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Réquiem en Sevilla por los árboles que eliminará la ampliación del tranvía

La manifestación fue convocada por la plataforma Salva Tus Árboles Sevilla.

Antonio Morente

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La ampliación del tranvía de Sevilla entre San Bernardo y Nervión se mantiene imparable, hasta el punto de que el Ayuntamiento confía en empezar las obras esta misma primera quincena de marzo. Ante la inminencia del inicio de estos trabajos, la plataforma Salva Tus Árboles Sevilla ha logrado reunir este miércoles a casi una treintena de colectivos sociales y partidos políticos para lanzar un último y desesperado grito en el intento de frenar la desaparición de arbolado a la que obligará el proyecto.

Para ello más de un centenar de personas se congregaron para recorrer parte del nuevo trayecto y lanzar un mensaje que se resumía en el “no al tranvía arboricida y no a la tala”, que lanzaba Isabel Camargo, portavoz de la plataforma. Todo ello, con el telón de fondo que ponía una más que respetable megafonía por la que se colaban el Money de Pink Floyd y el sonido en bucle de una motosierra como símbolo de los 230 árboles que tendrán que caer para que circule el también conocido como Metrocentro.

Y es que aunque inicialmente se calculaba en 128 los árboles que se arrancarán de su emplazamiento, sobre todo en las avenidas de San Francisco Javier y Luis de Morales, el hoy alcalde Antonio Muñoz (PSOE) aportó un día en el pleno la cifra de 230. Y esa es la cifra que este miércoles se barajaba entre los asistentes a una protesta ciudadana en la que no sólo se cuestionaba la afección al arbolado, sino el mismo proyecto de ampliación del Metrocentro: 1,4 kilómetros con un coste de alrededor de 50 millones de euros, que en buena parte llegará vía fondos europeos.

“Un proyecto arboricida”, resumía Camargo, que ironizaba sobre una ampliación que se plantea como sostenible cuando va a implicar decirle adiós a tantos árboles y además, a su juicio, no supondrá una reducción del tránsito de vehículos. “Nos los quitan utilizando nuestras palabras”, lamentaba, y apostillaba que “el gran problema es que encima hablamos de árboles adultos (melias, jacarandas, plátanos, tipuanas, palmeras...) que aportan unos beneficios que los que se pongan nuevos tardarán años en dar”.

El Ayuntamiento defiende su proyecto

Desde el gobierno local, el alcalde insistía esta misma semana en que los árboles se van a trasplantar y que la obra paralela que se ejecutará dejará dos corredores verdes con bastante más vegetación de la que hay ahora. En una reciente entrevista con este periódico, defendió el proyecto asegurando que “no se nos puede colgar el cartel de arboricida” y que incluso en la ciudad europea más verde “es moneda de cambio común trasplantar o apear árboles por necesidades de infraestructura en beneficio del interés general”. “No dramaticemos cuando de lo que se trata es de un auténtico corredor verde, si para ello hay que trasplantar algunos árboles y llevarlos a otra zona creo que está suficientemente justificado”, apostillaba.

Estas palabras no convencen, ni muchísimo menos, a los que se congregaban bajo el grito de “alcalde, apaga la motosierra”. Por lo pronto no convence el tranvía pero, si hay que ponerlo, que se haga aplicando algunas de las alternativas presentadas para que el arbolado se quede donde está. Todas las alegaciones en este sentido, denuncian, han sido o desestimadas o directamente no respondidas, de ahí una movilización para exigir “que se respete a unos seres que lo dan todo sin pedir nada”.

Se pusieron además otros argumentos sobre la mesa que ya se vienen esgrimiendo desde hace un par de años: el trayecto ya cuenta con suficiente transporte público (incluido el tren que une Santa Justa y San Bernardo), no se quita tráfico de la calle, se acomete un túnel carísimo y que se considera innecesario... A ello se unió la ironía que, a juicio de los convocantes, supone el empeño por acometer esta ampliación del tranvía cuando las siguientes conexiones (entre Santa Justa y la Campana por un lado y Sevilla Este por otro) se van a hacer con tranvibús, con un presupuesto inferior a estos 1,4 kilómetros pese a que el recorrido será exponencialmente más largo.

“Un fracaso del Ayuntamiento”

Sea como sea, y teniendo en cuenta que el gobierno municipal insiste en que las obras empezarán en cuestión de días, ¿esta manifestación era una especie de derecho al pataleo? “Es una protesta por el derecho a la vida”, puntualizaba Camargo, que hacía un llamamiento a la “sensatez” porque el diseño actual de la ampliación presenta “un proyecto que no es viable desde el punto de vista económico y ambiental”. “Para un Ayuntamiento que dice que tiene ADN ecologista, es un fracaso que la ciudadanía salga a la calle a defender sus árboles”, apostillaba.

“Es un gran triunfo que nos hayamos unido tantas entidades para un fin tan loable, no somos cuatro locos”, una legitimidad que les lleva a “no cerrar ninguna vía” para continuar la lucha, incluida la judicial. Eso sí, para la próxima protesta habrá que actualizar tanto algunos carteles como algunas consignas, que mantenían como centro de la crítica al anterior alcalde, Juan Espadas, incluido el cántico “Espadas, árbol que ves, árbol que talas”. “La vida hay que respetarla, ya está, y por eso estamos aquí para decir que no”, resumía Camargo.

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