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La vuelta al tajo en la construcción, entre la necesidad de cobrar y la de protegerse: “Hay mucho protocolo y poca realidad”

Construcción en pleno Coronavirus

Laura Galaup / Natalia Chientaroli

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Las calles de Madrid han recuperado parte de su actividad con la vuelta al trabajo de algunos sectores no esenciales, como la construcción o la industria. Aunque hasta mañana no se podrá comprobar qué obras retoman su actividad porque este lunes es festivo para los trabajadores de este colectivo en la Comunidad, algunas han aprovechado que se ponía fin a la “hibernación” de la economía para retomar sus labores. “No me queda otra. No me parece normal tener que volver a trabajar, pero no queda otra”, asegura uno de los trabajadores que ha vuelto este lunes a su actividad en el Paseo de la Castellana.

Este profesional, que trabaja como cerrajero en una obra, lamenta la decisión del Ejecutivo de Pedro Sánchez porque reconoce que su labor “no es esencial”. “Tengo que seguir pagando gastos. Con los subsidios que promete el Gobierno no podemos hacer nada”, cuenta, mientras se protege del coronavirus con guantes y una mascarilla FP2. Una vez que ya han retomado la actividad, explica que lo único que les queda es “mantener la higiene” y la distancia de seguridad.

En el portal de al lado, un edificio de viviendas situado en la calle Concha Espina, tres trabajadores hablaban desconcertados frente a la furgoneta en la que trasladan material para realizar reformas.“Nos acaba de llamar el jefe y nos ha dicho que no podemos trabajar, que se ha publicado en el BOE”, explica uno de ellos, en alusión a la limitación anunciada este domingo por la tarde por el Gobierno para las obras en bloques de viviendas. En estos edificios no se retomará la actividad, a no ser que haya que reparar una urgencia.

La vuelta a casa y la paralización repentina de su actividad laboral preocupa a estos profesionales. “Ya no sabemos cuándo vamos a cobrar. Me parece una faena”, reconoce uno de ellos, que explica que este cambio de normativa provocará un ERTE en su empresa.

Frente a ellos, una de las obras qué más espacio abarca en la ciudad de Madrid continuaba sin actividad este lunes. Ni las máquinas, ni las carretillas ni las grúas situadas en los alrededores del estadio Santiago Bernabéu se movían. “Hoy es festivo para la construcción”, advertía un portero de un portal cercano. Aún así, un jardinero municipal reconocía que esta mañana él y los compañeros con los que estaba trabajando habían percibido más movimiento y actividad en este sector. “Se nota mucho más. Las semanas anteriores no había nada”, señalaba.

Medidas imposibles de aplicar

A pesar de ser festivo, en la plaza de Tribunal se han reanudado también las obras. “¿Ves? Es una prueba más de que es una irresponsabilidad”, apunta uno de los profesionales que coordina a los obreros que trabajan en ese punto. “No tiene sentido que no puedas ir a velar a tus padres, pero sí te hagan ir a trabajar”, continúa.

Este profesional asegura que en su caso no pueden “garantizar que se cumplan las medidas de seguridad” porque hay muchas labores que necesitan que varios trabajadores estén “pegados”. Pone el ejemplo del montaje de ferralla, donde unos “tienen que sujetar” unas barras de hierro y otros atarlas. Diariamente a los profesionales que están a pie de obra se les explica el protocolo de prevención, pero este trabajador considera “inevitable” que durante las largas jornadas de trabajo – que de lunes a jueves se extienden nueve horas– “se lleven las manos a la cara”.

En el barrio de Simancas los obreros que han regresado a una gran obra en construcción lucen sus mascarillas correspondientes. Pero muchos recelan de las medidas de protección: “Hay mucho protocolo y poca realidad. Por el simple hecho de que muchas tareas la tienen que hacer por pareja y mantener la distancia o la mascarilla puesta las ocho horas, en nuestro caso es físicamente imposible”, se queja un trabajador, que prefiere no dar su nombre. “Claro que en nuestro protocolo marca que tenemos que tener las mascarillas. Y el que ha redactado el protocolo, o sea nuestro técnico de prevención, sabe perfectamente que no es del todo aplicable”, abunda.

Otros apuntan al peligro de contagio que supone ir al trabajo en transporte público, y a la forma en la que se ha negociado la vuelta al trabajo de ciertos sectores entre la patronal y los sindicatos. En la zona de Nuevos Ministerios, a la altura del número 83 del Paseo de la Castellana, se ha recuperado el sonido del traslado de escombros y el trabajo de una herramienta que sonaba como un martillo neumático. “Distancia de seguridad 1,5 m en toda la obra”, advierte un cartel a los trabajadores.

Aún así, fuera del edificio, donde los trabajadores se despejan y charlan mientras cargan y descargan carretillas, en algún momento ha pasado desapercibida esa medida y la distancia de seguridad era mucho más reducida. “¿No se puede trabajar?”, cuestionaba uno de ellos desconcertado al pedirle su opinión sobre la vuelta de la actividad en la construcción. Sin mascarilla en la cara –la guardaba dentro del casco– aseguraba que se estaban cumpliendo las medidas de seguridad en su puesto. Uno de sus compañeros no planteaba ningún reproche por el fin de la “hibernación” durante la pandemia del coronavirus. “Yo me quejo cuando no hay dinero y no hay de comer”, sentencia.

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