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Sangre, fuego y lamentos para dar vida a la Pasión de Cristo en Asunción

Sangre, fuego y lamentos para dar vida a la Pasión de Cristo en Asunción

EFE

Asunción —

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Un elenco de actores, decenas de niños y un grupo de música tradicional guaraní dieron vida este viernes a la Pasión de Cristo por las calles del barrio de San Jerónimo de Asunción en una tradicional representación que cumple una década y que cada año reúne a más espectadores durante el Viernes Santo.

De la Iglesia de San Jerónimo partió un joven Jesucristo, ataviado con una túnica blanca que poco a poco iría perdiendo según los guardias romanos le agredían y azotaban en su camino de penitencia antes de ser crucificado.

En una representación dispuesta en doce estaciones, el intérprete fue encontrándose con el resto de personajes bíblicos durante el viacrucis, desde Judas que le traicionó junto a una terraza llena de turistas, hasta Ponzio Pilatos quien le condenó a muerte apostado en el balcón de una de las casas del barrio.

La sangre, los latigazos y los gritos no faltaron en una representación realista y explícita que levantó el llanto de alguno de los niños más pequeños que se acercaron a verla junto a sus padres.

El público se convirtió en parte de la propia obra, respaldando las provocaciones de la muerte, un personaje vestido de negro y cubierto por una calavera, que pedía la crucifixión de Cristo, mezclado entre los asistentes.

Barrabás puso la nota de humor cuando se produjo su liberación y despertó los únicos minutos de risas en un viacrucis nocturno, en el que los personajes iluminaron la escena con antorchas de fuego.

El actor que encarnaba a Jesucristo recorrió con la cruz a cuestas las calles de San Jerónimo, mientras era azotado con los látigos de atrezzo y bajo la mirada de decenas de flashes de los teléfonos del público.

El recorrido culminó en un parque del barrio, donde los romanos le colocaron en una cruz que se levantó dos metros por encima de las cabezas de los asistentes.

La retirada del cuerpo de Jesucristo, que fue entregado a sus discípulos, marcó el final de la obra, entre los aplausos de las familias que se habían desplazado hasta San Jerónimo y que se mezclaban con los vecinos curiosos de la zona.

Durante la representación no faltaron la lectura de varios versículos de la Biblia y la entonación de las oraciones en una jornada de especial devoción en Paraguay.

Al micrófono, leyendo los salmos estaba Ruth Sánchez, la responsable de esta experiencia teatral sobre la liturgia católica durante los últimos diez años.

Minutos antes de la representación, la coordinadora explicó a Efe la importancia de esta obra, que recupera la “tradición de demostración de fe, traída desde la época de la Colonia”.

“Lo esencial es hacer la práctica de fe, la oración y la vivencia de la Pasión de Jesús”, agregó.

La coordinadora reconoció que la obra que se representa cada Viernes Santo es el resultado del trabajo de todo el año de las familias que preparan el espectáculo y que tejen con sábanas, retazos de tela y ropas antiguas el vestuario del reparto.

Para Sánchez, esta tradicional representación se ha convertido en un ejemplo de la transformación que ha experimentado el barrio, una de las zonas más humildes de la capital, que en los últimos años ha vivido un cambio urbanístico y social.

Un proyecto urbanístico cambió el aspecto de las casas de la Loma San Jerónimo, que ahora lucen con colores vivos y comparten espacio con bares y restaurantes para atraer a los turistas a una nueva alternativa de ocio.

“Hemos entendido que la comunidad tiene que tomar su rol, no esperar todo siempre arriba, buscar estos espacios de dar rienda suelta a un servicio comunitario”, aseguró la directora del espectáculo, quien reconoce que le dolía escuchar que su barrio era llamado una zona “marginal”.

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