Manifestación acuática de Greenpeace en Sevilla exigiendo medidas para “salvar el agua”
Más de medio centenar de activistas de Greenpeace han llevado a cabo una manifestación acuática en el Guadalquivir a su paso por Sevilla, una acción con la que han invitado a la ciudadanía a “reflexionar” sobre una cuestión “urgente para España en general y para Andalucía en particular: qué podemos hacer para salvar el agua”. Con una pancarta flotante de 50 metros cuadrados, kayaks y decenas de pancartas y silbatos, los manifestantes han recorrido aproximadamente un kilómetro entre el puente del Cachorro y el de San Telmo junto a la Torre del Oro, una aquamani que se ha hecho coincidir con la jornada de reflexión electoral previa a los comicios autonómicos de este domingo.
La organización, que ya hizo públicas sus peticiones a los partidos políticos andaluces, señala en un comunicado que la acción se ha desarrollado en uno de los tramos fluviales más emblemáticos de Andalucía para “ayudar a refrescar algunas ideas cruciales” en una Andalucía que se dispone a elegir Gobierno para los próximos cuatro años. En esta línea iban algunas de las pancartas que se han exhibido: Mañana Andalucía se juega la sequía.
En este sentido, Greenpeace apunta que el nuevo Ejecutivo va a tener que asumir algunas responsabilidades “ineludibles”, ya que los problemas andaluces con el agua “son muchos y complejos”. Andalucía, recuerda, “es una de las regiones europeas más expuestas a los impactos del cambio climático”, por lo que “hay decisiones cruciales que afrontar, por ejemplo, en nuestros campos”.
La tierra seca que exporta agua
Tal y como apunta la entidad ecologista, Andalucía es la comunidad autónoma con más superficie regada, con el 27,7% del regadío total del Estado. Al cultivo del arroz, “muy demandante de agua por hectárea”, se le suman cultivos tradicionalmente de secano como el olivar, “que están paulatinamente pasando a ser regados”. “A esto se añade cada vez más el incremento de cultivos subtropicales, también muy demandantes de agua, y el peso de los cultivos emergentes, como los frutos rojos o la agricultura intensiva bajo plástico”. Esto se traduce en la contradicción de que, en una de las regiones con más riesgo de desertificación, se se está “exportando agua en bandejas de fruta”.
Greenpeace anima a administraciones a afrontar esta realidad, ya que si no proceden “de manera ordenada”, será el cambio climático y la pérdida de biodiversidad los que “cierren el grifo de manera caótica y sin piedad”. “Ocultar esta realidad por el rédito electoral cortoplacista es engañar a miles y miles de familias que viven y quieren seguir viviendo honradamente del campo”, defiende la organización, que anima a ciudadanía a exigir a empresas y administraciones que tomen conciencia de que hay que “salvar el agua”.
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