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La Sociedad Americana contra el Cáncer aconseja retrasar la edad de inicio de las mamografías

La Sociedad Americana del Cáncer de EE.UU. aconseja menos mamografías y más tarde

Raúl Rejón

La Sociedad Americana contra el Cáncer (ACS) ha revisado su guía sobre el diagnóstico del cáncer de mama. Según ha publicado esta organización en el Journal of the American Medical Association, los investigadores recomiendan que la mamografía anual se realice en mujeres a partir de 45 años y hasta los 54 en lugar de comenzar a los 40 como venía siendo el procedimiento estándar. Desde esa edad, pide que las pruebas se hagan cada dos años “en mujeres saludables con una esperaza de vida superior a los diez años”.

“A pesar del interés y la inversión realizada en la investigación sobre el cáncer de mama, existe incertidumbre acerca de los beneficios y los perjuicios de las mamografías”, avisan. Su documento se refiere a mujeres con un riesgo estándar de desarrollar un cáncer. La sociedad explica que también hay dudas sobre cómo escoger mejor las pacientes para equilibrar los ventajas y los inconvenientes de estas pruebas. La decisión tiene profundo calado como reconocen los propios autores al reseñar que “algunos aspectos de esta guía serán particularmente chocantes para las pacientes, los clínicos y otros agentes involucrados en la salud”. Subrayan especialmente “una edad de inicio de las mamografías más conservador”, la propuesta de “mamografías más frecuentes, cada año, para mujeres entre 45 y 54 años” o la “recomendación contra el cribado rutinario mediante exploración clínica de los senos”. 

La ACS encargó un estudio al Consorcio de la Vigilancia del Cáncer. En su análisis, este grupo concluyó que aunque los tumores pequeños tienen un mejor diagnóstico, “no hay evidencia de que las mamografías anuales hagan descender la mortalidad frente a las bienalesbienales en las mujeres premenopáusicas”.

De hecho, prosiguen, a pesar de la idea de que las mujeres más jóvenes, que habitualmente tienen cánceres más agresivos, podrían beneficiarse de periodos de cribado más cortos, sus efectos clínicos permanecen inciertos, especialmente dado el relativamente pequeño beneficio del cribado mediante mamografía entre estas mujeres que tienen menos probabilidades de desarrollar la enfermedad“. Y lo que es más, los autores de la guía describen que esas pruebas realizadas cada año (comparadas con las que se hacen cada dos) ”confieren daños adicionales, incluidos más falsos positivos y biopsias innecesarias“.

Lo redactores de la guía concluyen que “el futuro del diagnóstico del cáncer de mama es probable que conlleve una comprensión más personalizada del riesgo de padecerlo”. En este sentido explica que “si se pudiera indentificar con mayor precisión las pacientes con un riesgo mayor, se podría señalar qué mujeres se beneficiarían de un cribado más temprano y más frecuente frente a los perjuicios que supone”.

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