La misa en TVE abre el debate entre el servicio público y el privilegio católico
La petición de Podemos de que se deje de emitir misa en TVE ha levantado polémica entre los defensores del oficio televisado como servicio público y los detractores, que defienden que esto no corresponde a una televisión de todos.
Un tercer grupo que opina que el problema de fondo que necesita plantearse la sociedad es la falta de una ley moderna que regule la religión para que “unos puedan ejercer sus derechos, sobre todo las minorías, y el resto no tenga a la Iglesia hasta en la sopa”, según resume José Manuel López, diputado madrileño de Podemos.
Primero, la información. TVE no solo da cobertura al catolicismo. Aunque es, de largo, la religión que más tiempo tiene, la cadena pública también ofrece un pequeño espacio a musulmanes, protestantes y judíos. Mientras el espacio católico disfruta de dos horas de emisiones semanales que reparte entre cuatro programas (Últimas preguntas, Testimonio, El día del señor –la misa– y Pueblo de Dios), los domingos por la mañana, cada una de las otras tres confesiones religiosas dispone de un cuarto de hora el mismo día, previo al espacio católico.
Cada religión decide
Cada religión decide qué hace con su tiempo de retransmisión. Así, la Conferencia Episcopal optó por realizar dos programas y emitir una misa. El resto no lo hace básicamente porque no tiene tiempo en 15 minutos y se tiene que conformar con programas divulgativos religiosos y culturales, según confirman representantes de la Comisión Islámica de España y de Ferede (Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España). En el caso de musulmanes y judíos, sus servicios religiosos ni siquiera se celebran en domingo.
En España, un 68,4% de la población se declara católica, un 16,8% no religiosa, un 9,6% atea y un 2,3% de otras religiones. El restante 3% no contesta a la encuesta del CIS. Esos son los datos en bruto. Pero luego realmente los datos dicen que los practicantes apenas alcanzan el 25%-30%, según la encuesta. En total, los católicos practicantes rondan el 20%-25% de la población española.
En cuanto a las audiencias, la misa de TVE tiene una cuota media de entre el 6% y el 7% (320.000 espectadores de media). Tras ponerles en la diana el grupo parlamentario de Pablo Iglesias, subieron: la última edición de la misa triplicó la cuota de pantalla habitual hasta el 18% tras el llamamiento del PP y ciudadanos en redes sociales a que se siguiera masivamente el oficio. Los programas de las otras religiones están en torno al 2,3% de cuota de pantalla.
El panorama español no es excepcional en Europa. Todos los grandes países europeos retransmiten misa en sus televisiones públicas. En Alemania, el equivalente a La 2 emite oficios católicos y evangélicos cada semana. Italia, cuya península alberga el Estado Vaticano, conecta con la Plaza de San Pedro en directo. Francia tiene un programa semanal que da cabida a las seis principales religiones del país. En el Reino Unido uno de los canales de radio de la BBC ofrece información religiosa diaria.
El debate
Con estos mimbres, Podemos quiere romper el cesto. “La Iglesia católica tiene ya bastantes canales en los que podrían emitir misa o lo que quieran”, porque tiene un “enorme poder”, argumenta Iglesias. “A mí me parece que las televisiones públicas tienen que estar para emitir contenidos culturales, contenidos que defiendan la diversidad y la educación sexual”, ha subrayado. El exministro José Manuel Soria concedió en septiembre de 2015 una licencia TDT al canal de los obispos, 13TV.
Sin embargo, ni siquiera en su propio partido todos lo tienen tan claro. El líder madrileño, Ramón Espinar, afirmó que tiene “dudas” sobre la cuestión y el diputado regional José Manuel López, que no es católico practicante aunque trabajó para Cáritas y fue miembro de comunidades cristianas en su juventud, sostiene que el debate debería ir más allá. “Necesitamos cambiar la ley religiosa en general, que es del año 80 y ni siquiera tiene reglamento que la desarrolle”, sostiene.
“Hace falta una ley que se ajuste a la realidad sociológica del país, no contra la Iglesia ni contra nadie, sino para que le gente pueda ejercer sus derechos, sobre todo las minorías, por ejemplo si eres musulmán ni siquiera saben cómo enterrarte, y el resto no tenga a la Iglesia hasta en la sopa”, añade.
Organizaciones civiles como Europa Laica son más contundentes. Paco Delgado, su presidente, opina que “en un Estado no confesional en la televisión pública no deberían aparecer estos eventos. La gente que quiere ir a misa puede hacerlo, y donde hay gente enferma, impedida o en cárceles, pueden ir a las capillas”, razona. “Es como si a Europa Laica nos dieran un espacio para difundir los valores de la República Francesa o los ateos el suyo, o a los masones. ¿Por qué solo han de ser las convicciones religiosas y no otras?”.
Manuel Núñez Encabo, que fue presidente de la Comisión de Arbitrajes, Quejas y Deontología de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España, tiene una respuesta. “España es un país aconfesional”, concede, “pero también defiende la religión en el ámbito público y privado. El ejercicio de la religión es un acto cultural y social. Y algo es de interés público cuando afecta a multitud de ciudadanos”.
“Si un fenómeno religioso afecta a multitud de ciudadanos, y el 68% de los ciudadanos se declara católico, se convierte en interés público”, argumenta. Además, desde el punto de vista jurídico, el artículo 16 de la Constitución señala unas relaciones de prevalencia de la religión católica y establece que los poderes 'tendrán en cuenta las creencias religiosas' de la sociedad manteniendo la relación con 'la Iglesia católica y las otras', pero solo señala en concreto la católica“.
Su conclusión es que “la misa es la manifestación más importante de la Iglesia católica y está justificado desde un punto de vista constitucional y mediático que la televisión pública refleje el acto más importante de la religión, que es la misa”.
De homilías y minorías
Uno de los aspectos más polémicos de las misas de TVE son sus contenidos. Podemos ha defendido su propuesta colgando un vídeo del obispo de Alcalá en el que dice que los homosexuales “encontrarán el infierno”. Esto ocurrió durante la homilía, un pequeño espacio de entre siete y diez minutos en el que los curas tienen libertad para hablar de cuestiones sociales un poco a su antojo. El resto del oficio está bastante reglado. “El problema de una homilía, al menos en televisión, es que no hay tiempo para explicar los matices”, defiende Javier Valiente, sacerdote y subdirector del programa El Día del Señor.
Valiente sostiene que, en ese vídeo, el obispo “no mandaba al infierno a los homosexuales sino que se refería a que habían conocido el infierno en el sentido de tener una mala experiencia. Algunas cosas se sacan de contexto”. Valiente sí admite que cuando se elige una parroquia para retransmitir su misa no se mira quién la da ni sus mensajes habituales, pero sostiene que se dan al menos 23.000 misas semanales y “el 99,9% de las veces, por no decir el 100%, no hay ningún problema, se habla mucho de solidaridad y se dedican jornadas a los inmigrantes, las misiones, etc.”.
Riay Tatay, presidente de la Comisión Islámica, recuerda que hay libertad religiosa y opina que “no tiene sentido la polémica, a lo mejor es que las cosas serias, como arreglar el paro, cuesta más trabajarlas y no se habla de eso”. Jorge Fernández, portavoz de los protestantes Federe, añade que “el Estado no es confesional, pero la sociedad sí”, se muestra a favor “de una separación incluyente, no excluyente” y recuerda que ellos son una minoría y que Podemos, siendo de izquierdas, “no esté por la inclusión de las minorías”.