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Unidas Podemos confía en mejorar el resultado de abril y volver a ser imprescindible para un Gobierno progresista

Irene Montero y Alberto Garzón, en el centro, acompañados de dirigentes de Unidas Podemos en el acto de inicio de campaña.

Aitor Riveiro

En 2016 no pudo ser. En abril de 2019, tampoco. Pero a la tercera, creen en Unidas Podemos, va la vencida para poder entrar en el Gobierno de la nación. Esa es la premisa con la que el partido afronta la cuarta campaña en cuatro años, que han abierto este jueves en Madrid Irene Montero, Alberto Garzón, Enrique Santiago, Rafael Mayoral y otros referentes de Podemos y de IU. 

“Van a intentar que hablemos mucho de Catalunya, porque les puede servir para ganar un puñado de votos”, ha dicho Montero. “Y el PSOE quiere construir con Catalunya la excusa perfecta para pactar con el PP”, ha añadido. La número dos de la lista de Unidas Podemos por Madrid ha asegurado que “si PP y PSOE se alían es para aplicar recortes y más recortes”. Y ha zanjado: “Hagamos que su plan les salga mal y que haya un Gobierno progresista que haga las cosas diferentes”.

Alberto Garzón, por su parte, ha apelado a la movilización social ante las urnas. “Las clases acomodadas, que se han beneficiado de la crisis ,seguro que van a votar. Nosotros y nosotras, las gentes humildes, tenemos que votar masivamente”, ha dicho. “El voto de gente como Ana Patricia Botín no puede contar el doble. Hagamos caso a Pedro Sánchez y hablemos más claro. Vayamos a votar el 10N por un proyecto político de futuro”, ha concluido.

El candidato a la Presidencia del Gobierno y principal baza de la formación, Pablo Iglesias, ha estado ausente del acto ya que tenía prevista una entrevista en El Hormiguero, en Antena 3, un formato de los más vistos en la televisión y por el que ya habían pasado el resto de candidatos, excepto Pedro Sánchez.

El mensaje electoral de Unidas Podemos no deja mucho lugar a la imaginación. Desde el lema (“un Gobierno contigo”) hasta los spots para internet, pasando por los hilos argumentales de los discursos y entrevistas de sus candidatos, toda la potencia de fuego de los portavoces de la coalición se centra en un doble objetivo. Primero, instalar que la única opción que existe tras el 10N es un Gobierno de coalición, porque nadie logrará un respaldo suficiente para hacerlo en solitario. Segundo, que únicamente con Unidas Podemos fuerte en el Congreso, ese Gobierno será progresista.

El punto de partida de esta repetición electoral es mejor que el que tenían en abril, aseguran desde el equipo de campaña. Las encuestas antes del 28A situaban a Unidas Podemos por debajo del 10% y con menos de 20 diputados. A niveles de la época del bipartidismo. Pero las urnas tumbaron los pronósticos: 14% y 42 diputados. Muy lejos de los resultados de 2015-2016, pero suficiente para ser imprescindibles en la formación del Gobierno progresista que había comprometido Pedro Sánchez en campaña.

El pacto no salió. Y Unidas Podemos da por hecho que ha ganado la guerra del relato por señalar al culpable. La disputa, sostienen, se decidió en la entrevista en la que el presidente en funciones dijo que “no dormiría bien” con la formación de Pablo Iglesias en el Consejo de Ministros con el mando sobre carteras como la de Hacienda o  la de Transición Energética. 

Sánchez ofreció así a los estrategas un argumento sobre el que cimentar en parte la campaña. “El 10N se resuelve si duerme bien la ciudadanía o si la tranquilidad es para los dirigentes y la CEOE”, aseguran desde Unidas Podemos a eldiario.es. Esta dicotomía será uno de los ejes argumentales hasta el próximo 8 de noviembre.

Suelo firme, pero con un ojo puesto en Más País

A diferencia de lo ocurrido en abril, las encuestas sitúan a Unidas Podemos pugnando por recuperar la tercera posición en el Parlamento que perdió en los anteriores comicios. El sistema electoral español, aseguran, premia en el reparto de escaños de las circunscripciones pequeñas y medianas a quien ocupa esa posición sobre los siguientes, mientras en las provincias más grandes es más proporcional al número de votos obtenido. Algunas encuestas elevan a Vox a esa posición.

En Unidas Podemos están convencidos de que el resultado del 10N será, como mínimo, como el del 28A. Lo que unido al desplome de Ciudadanos que anticipan los sondeos les permitirá recuperar presencia en la España vaciada, donde pugnarán con la extrema derecha precisamente por esa tercera posición.

El CIS, por ejemplo, indica que podrían volver a obtener el diputado por Valladolid. Aunque para entonces no se había incendiado Catalunya ni se había producido la exhumación de Franco.

La contrapartida está en la irrupción de Más País. Y, aunque el miedo inicial ha desaparecido, en Unidas Podemos son conscientes de que el salto estatal de Íñigo Errejón les restará votos y, por tanto, escaños. En Madrid hay temor a que Más País muerda lo suficiente como para restar dos diputados a la lista que encabeza Pablo Iglesias, lo que dejaría fuera a Rafael Mayoral, uno de los referentes del partido. “Sería como si nos amputaran una mano”, reconocen desde la dirección de Podemos. “Es nuestro nexo de unión con los movimientos sociales, mucho más que un diputado”, añaden.

En el resto del Estado, el anuncio de Errejón sirvió para cohesionar un partido que había sufrido sucesivas crisis en los territorios tras los pésimos resultados de las autonómicas y municipales de mayo. Desde Andalucía hasta Catalunya, desde Baleares a Extremadura, los territorios en los que la mayoría no era precisamente afín a Iglesias han visto el riesgo para su propio futuro. Salvo en Murcia, y en Madrid donde la escisión ya se había producido, los intentos de Errejón de contar con referentes de Podemos de primer orden no han salido bien. Incluso uno de sus puntales cuando estaba en el partido, Alberto Montero, ha hecho campaña por Alberto Garzón en Málaga y ha pedido a sus excompañeros que se retiren en Andalucía.  

Ese miedo inicial que amplificaron las primeras fugas de algunos dirigentes a Más País, lo han rebajado las mismas encuestas, que dejan al partido de Errejón sin grupo propio en el Congreso, y la fe que en Unidas Podemos tienen en su principal baza: Pablo Iglesias. La precampaña del líder de la formación está gustando dentro. En la dirección de campaña encaran la semana que resta hasta las elecciones con una “moderada satisfacción”, recordando que en abril fue el secretario general de Podemos quien, dicen, levantó el resultado en las urnas.

En la estrategia de campaña de Unidas Podemos serán muy importantes también los dos debates de la semana que viene: el de candidatos, el lunes, y el de números dos, el jueves. Ahí será cuando Iglesias y Montero intenten salir del marco que está dominando la precampaña: Catalunya.

La coalición que forman Podemos e IU se encuentra mucho más cómoda hablando de economía, empleo o servicios sociales que de violencia callejera o referéndums de independencia. Creen, además, que la gran pregunta a resolver tras el 10N es qué Gobierno está pensando Sánchez para afrontar la inminente “desaceleración económica” que los indicadores anticipan y que ellos ya dan por hecho que llegará: uno con Unidas Podemos o uno con el PP.

Ese es el reto que lanzó Iglesias a Sánchez esta misma semana: renegar en público de un pacto con Pablo Casado o con Albert Rivera. Lo que, al final, supondría garantizar un acuerdo con Unidas Podemos. El candidato socialista no ha recogido el guante, de momento.

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