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La vacunación infantil avanza desigual, del 30% de niños inmunizados en Baleares al 80% de Galicia

Marta Borraz

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La campaña de vacunación pediátrica lleva ya un mes y medio en marcha. El pasado 15 de diciembre España comenzó la inmunización de los niños y niñas más pequeñas, las que tienen entre 5 y 11 años, los últimos en recibir la vacuna contra la COVID y el único grupo en el que la tasa de incidencia está creciendo. Desde entonces se han recibido tres millones y medio de dosis de Pfizer, la única autorizada, y se han administrado 1,7: esto significa que el 54,4% de la población pediátrica ya se ha puesto la primera inyección. Para la segunda tendrán que esperar ocho semanas.

El ritmo, no obstante, no es igual en todas las comunidades autónomas y la campaña acusa una gran desigualdad: algunos territorios, como Baleares o Catalunya, no alcanzan el 40% de menores inmunizados (32% y 38%, respectivamente) y en Madrid llegan al 44%, mientras que otras superan con creces estos porcentajes. Destacan los casos de Galicia, donde ya el 81% tiene una dosis, o Asturias, que rebasa el 72%. En Ceuta y Melilla la cifra se queda en el 34% y 29%, respectivamente, y la mayoría de comunidades se mueven entre el 50% y el 60%. Extremadura, con el 69%, y Castilla y León, con el 67%, destacan por encima del resto.

A estas diferencias se ha referido esta semana la ministra de Sanidad, Carolina Darias, que ha admitido que el momento actual está marcado por la “variabilidad” entre comunidades. Aún así, a la ministra le “consta el esfuerzo de todas para seguir avanzando”, aseguró en rueda de prensa antes de insistir en “seguir animando a los padres y a las madres” para que los menores continúen vacunándose. Apuntó Darias, además, a la factura que ha pasado la explosión de ómicron en términos de contagios, también para quienes están en ese tramo de edad, que tendrán aún que esperar para ponerse la primera dosis.

Pero, ¿a qué responden las diferencias entre comunidades? El pediatra y epidemiólogo del Instituto de Salud Global de Barcelona Quique Bassat pone sobre la mesa algunos elementos, entre ellos, la mayor o menor incidencia del debate sobre la vacunación que se dio a las puertas de su autorización: “Influye la capacidad de transparencia y explicación de los riesgos-beneficios de las vacunas y en algunos sitios se ha hecho mejor que en otros; en unos ha habido más unanimidad al enviar el mensaje de que la vacuna es fiable y recomendable y en otros se ha mantenido cierto ruido o se han lanzado mensajes ambiguos. Si estás oyendo esto a tus propios especialistas... Igual no vacunas a tus hijos”.

Bassat afirma que entiende el debate porque los efectos del coronavirus en la población infantil son diferentes a los de la adulta, pero quizás “las voces que se han posicionado en la no urgencia de la vacunación” –que, asegura, “en algunas comunidades se han escuchado más que en otras”– ha hecho que “la gente se haya quedado con que hay ideas cruzadas y cierta controversia”.

La Asociación Española de Pediatría, por su parte, cree que las diferencias entre autonomías deberían “estudiarse a fondo”, pero Ángel Hernández Merino, miembro del Comité Asesor de Vacunas, apunta que podría estar influyendo “la organización o las decisiones que han tomado de facilitar y poner al alcance de la población la vacunación”, por ejemplo, vacunando, como ocurre en algunas comunidades, en las escuelas. “Además de la predisposición de las familias, las vacunaciones son muy dependientes de la accesibilidad”, asegura.

Los contagios siguen subiendo

En general, el ritmo de las inyecciones está muy condicionado por la avalancha de contagios de la sexta ola. Las vacunaciones pediátricas se abrieron el 15 de diciembre y pocos días después comenzó la escalada pronunciada de casos que ha llevado a España a registrar cifras nunca vistas hasta ahora. Y la cuestión es que quienes se hayan contagiado deben esperar ocho semanas tras el diagnóstico de la infección para ponerse la vacuna, que se considerará en ese caso pauta completa, según las directrices de Sanidad.

“Esto ha dado lugar a que muchos niños y niñas que tenían prevista la vacunación no hayan podido llevarla a cabo porque o bien estaban en cuarentena o aislados y ahora tengan que esperar. Las altísimas incidencias registradas hacen que se demoren las vacunaciones”, explica Hernández Merino, que asegura que “en muchas comunidades han quedado libres mucha citas por esta razón”.

Los menores de 12 años ya fueron el grupo de edad con más infecciones registradas a principios de diciembre, con incidencias que llegaron casi a doblar las del siguiente grupo de edad con más contagios. La explosión de ómicron hizo a situarse a la población de entre 20 y 40 años a la cabeza de infecciones, pero ahora, mientras la incidencia desciende en todos los demás tramos de edad, los niños y niñas son el único grupo en el que sigue en escalada, y se ha disparado: según los datos de Sanidad de este viernes, se sitúa en los 5.813 casos, 1.200 puntos por encima de los datos registrados el viernes pasado y casi 2.000 puntos más que el siguiente grupo de edad, el de los adolescentes de 12 a 19 años.

Coinciden las voces expertas en que esto está condicionando que aún casi la mitad de la población infantil no tenga la primera dosis puesta; por eso en la Asociación Española de Pediatría interpretan que la cifra actual (el 54,4% de vacunados con al menos una dosis) “es una buena proporción teniendo en cuenta estas circunstancias”, en palabras de Hernández Merino. Habrá que esperar a ver si a este ritmo se cumplen los objetivos que al inicio de la campaña marcó como ideales el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez: la intención del Ejecutivo, aseguró, es que el 70% tenga la primera dosis en la semana del 7 de febrero y la misma cifra tenga la pauta completa el 18 de abril.

Para Bassat, la cifra “no es mala” pero la compara con la campaña de vacunación de los adolescentes, con la que en tres semanas se alcanzó el 70%. “A mi me hubiera gustado ver un ritmo un poco más ágil, pero es verdad que la gran cantidad de infecciones influye mucho. A mediados de febrero ya deberíamos ver una cifra más ambiciosa y eso demostraría que las familias no están teniendo dudas”, indica el epidemiólogo.

Gráficos elaborados por Victòria Oliveres.