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Pilar García, profesora rural: “La España vaciada está de moda, pero las leyes se siguen haciendo desde las ciudades”

Pilar García

Belén Remacha

Pilar García se instaló en el año 2000 con su familia en una aldea (Troncedo) que forma parte de La Fueva, un municipio de la comarca del Sobrarbe (Huesca). La densidad de población en esa zona del Pirineo no llega a los 4 habitantes por kilómetro cuadrado: según la Unión Europea, por debajo de 8 la zona se considera en riesgo severo de despoblación.

Ella es maestra y ahora directora de un Colegio Rural Agrupado (CRA), un tipo de centro de infantil y primaria que existe en Aragón, Asturias, Galicia, Andalucía, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Comunidad de Madrid, Comunidad Valenciana o Extremadura. El suyo consta de 6 centros coordinados repartidos por distintas localidades, con un total de 10 unidades para 80 niños y niñas de la zona. Hablamos sobre esa realidad de este tipo de territorio al inicio de una campaña en la que ha entrado en disputa el voto rural.

¿Cómo ve el panorama de la llamada 'España vaciada'? ¿Siente que por fin entra en el debate y agenda?

Muchas veces, desde las instituciones se habla de nuestros problemas, pero no se habla con quienes lo padecemos. Además, se tiende a una mirada muy homogénea: se habla del mundo rural pero hay mucha diferencia entre una población de 5.000 habitantes, que también es rural, y una como la nuestra, de despoblación total. Incluso, cuando se habla de dotar de recursos, a nosotros, con una población tan escasa, es incluso más difícil atendernos.

La 'España vaciada' está de moda y está bien que entre en agenda, pero las leyes y normativas se siguen haciendo desde las ciudades. Desde Madrid, desde Zaragoza, o incluso desde Huesca. Muchas veces no tienen en cuenta esta realidad. Hay ejemplos prácticas: a la hora de definir la plantilla en las escuelas solo se tiene en cuenta el número por ley, y aquí no es así, vamos por niveles y a día de hoy nos cuesta que si tenemos 12 alumnos nos dividan en dos aulas.

Algo de lo que se habla mucho y muchos partidos prometen: Internet. España no va a llegar a los objetivos de implantación de la agenda 2020, que preveía que hubiese banda ancha en todo el territorio español.

Eso está cambiando, pero muy lentamente. Va mejor que hace dos años, aquí hay zonas con banda ancha y más acceso a mayor conectividad, pero nosotros, por ejemplo, no lo tenemos. Estamos pendientes de la posibilidad en casa. En el colegio tenemos desde hace poco banda ancha en cuatro centros de los 6 que componen la CRA. Aun con banda ancha, en el momento en el que estamos varios conectados (no somos muchos de por sí), hay problemas.

La conexión va y viene, cuando hay turismo baja la frecuencia, desconectan de un sitio para dar conexión a otro, hay que avisar… así es como funciona. Y es algo fundamental para asentar población, para que pueda ponerse un negocio o para que la gente que vive aquí pueda estar trabajando desde casa. Ahora mismo, en estas condiciones, no creo que nadie pudiera trabajar desde casa.

Otro tema: la falta de médicos.

La falta de pediatras en las dos comarcas (Sobrarbe y Ribagorza, limítrofes) es de hace ya muchos años, viene de lejos. A veces tienes la suerte de que viene alguien, normalmente extranjeros, que cubren ese servicio. Pero generalmente es gente de paso, interinos que van y viene. Aquí no existe la permanencia y eso es un problema que también se da en la Educación. Hay una inestabilidad en los dos servicios y se tendría que apostar más por eso, porque hubiera plantilla fija, por dar incentivos a la permanencia aquí.

En Sanidad vemos constantemente lo poco dotados que están los centros de salud. Tenemos un servicio de asistencia familiar básica, sin especialidades. Aquí tienes que irte hasta Barbastro, en otra comarca, para una simple radiografía o un TAC. Y nosotros estamos a 45 minutos, pero desde Benasque tienen hora y pico y les pasa lo mismo. Si hay una emergencia, ni hablamos. Se está barajando ahora de la posibilidad de que pongan una UVI móvil que cubra las dos comarcas. Algo muy básico y fundamental que ahora mismo no existe.

¿Qué incentivos deben aportarse para fijar población o frenar la despoblación?

Lo primero serían las infraestructuras. Las carreteras, en algunas zonas de esta comarca, son poco anchas, están deterioradas, en invierno se llenan de nieve y te lo limpian, pero tienes que estar llamando constantemente. Es donde más inversión se requiere. Lo segundo importante es solucionar el acceso a la sanidad: que la gente tenga menos miedo de ponerse enferma y tener tan lejos el médico.

Y desde luego, algún incentivo económico para nuevos emprendedores, con ayudas específicas para mujeres. Es más difícil que ellas se asienten, estamos viendo que cuando un chico acaba el instituto es más fácil que se quede porque a lo mejor hereda un negocio familiar que quiere continuar. No pasa mucho, pero más que entre ellas. Las chicas se van a estudiar fuera y es más fácil que no regresen, aunque sí que las haya.

¿Qué retos se encuentran, concretamente, en la escuela rural?

Creo que es importante poner el foco ahí: visibilizar nuestro sistema. Las familias a veces tienen prejuicios, dudan sobre si habrá buen nivel, cómo es eso de los grupos, de las aulas separadas… vemos que mucho potencial alumnado se va a Aínsa, la capital comarcal, pensando que ahí el nivel será mejor. Debe de haber un trabajo por parte de las instituciones para que se vea la importancia del centro rural, que no es de peor calidad sino muchas veces al revés y tiene muchas ventajas.

Esto es clave porque, cuando una escuela cierra, la población disminuye, las familias se van a ir rápidamente. Quizá aguantan unos años con el autobús, pero llega un momento en en el que se van. Cuando una escuela se cierra, el pueblo se muere.

¿Cuáles son las ventajas de este tipo de educación que la gente ha de conocer?

Creo que la principal, la heterogeneidad de los grupos, que te permiten trabajar de forma muy cooperativa: el mayor ayuda al pequeño, y al revés. Es un trabajo muy individualizado, cada uno está a su nivel pero, por ejemplo, si a alguien de 5º le cuesta más, escucha al de más abajo y al revés, uno de 3º puede trabajar ya a nivel de 5º si puede. La explicación llega a todos los que la escuchan.

Aunque la dotación económica en educación siempre puede mejorar, estamos bien equipados, no creo que tengamos necesidades en cuanto a eso. Tenemos pizarra digital, ordenadores para todo el alumnado, profesorado de todas las especialidades… lo que nos falta es alumnado. Si no se fija la población, vives pensando en si la escuela se mantiene o no, si la cierran o no, si ahora viene una familia, si ahora se va.

Otro problema asociado a la despoblación es el envejecimiento de los que se quedan, ¿cómo lo vive y cómo se atiende?

Las personas mayores tienen una red social que las comarcas gestionan, con auxiliares en casa, trabajadores sociales, alguna residencia… y, sobre todo, en la zona rural perdura el sistema de cuidado de las familias a sus mayores, y un tejido vecinal que lo sostiene. Lo estamos viendo, la población envejece y los pueblos se quedan viejos, los municipios en los que aumenta la población joven y abren escuelas son la excepción. Y pasa otra cosa, las personas que están jubiladas pero antes venían 8 meses al año, cuanto más mayores se hacen, menos vienen. Es normal: en la ciudad es todo más fácil para las personas mayores, sobre todo, por los médicos.

Si usted fuera presidenta, ¿qué otras medidas tomaría en el medio rural?

Otro problema del medio tiene que ver con la vivienda. Vemos que en muchas localidades hay mucha vivienda de segunda residencia y poca disponible de primera: si alguien quiere venir con una familia, ¿dónde la colocas? Quizá podrían existir programas públicos de alquiler, subvenciones para rehabilitar viviendas. Los pequeños productores rurales también se quejan de que tienen excedente y no pueden sacarlo al mercado y venderlo en forma por ejemplo de mermeladas. Pasas la frontera, y Francia está llena de mercadillos. Aquí hace falta todo tipo de burocracia y reducirla sería una ayuda importante para el medio rural que no se suele tener en cuenta.

Y más ayudas a los ayuntamientos, para el mantenimiento de montes y pueblos que creen empleo público. A lo mejor si trabajan 3 personas cuidando el monte y manteniéndolo limpio, a la vez que reduces el riesgo de incendios y dos familias se asientan porque tienen trabajo. Aquí, dos familias pueden marcar la diferencia.

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