él ni los huesos.
Así que Sánchez, que hizo todo lo posible para no tener que pactar con Podemos tras los comicios de abril de 2019, es el culpable de la existencia de ese partido. Y de la irrupción de Vox en el Congreso. Y de la continuada presencia de los nacionalistas en Euskadi y Catalunya, una fuerza mayoritaria en esas comunidades desde los años ochenta. Feijóo debería llamar a Zelenski y contarle que quizá Sánchez estuvo detrás de la decisión rusa de invadir Ucrania.
El mitin de Pontevedra le llegó a Feijóo en el momento justo. Un día antes del debate televisado con Sánchez –contemplado por todos como un acontecimiento esencial de la campaña, quizá decisivo–, cargaba pilas ante un auditorio entregado.
El PP presume de que el acto en 2009 en esa plaza de toros fue el inicio de la remontada que dio la primera victoria a Feijóo en Galicia y que salvó el cuello de un Mariano Rajoy debilitado por la derrota de 2008. Alardea de que ha reunido allí en varias campañas a 12.000 personas, un cálculo locamente exagerado en una plaza con un aforo que supera poco más de la mitad de esa cifra, incluyendo las sillas colocadas en la arena.
Pero lo que importaba era que hubiera ambiente y moral de victoria. “Esta plaza nos trae suerte”, dijo Rajoy, que repitió con su papel de abuelo entrañable, ahora con la barba totalmente blanca y ni una cana en el pelo, que lamenta que en los tiempos actuales haya demasiado ruido a causa de todos esos partidos de jovenzuelos que no respetan ni la siesta. “España necesita un presidente como Feijóo que traiga sosiego y eficacia”, dijo el expresidente al que siempre incomodaban “los líos”.
Como en anteriores campañas, Rajoy afirmó que su partido no tiene “vocación bisagrista”, es decir, le molesta la idea de compartir el poder con otros. Al final, son los resultados los que dejan a cada partido en su sitio y, si no tiene mayoría, tendrá que buscar apoyos en partidos a los que no puedes despreciar sólo porque sean más pequeños. Como podría decir Rajoy, esto es lo que hay y si no te gusta, te aguantas, porque lo que hay es lo que hay.
Alfonso Rueda, presidente de la Xunta, también hizo de telonero con la misión de derretirse en elogios a su antiguo jefe. “Aquí lo primero que hiciste fue reducir el gasto político”, dijo muy orgulloso tocando la tecla populista por definición que también gusta mucho en la extrema derecha.
La campaña de 2009 tuvo un precedente de la obsesión del PP por el Falcon, el avión oficial del rey y de los presidentes, con la acusación de que el presidente socialista Touriño tenía un coche oficial muy lujoso, no muy distinto al de otros presidentes autonómicos. Cuando había que jugar sucio, Feijóo no hacía ascos a abandonar el sosiego.
Feijóo redujo su Gobierno de doce a diez consellerías, así como el número de organismos públicos. Esa pretendida frugalidad fue cuantificada años más tarde en un ahorro de 17 millones de euros, el 0,15% del presupuesto autonómico. Claro que Rueda no se atrevió a dar esas cifras. El actual presidente cuenta hoy con un DS híbrido de alta gama como coche oficial. No va por la vida llamando al radiotaxi.
Feijóo aplicó al mitin su lógica de campaña. No menciona a Vox porque eso ya le ha creado suficientes problemas. Da por hecho que va a ganar con el mayor número de escaños con la esperanza de atraer a los votantes que dudan y que al final optan por sumarse al bando ganador. Sugiere que la mejor forma de que no se vea condicionado por otros partidos es que le voten todos los que quieren un cambio. “Los que nos dividieron lo fían a tener una carambola”, dijo refiriéndose a la izquierda, “y a conseguir un bloqueo” en el que ningún partido tenga los números para conseguir la investidura.
De ahí pasó a recordar el “no es no” de Sánchez a permitir la reelección de Rajoy con la abstención del PSOE. Luego esa abstención se produjo, una vez que Susana Díaz provocó la defenestración de Sánchez, y el PP perdió su interés por los pactos de Estado. “Ya lo hicimos en 2016 y nos tomaron el pelo después”, ha dicho José Luis Ábalos.
Hay trucos que no pierden vigencia. En su discurso, evidentemente Feijóo habló de pactos de Estado. Le encanta hablar de ello. Casi le excita. Su hipótesis consiste en creer que un PSOE que no esté dirigido por Sánchez estará encantado de participar en la demolición de la obra legislativa del Gobierno actual. Si hay votantes que se lo creen, pueden pujar por comprar la plaza de toros de Pontevedra, que está de oferta. Tirada de precio.
--------------------------------
Te necesitamos más que nunca
El resultado electoral de las elecciones municipales y autonómicas no deja lugar a dudas. Viene una ola reaccionaria y la mayoría de los medios nadan en esa misma dirección. elDiario.es se ha convertido en uno de los pocos periódicos de referencia, con capacidad de marcar la agenda y destapar investigaciones exclusivas, que sigue siendo independiente y no está capturado por la derecha.
Si crees que el periodismo importa y afecta a nuestras vidas, apóyanos. Hoy te necesitamos más que nunca. Hazte socio, hazte socia, de elDiario.es.
34