El tesoro escondido del páramo: la alondra ricotí
El filo del amanecer se atisba en uno de los espacios más fríos, más duros y más despoblados de Europa. Allí, en plenas parameras del Sistema Ibérico, en el triángulo del frío de las provincias de Guadalajara, Teruel y Soria, de repente, se escucha un canto aflautado y misterioso, audible a más de 1 km de distancia. ¿Que tipo de criatura puede ponerse a cantar en plena noche, a temperaturas de hasta 10℃ bajo cero?
Cuando uno piensa en las especies de animales más raras y difíciles de avistar de Europa, suelen venírsele a la mente grandes mamíferos como el oso, el lobo o el lince. Pero no repararía en un pequeño pájaro, que vive en uno de los hábitats más difíciles que se puedan imaginar: zonas continentales con inviernos muy fríos y veranos muy secos, con vientos helados y con una vegetación que se pega a la tierra, carentes de árboles en su mayor parte, pero llenas de verdaderos tesoros de biodiversidad.
Uno de estos tesoros es una de la especies más esquivas de todo el continente europeo, la alondra ricotí (antes conocida como alondra de Dupont). Podríamos vivir durante años en la zona, pasear por ella y no verla nunca. De hecho, hasta los años 80 no se confirmó definitivamente su cría en la península, pese a que ahora se sabe que abunda en determinadas regiones. Pero allí está, escondida, recóndita, soportando los rigores del hábitat que ha elegido para subsistir.
Un hogar poco acogedor
Aunque abundan los estudios sobre la especie, todavía faltan muchos datos sobre esta pequeña ave, que solo encontramos en España y en el norte de África.
Si hiciéramos un mapa de lo que se conoce ahora como España vaciada, muchas de sus zonas coinciden con el hábitat de esta interesante especie. Elige para vivir las regiones donde parece que no quieren vivir los humanos del siglo XXI: zonas esteparias del centro y valle del Ebro, las parameras ibéricas y algunos puntos sueltos de la España mediterránea.
Sin duda, se trata de una ave con personalidad. Además de ser difícil de ver y de vivir en climas complicados, para rizar el rizo, es muy exigente con las condiciones de las áreas donde habita. Si hay árboles, no quiere saber nada; si el terreno no es plano, olvídate y si los matorrales son altos, otro tanto de lo mismo.
Estas condiciones tan estrictas explican parte de su rareza. Pero también su gran interés naturalístico. La especie, catalogada como vulnerable a nivel nacional, es una de las que figuran en todas las listas de lo que quieren ver ornitólogos de todo el mundo cuando visitan España.
Costumbres y reproducción
La alondra ricotí no suele levantar el vuelo, sino que vive correteando entre los matorrales de baja talla que tapizan su área de distribución. Para describirla fácilmente: es un ave que se comporta como un ratón, aunque cuando levanta el vuelo lo hace perfectamente y con gran dominio del mismo.
Esta ave empieza a establecer su territorio en pleno mes de febrero, con unas temperaturas gélidas. El macho usa su canto para delimitar su territorio, atraer a las hembras y dedicarse a la procreación. El nido lo pone bajo los matorrales (suelen tener un par de nidadas por año).
Los pollos enseguida salen del nido y se dedican a corretear por todo el territorio a la caza de pequeños insectos y arañas; su pico curvado facilita la extracción de estos artrópodos de sus guaridas subterráneas.
Cuando acaba la época de cría, a comienzos del verano, empieza uno de los misterios que rodean a la especie: no se sabe muy bien dónde va ni qué hace. Se piensa que deambula por cultivos de la zona, pero los datos son contradictorios y escasos. Gracias al marcaje de decenas de ejemplares que hemos realizado en los últimos 10 años, hemos descubierto que los mismos individuos vuelven exactamente al mismo territorio año tras año, con una fidelidad sorprendente.
Además, la rareza de la especie la comparten también sus pequeños acompañantes, ya que hemos descubierto recientemente que algunos de los parásitos que viven entre sus plumas son nuevos para la ciencia. Parásitos exclusivos para una especie especial.
El potencial económico de los recursos naturales
Ahora que está en boga el futuro de muchas zonas en despoblación de España, debemos prestar atención a la riqueza faunística de estas áreas. En muchos sitios del mundo se están dando cuenta del potencial que tiene la fauna silvestre para generar recursos económicos. Un potencial que estaría dentro de lo que se ahora se denomina recursos ecosistémicos. La presencia de especies curiosas, espectaculares o raras puede generar nuevas formas de ganarse la vida para los habitantes de estas zonas.
A lo largo del planeta habrá sitios muy habitados y otros casi despoblados, en un proceso inexorable. La cuestión es que en cada uno de estos lugares haya potencial para desarrollar una actividad económica que permita condiciones dignas de vida.
En estas zonas de páramo, de extensas planicies, los ecosistemas tienen un gran potencial paisajístico. Son regiones que albergan un conjunto de recursos de gran interés no solo faunístico, sino también botánico, geológico y arqueológico.
Las construcciones tradicionales, los grandes espacios abiertos donde el paseo es cómodo, la biodiversidad y los productos autóctonos pueden generar una gran riqueza para estos territorios. Son, sin duda, como la alondra ricotí, algunos de los tesoros secretos del páramo que aún están por descubrir.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el original aquí.The Conversationaquí