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Los expertos reclaman reforzar con urgencia el sistema sanitario ante los rebrotes y la amenaza de colapso en otoño: “Hay que hacerlo ya”

Sanitarios del Hospital Público de A Mariña en Burela, Lugo, hacen pruebas PCR. EFE/Eliseo Trigo/Archivo

Marta Borraz

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La advertencia no ha decaído desde el inicio de la desescalada: reforzar el sistema sanitario es indispensable para controlar el coronavirus. El aumento de contagios estas semanas ha puesto en el punto de mira la desigualdad entre comunidades a la hora de detectar y rastrear casos con eficacia y, al mismo tiempo, presagia lo que puede estar por venir. No hay certeza de cómo se comportará el coronavirus en otoño y, de hecho, el otoño no ha llegado y los casos ya se multiplican, pero es previsible que entonces conviva con otros virus respiratorios, como el de la gripe, con síntomas similares. Aunque puede que este año la incidencia sea menor debido precisamente a la normalización de las mascarillas o la distancia, la suma de patologías incrementará la carga sanitaria. Vuelta a la actividad, regreso a las aulas, posible reducción del teletrabajo, mayor permanencia en espacios cerrados y sin ventilar... Voces expertas piden tomar nota de los rebrotes actuales y preparar al sistema para que pueda anticiparse a este escenario.

“No solo no hay que bajar la guardia, sino que hay que subirla más”, ilustra el exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la OMS y profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, Daniel López-Acuña. “Nadie tiene una bola de cristal, pero ante la amenaza, es el momento de reforzarlo de forma muy determinante: el rastreo, la detección, la capacidad de hacer PCR y muy enormemente la Atención Primaria. Hay que hacerlo ya porque es lo único que nos permitirá intervenir a tiempo”, esgrime el especialista. El énfasis en los centros de salud responde a la situación con la que, en general, se ha afrontado la crisis sanitaria desde la Atención Primaria. Aún no ha visto corregida la infradotación de recursos de los últimos años, pero es clave para que todo el engranaje funcione y ahora añade a sus tareas habituales los casos de COVID-19.

Una carga que se incrementará a partir de otoño, cuando comienza la temporada de expansión de otros virus respiratorios que se espera que se solapen con el coronavirus: el de la gripe, el virus sincitial respiratorio, los rhinovirus... Esto hará escalar el número de sospechosos que acuden a centros de salud y a hospitales y a los que habrá que hacer pruebas. “Tienen síntomas parecidos y solo por la clínica no vamos a poder distinguirlo”, explica Pedro Gullón, de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). Por eso, la “presión” se centrará sobre todo en Atención Primaria y en los laboratorios. “Yo creo que lo que está pasando este verano evidencia que hay que darle una vuelta de tuerca más a los refuerzos. Algunas comunidades están reaccionando mejor que otras, pero, por ejemplo, en Catalunya o Madrid la AP está muy debilitada”.

Coincide Andrea Burón, vicepresidenta de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) y portavoz de la SEE, que apunta a la necesidad de que el sistema “sea ágil en la detección, la recepción de sospechosos, la realización de pruebas PCR y la notificación de resultados”, algo en lo que “se han hecho más avances en unas regiones que en otras”. También Fernado Rodríguez Artalejo, director del Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad Autónoma, apunta en la misma dirección y confía en que las dificultades actuales “sirvan para tomar nota para otoño”, tanto con el refuerzo de la Atención Primaria, como con un mejor rastreo de contactos en casos de positivos, y más disciplina social.

Hasta ahora, en algunos territorios el sistema ha mostrado debilidades. Sanitarios de centros de salud de Madrid, Barcelona, Valencia, Castilla y León o Murcia admitían que afrontaban los rebrotes sin los refuerzos necesarios y los mecanismos de rastreo se han mostrado deficientes en Catalunya, donde la propia Generalitat reconoció que había fallado en el control del brote de Lleida. Tras las quejas de sindicatos y sanitarios, Madrid ha asumido que debe contratar contra reloj a más rastreadores, pero su sistema está bajo sospecha; tampoco en la Comunitat Valenciana o en Galicia el número de rastreadores alcanza el comprometido, y ante el aumento de casos en Navarra, el Servicio Navarro de Salud se ha visto obligado a hacer contrataciones. Ejemplos que, para Ildefonso Hernández, catedrático de Salud Pública y exdirector general de Salud Pública del Ministerio (2009-2011), ponen de manifiesto la urgencia “inmediata” de que los sistemas “se engrasen más” porque “en algunas comunidades no están funcionando con la diligencia adecuada”.

Minimizar el impacto de la gripe

En este contexto, los especialistas temen la llegada de otros virus respiratorios y especialmente de la gripe. El riesgo es que incremente “la cierta saturación que ya se da cada año del sistema”, señala Gullón, hasta colapsar. Así lo reconoce Sanidad en el plan para atajar rebrotes aprobado hace unas semanas con las comunidades, en el que apunta a que se trata de un gran problema de salud pública que “suele provocar presión en el sistema asistencial”. Ante “la eventual coincidencia de ambas epidemias sin tratamiento específico altamente efectivo”, el Ministerio se ha marcado como “prioridad” minimizar el impacto de la gripe este otoño e invierno, mediante la cual “se puede prevenir también la sobrecarga del sistema asistencial”. El objetivo es incrementar las tasas de vacunación, sobre todo en mayores, personas de riesgo o personal sociosanitario, para lo que ha adquirido una compra extraordinaria de vacunas.

Desde el Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos coinciden y apuestan por que la campaña de vacunación se extienda, manteniendo su voluntariedad, y se anticipe en el tiempo porque “dadas las importantes cargas de trabajo que se van a producir en Atención Primaria, Servicios de Urgencias y Atención Hospitalaria, es esencial minimizar el impacto”, esgrime en un reciente informe elaborado por la Comisión Asesora Covid-19-OMC. Además, también a los servicios de Salud Pública, en los que recae la vigilancia del coronavirus, se les sumará el seguimiento de la gripe, que se realiza a través de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, en la que la información es suministrada por las comunidades autónomas.

La OMS ya ha alertado de este “desafío para los sistemas de salud sobrecargados, que tendrán que hacer frente a la doble carga de una pandemia de coronavirus y a un pico en otras enfermedades respiratorias”, manifestó la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa F. Etienn, poco antes del inicio del invierno en el hemisferio sur. Etienn advirtió de que en climas fríos y a medida que “más personas se reúnen en espacios cerrados”, más posibilidades hay de que “se alimenten estas infecciones”.

En el contexto español, no obstante, hay algo que jugará a favor de la pretendida reducción al máximo de estos cuadros el próximo otoño-invierno: el mantenimiento de las medidas de higiene, la distancia física y la mascarilla harán que “previsiblemente se observe globalmente una disminución de otras enfermedades porque las medidas que estamos tomando no solo previenen la COVID-19, sino también otras muchas infecciones”, opina Burón. Coincide el Consejo General de Colegios de Médicos, que “en sentido positivo” destaca que con los patrones con los que actuamos en la 'nueva normalidad' “es esperable una disminución paralela de la transmisión de otras patologías infectocontagiosas con transmisión por contacto”. Además, “es cierto” que los espacios cerrados y sin ventilación pueden favorecer la transmisión de los virus, pero “si dentro del espacio hay menos personas debido a la limitación de los aforos, la transmisión que esperamos es menor”.

Planes y coordinación

Aún así, coinciden los expertos, los cuadros sospechosos serán más y “puede ser que la tasa de positividad del coronavirus no suba, pero sí lo hará la carga de trabajo”, dice Hernández, también portavoz de SESPAS. El especialista apunta a que el refuerzo de la campaña de vacunación de la gripe es “una pata más”, pero apremia a que de cara al otoño “haya ya protocolos establecidos” en los que se prevean estas cuestiones “y se aborden las formas de diagnóstico de los cuadros respiratorios para que los laboratorios tengan la capacidad requerida” porque “es probable que haya que tomar decisiones sobre la marcha cuando vengan estos cuadros”. En este sentido, urge a que “los esfuerzos ahora estén puestos en planificar de forma inmediata” lo que puede llegar: “Ya hemos visto las consecuencias de no adelantarnos al virus. Debemos localizar áreas de posible transmisión, organizar la vuelta a los colegios y universidades o a los ámbitos laborales, trabajos que volverán a ser presenciales...Todo esto requiere de un sistema de coordinación que tiene que ser estricto”.

Esta misma organización, demanda Burón, debe empapar al sistema sanitario, porque “no es solo una cuestión de recursos humanos, que también, sino de que se establezcan los canales de información ágiles que estén operativos y sean eficaces”. Precisamente la coordinación entre Salud Pública y Atención Primaria es uno de los retos del sistema de rastreo y una de sus piezas “imprescindibles” que, en algunos lugares, se enfrenta a debilidades: “Ni ellos pueden ver lo que hacemos ni nosotros ver cuál es el resultado de su rastreo; falta comunicación”, decía un profesional de un centro de salud de Madrid.

Con todo, la epidemióloga se muestra optimista y señala que “la situación de base ha cambiado”: sabemos más del virus que en febrero y el sistema cuenta con capacidades sanitarias que no tenía entonces, por lo que si la población mantiene las medidas y el sistema “trabaja” para identificar y aislar los casos de forma precoz, “es previsible que no haya un aumento desmesurado de la transmisión en otoño”.

Lo que sí es una incógnita es cómo se comportará el virus entonces. En medio del debate actual sobre si el aumento de casos que estamos viendo ahora es o no una segunda ola del coronavirus, las dudas continúan sobre si habrá variabilidad estacional e incrementará su virulencia con la llegada del frío. Es el escenario “más complejo para el que debemos estar preparados”, remarca López-Acuña, pero que “aún no sabemos si va a ocurrir”. Sin embargo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya ha advertido de que probablemente no sea estacional y, de hecho, los hechos demuestran que tanto en temperaturas frías como calurosas, el coronavirus puede llegar a tener incidencias muy altas.

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