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Sevilla será la segunda gran capital del país en exhumar sus fosas comunes del franquismo

En las fosas de la capital de Andalucía hay más de 4.500 asesinados por el terrorismo de Franco. |

Juan Miguel Baquero

Sevilla va camino de convertirse en la segunda capital de España que abre y exhuma sus fosas comunes. La primera fue Málaga, que sacó de la tierra a 2.840 víctimas del franquismo. La ciudad hispalense tiene por delante varios años de trabajo, ocho tumbas ilegales con más de 4.500 víctimas del terror y la oportunidad de situarse como referencia memorialista.

Para culminar este objetivo, que colocaría a la capital andaluza como la intervención en fosas con más represaliados recuperados, aúnan esfuerzos tres administraciones: Junta de Andalucía a través de la Dirección General de Memoria Democrática, Diputación Provincial y Ayuntamiento sevillano.

El proyecto conjunto sirve para asumir el reto reconociendo las dificultades de la empresa. El primer paso será intervenir en la conocida como fosa de Pico Reja. Ahí reposan los restos de más de 1.100 personas ejecutadas por las fuerzas golpistas.

Entre ellas el Padre de la Patria Andaluza, Blas Infante, gran parte de la Corporación Municipal de la época, y políticos, sindicalistas y obreros de toda condición de Sevilla, provincia y otras latitudes, según las investigaciones de historiadores como José Díaz Arriaz y José María García Márquez.

Los trabajos preliminares, de localización y delimitación de la fosa, han confirmado la presencia de represaliados por el franquismo. Con una sorpresa: la tumba tiene unas dimensiones mayores a las esperadas y alcanzaría en torno a los 700 metros cuadrados. Un reto con varias anualidades de trabajo por delante y a la que seguirá, llegado el momento, la fosa del Monumento donde reposan unos 2.400 asesinados.

Andalucía “no va a parar”

“Es un día importante”, resume el vicepresidente de la Junta de Andalucía, Manuel Jiménez Barrios. El también consejero de Presidencia, Administración Local, y Memoria Democrática destaca el “rigor y excelencia técnica y científica” que dirigen unos trabajos amparados en la reciente Ley de Memoria de Andalucía como sostén de la “reparación de un pueblo maduro como el andaluz”.

En la presente legislatura, sólo en la provincia de Sevilla se han realizado 16 actuaciones en enterramientos colectivos con “más de un centenar de víctimas” exhumadas. Y “el Gobierno de Andalucía no va a parar, Andalucía debe conocer su historia y reparar el dolor provocado por el franquismo que difícilmente es comprensible que siga enterrado en fosas comunes”, en palabras de Jiménez Barrios.

El alcalde de Sevilla, Juan Espadas (PSOE), ha subrayado la envergadura de la labor que resta en el cementerio de San Fernando. “Queda por delante una tarea difícil, compleja”, ha referido, que tiene “una dedicatoria: a las familias de las víctimas”. Espadas ha recordado también que la iniciativa estaba recogida “en acuerdo para la toma de posesión con Izquierda Unida y Participa Sevilla”.

En este marco, el alcalde anuncia que los próximos presupuestos de la ciudad (ahora en tramitación) ya recogen una partida de 210.000 euros destinada a Memoria Histórica. Una cifra que tendrá un suplemento de otros 110.000 euros tras la enmienda presentada por el Grupo Municipal Socialista con el objetivo de dar cobertura a los trabajos de exhumación en Pico Reja y continuar con la señalización y localización del resto de fosas documentadas en el camposanto hispalense. Las otras instituciones implicadas aportarán cantidades por determinar que irán renovando cada año, según lo estipulado.

El terror de Queipo

En Pico Reja hay represaliados del franquismo, como ha constatado el equipo técnico de la Universidad Pablo de Olavide (UPO) encabezado por la arqueóloga Inmaculada Carrasco en los trabajos de delimitación e investigación previos. Entre las víctimas estarían jornaleros, concejales y alcaldes, diputados e incluso Blas Infante.

La intervención preliminar ha revelado que la fosa es “mucho mayor” de lo previsto, alcanzando una superficie estimada de unos 700 metros cuadrados de extensión. Es la primera “sorpresa” que ha deparado el trabajo arqueológico, apunta Carrasco, de una sepultura que alberga los huesos de 1.103 personas, según la documentación y estudios realizados.

La segunda es que la tumba se usó más allá de agosto del 36, cuando ya estaba colmatada y abierta la del Monumento. Así lo certifican algunos objetos asociados a los seis cadáveres localizados con evidencias de muerte violenta, dos mujeres, tres hombres y uno por determinar. Caso de una medalla de carácter religioso y “un colgante de cristal de bohemia” asociado a la Segunda República Checoslovaca, que rigió entre los años 38 y 39.

Sevilla asume de este modo un reto importante. Arriesgado en una ciudad tradicionalista y en las mismas tierras desde donde el exgeneral Gonzalo Queipo de Llano dirigió las tácticas terroristas de los rebeldes. Que en el sur de la península ibérica casi no hubiera guerra civil no frenó las ansias de aplicación sistemática de la barbarie encabezadas por el mismo personaje que sigue enterrado en la Basílica de la Macarena.

Y el mismo “genocida” y “criminal de guerra”, como definen Paul Preston y Francisco Espinosa Maestre, que animaba tras el golpe de Estado del 36 a la “matanza de izquierdistas” y la violación de mujeres. “Esto está totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predicen el amor libre. Ahora por lo menos sabrán lo que son hombres y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen”, vociferaba desde los micrófonos de Radio Sevilla.

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