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“Lo que parecía imposible ya no lo es”: Europa puede afrontar una megasequía de cinco años a partir de 2030

Las simulaciones apuntan a que Europa afronte posibles megasequías de cinco años a partir de 2030

Antonio Martínez Ron

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El calor extremo y la sequía típicos del clima de fin del siglo XXI pueden ocurrir pronto en Europa y repetidamente. Es la principal conclusión de un trabajo publicado este jueves en la revista Communications Earth & Environment (del grupo Nature) por un equipo de investigadores que aseguran que los niveles de calor y sequía que se consideraban prácticamente imposibles hace 20 años alcanzan ahora una probabilidad de 1 entre 10, y a partir de una fecha tan temprana como la década de 2030.

El trabajo, liderado por la española Laura Suárez-Gutiérrez, investigadora de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETHZ), se publica el mismo día en que comienza la Cumbre del Clima de Emiratos Árabes (COP28). Los autores han empleado el modelo climático MPI Grand Ensemble del Instituto Max Planck, capaz de poner en marcha hasta un centenar de simulaciones del clima planetario a la vez. “Con este modelo global de clima podemos simularlo cien veces, es decir, es como observar la evolución de cien Tierras desde 1850”, explica la autora a elDiario.es. Su intención era comprobar, con la tecnología más precisa disponible, cómo de probables serían las peores condiciones posibles para la salud humana, en referencia a niveles de calor y sequías extremas. Todo ello en diferentes niveles del cambio climático, con un aumento de temperatura por encima de los 2ºC que, según los trabajos más recientes y la propia ONU, es el escenario hacia el que nos dirigimos.  

El peligro de los eventos combinados

“Queríamos fijarnos no solo en altas temperaturas, sino en eventos combinados que sean relevantes, como altas temperaturas que coinciden con sequías, la sucesión de noches con temperaturas nocturnas muy altas o calor húmedo, condiciones que son relevantes para los ecosistemas y la salud humana”, indica Suárez-Gutiérrez. Y también ver si esas condiciones pueden ocurrir, cómo de probable sería que volviera a ocurrir el año siguiente. “¿Y cuándo podría ocurrir por primera vez? Nos hemos dado cuenta de que muy pronto”, asegura la investigadora. “Y vemos que lo que era casi imposible en las predicciones de hace 20 años ahora ya no lo es: puede suceder y en algunos casos incluso ya ha ocurrido”.

El clima de las próximas décadas en Europa se ve muy afectado en general por el estado del Atlántico Norte, según estos modelos. Con un océano más cálido de lo normal, se hace dos veces más probable exceder los niveles de estrés de fin de siglo por calor único o combinado con sequía ya en 2030. Pero no sólo los extremos de calor y sequía son cada vez más frecuentes, sino que la gama de temperatura y falta de agua que podemos llegar a experimentar bajo los mismos niveles de calentamiento global también se está ampliando cada década. Hasta el punto de que ya en algún momento a partir de 2030 podrían producirse megasequías de cinco años de duración.

No se debe concluir erróneamente que estamos condenados a que suceda, sino que a medida que aumenta la temperatura y el Atlántico se encuentra en un estado más cálido de lo normal, más probables se hacen eventos que antes eran impensables

Sobre la probabilidad, aclara la investigadora, lo que significan estas cifras es que de cada 10 años considerados en la simulación estos escenarios adversos pasa en uno. “Hablamos de eventos que pasan una vez cada 10 años o diez veces cada siglo”, detalla. No se debe concluir erróneamente que estamos condenados a que suceda, sino que debemos tener en cuenta que, a medida que aumenta la temperatura y el Atlántico se encuentra en un estado más cálido de lo normal, más probables se hacen eventos que antes eran impensables.

Consecuencias “devastadoras”

¿Por qué se han centrado en simular condiciones de calor y sequía y se han dejado otros eventos extremos como lluvias torrenciales o inundaciones? Porque para este tipo de fenómenos meteorológicos el modelo global no tiene suficiente resolución. “Estamos en los límites de lo que nuestros ordenadores pueden generar”, explica Suárez-Gutiérrez. Por otro lado, aunque los daños producidos por los eventos relacionados de calor y sequía son más difíciles de cuantificar (producen muertes e ingresos relacionados con la temperatura, frente a muertes directas o daños físicos en infraestructuras), los escenarios de este tipo pueden tener consecuencias catastróficas para una sociedad. “Un evento extremo como los que se esperaban para el final del siglo sería devastador”, indica. 

Un evento extremo como los que se esperaban para el final del siglo sería devastador

Laura Suárez-Gutiérrez Investigadora de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETHZ)

Este tipo de eventos no tienen precedentes en el registro histórico más reciente, advierten los autores, pero eso no quiere decir que no hayan sucedido en el pasado. Y tenemos pruebas de que las llamadas “megasequías” desencadenaron crisis sociales que pusieron la puntilla a muchas civilizaciones, desde los los anasazi del suroeste de América del Norte, a los mayas de Mesoamérica y la dinastía Yuan de China, entre otros. Un estudio reciente indicaba que en muchas áreas de la Tierra, como Pakistán, India, China y el África subsahariana, el calentamiento medio global superior a 2ºC excederá lo que el cuerpo humano es capaz de soportar y hará inhabitables amplias regiones del planeta. Y lo sucedido en los últimos tres años está empezando a obligar a los meteorólogos a reconsiderar las escalas en las que están midiendo los efectos de la crisis climática. 

Cuando miras con lupa, todo empeora

Juan Jesús González Alemán, meteorólogo experto en dinámica atmosférica, cree que se trata de un trabajo muy interesante que contribuye a hilar un poco más fino gracias a una herramienta muy potente con la que se pueden cuantificar mejor los diferentes escenarios extremos. “Aunque las sequías son comunes en Europa, lo que encuentran es que dentro de pocos años pueden empezar a aparecer megasequías”, explica. “Algo que era prácticamente imposible hace diez años, ahora vemos que existen posibilidades de que ocurra y cuanto más nos adentremos en el cambio climático esas probabilidades serán cada vez mayores”. 

Este trabajo demuestra que las condiciones del cambio climático en Europa pueden empeorar muy rápidamente

Juan Jesús González Alemán Meteorólogo, especialista en dinámicas atmosféricas

Para González Alemán, el resultado de este trabajo se suma a la línea de otros que adelantan los peores escenarios de la crisis climática. “Cuanto más afinas, aparecen cosas que se esperaban más tarde que pueden venir antes; todos los tiros van por ahí, cuanto más miras con lupa, vas viendo que la cosa es peor”, asegura. “Este estudio permite ir un poco más allá que las proyecciones que hace el IPCC en sus informes, y demuestra que las condiciones del cambio climático en Europa pueden empeorar muy rápidamente”, asegura.

Javier Martín Vide, catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona, también cree que el artículo muestra, de forma consistente estadísticamente, que la probabilidad de ocurrencia en las próximas décadas de los episodios extremos esperables a finales de siglo es apreciable. “Las olas de calor y las sequías son los dos riesgos meteorológicos/climáticos más importantes para el sur de Europa, incluida buena parte de España, ya en la actualidad y, más aún, en las próximas décadas”, señala. “Los efectos negativos, en cuanto al estrés hídrico que producen los dos extremos combinados sobre una región, son más cuantiosos y graves que la suma de los efectos negativos de olas de calor y de sequías cuando no coinciden en el tiempo”. 

Las olas de calor y las sequías son los dos riesgos meteorológicos/climáticos más importantes para el sur de Europa, incluida buena parte de España

Javier Martín Vide Catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona

En particular, el estrés hídrico de los episodios combinados del tipo indicado en la agricultura, en los ecosistemas y hasta en el suministro de agua de boca puede ser muy grave o limitante en la gestión hídrica y en el conjunto del sistema socioeconómico, asegura. Por eso, en opinión de Martín Vide, el artículo es un buen aval para el decidido despliegue de los mecanismos y acciones de adaptación más avanzados con el objeto de disminuir sus daños, entre ellos la preparación de la población ante las olas de calor y los cambios estructurales en la gestión del agua (optimización de regadíos, entre otros), estos realizados antes de que llegue la próxima sequía, en los tiempos de bondad pluviométrica. 

“Creo que no hay que ser alarmistas con estos datos, pero tenemos un desafío y tenemos que adaptarnos y tomar remedias a la escala de lo que nos estamos enfrentando”, concluye Laura Suárez-Gutiérrez, investigadora principal del estudio. “No es un problema de nuestros hijos, es algo que puede pasar hoy, ya hay gente que muere ahora por culpa del calor extremo”. Y, si queremos prepararnos, señala en referencia al inicio de la COP28 en la que los líderes mundiales se reúnen para hablar de la crisis climática, “los gobiernos tienen que poner en común planes de mitigación y adaptación que tengan en cuenta las peores condiciones, y cómo de probables e improbables son en el futuro más cercano”.

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