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24.000 vuelos entre Barcelona, Alicante, Valencia y Madrid pueden sustituirse por trayectos de dos horas y media en tren

Un avión surca el cielo.

Raúl Rejón

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El acuerdo de gobierno entre el PSOE y Sumar contempla “impulsar la reducción” de vuelos cortos nacionales si tienen alternativa por tren de menos de 2,5 horas para reducir emisiones de CO2 a la atmósfera, es decir, 150 minutos de viaje. En principio esta medida puede afectar a tres rutas aéreas peninsulares, Madrid-Barcelona, Madrid-Alicante y Madrid-Valencia, que suman unos 24.700 vuelos anuales, según el análisis realizado por Ecologistas en Acción, sobre la base de esa medida, que añade en su enunciado un aspecto por concretar: “Salvo en casos de conexión con aeropuertos-hub que enlacen con rutas internacionales”.

La cifra de 24.700 vuelos se alcanza si se toma el trayecto en tren entre Madrid y Barcelona más rápido, que está justo en el límite trazado en el acuerdo entre ambos partidos. “Hay servicios entre Madrid y Barcelona que duran más de 2,5 horas. En ese caso habría que saber cómo decidir si la ruta aérea se mantiene o no”, explica el coordinador de Aviación en la organización, Pablo Muñoz. Entre estas ciudades existe un servicio de vuelos regulares, el llamado puente aéreo de Iberia, que cuenta con salidas disponibles cada 15 o 30 minutos en las horas punta y una cada hora en el resto de la jornada. 

Los vuelos entre Madrid y Sevilla y Madrid y Málaga tienen algunas conexiones de tren un poco por encima de 150 minutos. Entre ambas rutas aéreas sumaron en el curso 2019 unos 9.000 vuelos, según los datos de Aena recopilados por Ecologistas.

Los 24.700 vuelos que suman los trayectos entre la capital y esas tres ciudades son el 18% de las operaciones aéreas dentro de la península ibérica (la mayoría del transporte aéreo doméstico conecta con los archipiélagos canario y balear). En 2019 las usaron tres millones de viajeros. Precisamente, la ruta Madrid-Barcelona, en la que no todos los trenes se ajustan al tope horario del acuerdo, es la más concurrida (en 2019 la usaron 2,5 millones de viajeros).

La medida busca, como en otros países, reducir las emisiones de CO2 que provocan los aviones. De hecho, el límite de 2,5 horas ha sido el utilizado en Francia para redactar, en su caso, una ley que prohíbe los vuelos cortos con alternativa. La redacción del pacto de gobierno no habla de prohibir vuelos ni especifica cómo planea “impulsar” que esas rutas dejen de funcionar.

Las tres rutas españolas anteriores tienen asociadas unas 189.000 toneladas de dióxido de carbono al año teniendo en cuenta todo el viaje: desde que se sale del origen hasta que se llega al destino final, no solo el trayecto aéreo. Suprimir los 24.700 vuelos y que todos los viajeros usen tren ahorraría unas 156.000 toneladas anuales, según la metodología de cálculo utilizada por Ecologistas en Acción.

La misma organización ha estimado que, si el tren alternativo puede ser de hasta cuatro horas de viaje, el número de vuelos sustituibles se iría a más de 50.000 en 11 rutas diferentes. Los gases invernadero que se evitarían llegarían a más de 300.000 toneladas al año.

Su estudio afirma que la alternativa ferroviaria en todos esos trayectos aéreos no implica gastar más tiempo sino al revés si se cronometra todo el periplo, es decir, de puerta a puerta contando con los desplazamientos hasta y desde el aeropuerto o la estación y la antelación con la que se debe llegar a las terminales.

Las líneas aéreas ya se han manifestado en varias ocasiones en contra de que se impongan limitaciones, a pesar de que asumen que ya ha habido un trasvase natural de usuarios desde el avión al tren cuando hay alternativas de alta velocidad, informa Cristina G. Bolinches. “No creemos en las prohibiciones. Abogamos por la intermodalidad para que el pasajero pueda elegir”, aseguró la pasada semana Javier Gándara, presidente de la Asociación de Líneas Aéreas (ALA), en un encuentro con medios. Asumió que en el corredor entre Madrid y Barcelona, la penetración del tren frente al avión es del 80%, algo menos en el caso de las rutas hacia Sevilla y Málaga y del 90% en el caso de Madrid y València. Gándara reconoció que esos porcentajes aumentarán a medida que se abaraten los billetes de los operadores ferroviarios: “Es razonable que pase”.

Con todo, el acuerdo ha incluido una salvedad: quedarían fuera de esta supresión los vuelos que se realicen para hacer escala en un aeropuerto que sirva de salto para una ruta internacional.

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