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El 30% de los jóvenes ingresados por COVID-19 tuvieron alguna complicación en los riñones, el corazón o los pulmones

Uno de cada dos pacientes ingresados por COVID en Reino Unido desarrolló algún problema de salud

África Gelardo Arrebola

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La mitad de los hospitalizados en Reino Unido con COVID-19 ha desarrollado una o más complicaciones de salud durante su internamiento, incluso los más jóvenes. Esa es la conclusión de un estudio publicado en la revista The Lancet que ha analizado la evolución de 70.000 adultos de 302 hospitales del país. La investigación arroja luz sobre el comportamiento de la enfermedad durante el ingreso hospitalario y “contradice las narrativas actuales de que la COVID-19 solo es peligrosa en personas mayores o con comorbilidades preexistentes”, afirma el profesor Calum Semple, autor principal del documento.

Estas dificultades de salud de las personas ingresadas con la enfermedad se presentan “incluso en individuos jóvenes previamente sanos”. Aunque los problemas presentados aumentaban con la edad y los hombres de más de 60 años eran los más afectados, un 27% de las personas entre 19 y 29 años tenían complicaciones, porcentaje que aumentaba al 37% para los grupos de edad de 30 a 39 años. Los jóvenes también presentaron problemas “agudos”, es decir, que no les permitían cuidar de sí mismos a la salida del hospital. Entre las personas de 19 a 29 años, un 13% presentaba estas complejidades, y un 17% de los de 30 a 39 años.

Según los autores del artículo, puede que estas dificultades, diferentes a las observadas en los pacientes con COVID-19 persistente que no fueron hospitalizados, tengan un impacto a corto y largo plazo. No solo en los afectados, sino también en “la atención médica, la preparación del sistema sanitario, y la sociedad general en medio de la pandemia”. Por ello, Semple y sus colegas advierten que los resultados de su trabajo se deben tener en cuenta para tomar decisiones políticas.

El análisis se llevó a cabo entre el 17 de enero y el 4 de agosto de 2020, antes de la “amplia disponibilidad de vacunas” y cuando aún no habían “surgido nuevas variantes del virus”. Sin embargo, el grupo de la investigación considera que sus descubrimientos “siguen siendo relevantes para disipar las sugerencias de que la COVID-19 no presenta ningún riesgo para los adultos jóvenes sanos, muchos de los cuales permanecen sin vacunar”.

Riñón, corazón y pulmones

Por su parte, el doctor Thomas Drake, de la Universidad de Edimburgo y coautor del estudio, comenta que han descubierto que “el daño a corto plazo en varios órganos es extremadamente común en las personas tratadas en el hospital” por la infección por coronavirus. “Las personas que tienen complicaciones a menudo necesitarán atención de expertos y ayuda adicional para recuperarse de su ingreso”, añade el científico. Para Drake, estos datos pueden ayudar a “planificar” las acciones políticas y la toma de decisiones, ya que atañen a grupos de edad “económicamente activos”.

Los problemas estudiados eran variados, pero los más frecuentes estaban relacionados con el riñón, el corazón y los pulmones. Casi una de cada cuatro personas presentaron dificultades renales; una de cada cinco se vieron afectadas por problemas respiratorios; y una de cada seis estaban afectadas por problemas sistémicos, que son aquellos fallos o trastornos que afectan al cuerpo entero.

También se informó de complicaciones cardiovasculares en un 12% de los pacientes, neurológicas en un 4% y las menos frecuentes, gastrointestinales o hepáticas, menos del 1%, que corresponden a casi 8.000 personas. Específicamente, algunos de los trastornos de salud más observados en los pacientes fueron la lesión renal aguda, el síndrome de dificultad respiratoria aguda, lesiones hepáticas, anemia y arritmia cardíaca.

Después de la hospitalización, el 27% de los pacientes eran menos capaces de cuidarse a sí mismos que antes de pasar por la enfermedad, sobre todo los hombres de edad avanzada, aunque también en otras edades. “La asociación entre tener una complicación y una peor capacidad de autocuidado se mantuvo independientemente de la edad, el sexo, el nivel socioeconómico y el hospital en el que se recibió el tratamiento. Las complicaciones neurológicas se asociaron con el mayor impacto en esta capacidad”, recoge el texto.

El perfil de los participantes

Todos estos datos fueron recopilados por las enfermeras de los diferentes hospitales, quienes también recogieron información de los participantes como su edad, sexo, y etnia, así como la presencia de las comorbilidades de los afectados, es decir, los trastornos de salud previos. En total, participaron cerca de 70.000 personas en el estudio, aunque casi uno de cada tres de los colaboradores falleció durante su ingreso.

“Las complicaciones fueron más frecuentes en hombres que en mujeres, siendo los hombres mayores de 60 años el grupo más propenso a tener al menos una complicación”, especifica el análisis. En cuanto a las etnias, las personas blancas y del sur y este de Asia presentaron “tasas similares” de problemas, pero los pacientes de raza negra padecieron tasas más altas de dificultades.

Mejor comprensión de la enfermedad

“Nuestra revisión destaca algunos patrones y tendencias perspicaces que pueden informar a los sistemas de salud y a los responsables políticos de las respuestas a los impactos de la COVID-19”, comenta el profesor Ewen Harrison, autor principal conjunto de la Universidad de Edimburgo. También pueden informar sobre “el riesgo que representa” la enfermedad para las personas más jóvenes, por lo demás sanas, a nivel poblacional, en particular en lo que respecta a la importancia de la vacunación para este grupo“, agrega el científico.

En este sentido, son cada vez más las voces expertas que hablan sobre vacunar a estos grupos como el objetivo que deben perseguir las estrategias de comunicación y concienciación de los gobiernos. Actualmente en España ya se está comenzando con este proceso, y algunos menores de 30 años están recibiendo ya las primeras dosis. Todo ello en un contexto en el cual son precisamente los grupos con mayor incidencia acumulada y que representan el mayor número de contagios.

Por ello, como apunta Aya Riad, otra de las autoras, “es importante que, con el alto riesgo de complicaciones y el impacto que tienen en las personas, las complicaciones de la COVID-19, no solo la muerte, se consideren” a la hora de tomar decisiones en las políticas para abordar la pandemia. “Es probable que solo centrarse en la muerte” por la enfermedad “subestime el verdadero impacto, especialmente en las personas más jóvenes, que tienen más probabilidades de sobrevivir a la COVID-19 grave”, concluye la investigadora de la Universidad de Edimburgo.

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