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La débil cobertura pública ha permitido que se imponga el negocio de la salud dental 'low cost'

El cierre de Funnydent sacude a pacientes que financiaron hasta 12.000 euros

Raúl Rejón

La salud de la boca y los dientes es la gran olvidada por la sanidad pública. El abandono de esta parcela ha dejado mayoritariamente en manos del sector privado la atención bucodental. En ese caldo de cultivo se ha desarrollado lo que los odontólogos llaman “burbuja”, que ha aplicado un modelo de negocio “ultraliberal”, según lo define el presidente del Consejo General de Dentistas, Óscar Castro: “Bajos costes y máximos beneficios”.

El cierre de las clínicas Funnydent hace un mes y la detención de la cúpula de Vitaldent –otra cadena de clínicas– este martes por presunto fraude fiscal, han puesto el foco en un sector teóricamente sanitario. En esa parcela se ha ido desarrollando un negocio a base de franquicias que ha aprovechado el hueco abierto por las débiles prestaciones públicas. Casi una veintena de cadenas de este tipo operan en España, según el Consejo.

La cartera de servicios comunes del Ministerio de Sanidad contempla únicamente “el tratamiento de procesos agudos odontológicos”, como son los procesos infecciosos en la boca, los traumatismos en la dentadura o extracciones de piezas enfermas. Sacar un diente o curar un flemón. Se excluyen explícitamente los implantes, las extracciones de dientes sanos y las ortodoncias, además de los tratamientos estéticos.

Así que la atención que el Sistema Nacional de Salud ofrece a los dientes en España es “parcial y desigual”, según analiza la Sociedad Española de Epidemiología y Salud Pública Oral (Sespo). “La enfermedad reconocida como más prevalente en el ser humano, la caries dental, no tiene amparo en el sistema público más que para los más jóvenes y solo parcialmente”, rematan.

El presidente de los dentistas españoles, Óscar Crespo, explica que este panorama facilitó “que llegara un modelo ultraliberal de franquicias cuyo principio de negocio y beneficio es difícilmente compatible con el principio de salud. Se creó una nueva burbuja económica”.

Crespo cuenta que el sistema aplicado “trata de aquilatar los gastos para optimizar los beneficios”. ¿Cómo lo busca una clínica dental? “Ofreciendo sueldos a la baja y contratando falsos autónomos que cobran un porcentaje de cada tratamiento y aplicando materiales más baratos”.

Competencia feroz

P. Sánchez tiene algo más de 30 años y es dentista en Amsterdam. Esta profesional explica: “Estudié cinco años de carrera y tres de máster. Todo en la universidad pública”. Pero las condiciones que se encontraba eran tan pobres que se vio obligada a emigrar. “Hay tantas clínicas, tanta competencia, que los costes se bajan a base de malos materiales y malos salarios. Me fui de España”.

Sánchez también señala al abandono que las administraciones han hecho de este sector sanitario: “No hay numerus clausus en las facultades (como en Medicina) ni se reconoce a nivel europeo el título”. El Consejo de Dentistas asegura que en España hay una bolsa gigante de profesionales: “Casi el triple de los necesarios según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud”. Se cuenta un odontólogo por cada 1.200 habitantes cuando los consejos de la OMS aceptan uno por cada 3.500. “Es una situación poco favorable para los pacientes y para los profesionales bien preparados”, remata Sánchez desde la capital holandesa.

José Manuel Freire es portavoz de Sanidad en la Asamblea de Madrid por el Partido Socialista. También fue consejero de Sanidad vasco entre 1987 y 1991 cuando se comenzó a implantar el Plan de Atención Dental Infantil (PADI). Freire analiza que “es muy impropio de un país como España que la boca no sea parte de la salud de los ciudadanos”. A partir de ahí, el sistema se hace vulnerable ante la presión del negocio privado.

Freire se queja de que “no existe una unidad de salud bucodental en el Ministerio que regule el sector”, como se da en otro países mediante el Chief Dental Officer de Gran Bretaña o la Autoridad Dental Federal de Alemania. Además, subraya otro de los puntos que han acabado por definir la actual situación: “La publicidad que hacen muchas de estas clínicas y que puede llamarse engañosa. Unos anuncios que inciden en los más vulnerables: población con pocos recursos económicos”.

Sistemas diferentes por regiones

El paisaje queda completo con la evolución que cada comunidad autónoma ha dado a la salud dental. En España, actualmente, se da un cóctel de modelos de atención sostenidos por fondos públicos. Tanto para los mínimos previstos para los adultos como los programas más desarrollados de atención a la juventud, las consejerías de Sanidad han seguido su propio camino.

El modelo que suele mostrarse como ejemplar es el concertado que desarrolló el País Vasco. El presupuesto paga la atención que los dentistas privados dispensan a los menores. “La persona que llega a los 16 años con una dentadura sana llegará al final de su vida con todos los dientes en su sitio”, vaticina José Manuel Freire. Variantes de este sistema aplicado a los jóvenes se dan en Andalucía, Aragón, Illes Balears, Canarias, Extremadura, Región de Murcia y la Comunidad Foral de Navarra.

Por otro lado, un paradigma público con dentistas en la Red de Atención Primaria se aplica en regiones como Asturias, Cantabria, Cataluña, las ciudades de Ceuta y Melilla, Galicia, La Rioja, Comunidad Valenciana y Madrid. “Ninguna contempla tratamientos complejos”, explica la Sespo. Por último, Castilla-La Mancha y Castilla y León trabajan con un modelo mixto en el que se derivan diversos tratamientos a los dentistas privados y luego se reembolsa al paciente.

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