Un casco de hace 2.300 años hallado bajo el mar revive la batalla que abrió el camino del Imperio romano
Los remeros golpearon el agua con una cadencia firme y los cascos se abalanzaron en la mar de Sicilia. Las naves avanzaron hacia el choque y las cubiertas vibraron con cada embestida. Los romanos habían apostado la riqueza de sus familias en aquella flota y el desenlace llegó el 10 de marzo del año 241 a. C. Esa jornada, en las islas Egadas, la victoria de Roma sobre Cartago abrió el camino hacia un imperio con cara y ojos.
Un casco hallado en el fondo del mar confirma la magnitud de la batalla en Sicilia
En ese mismo contexto reapareció siglos después un casco de bronce de estilo Montefortino, enterrado en el fondo marino. Los buzos de la Sociedad para la Documentación de Yacimientos Sumergidos lo extrajeron junto con otras treinta piezas, entre ellas lanzas y espadas.
Los análisis mediante escáner revelaron que todas ellas pertenecían a la misma batalla. Francesco Paolo Scarpinato, consejero regional de Patrimonio Cultural de Sicilia, subrayó en un comunicado oficial de la Región de Sicilia que “el casco Montefortino es uno de los más bellos y completos jamás recuperados”.
La Primera Guerra Púnica había enfrentado a dos potencias de perfiles opuestos. Cartago basaba su poder en una armada veterana y en su red comercial, mientras Roma destacaba en la guerra terrestre con soldados ciudadanos poco habituados al mar.
El conflicto estalló en el 264 a. C. por el dominio de Sicilia y se prolongó 23 años. Roma aprendió a construir flotas copiadas de modelos cartagineses y creó el corvus, un puente móvil que transformaba el abordaje en combate de infantería sobre cubierta.
La sucesión de derrotas y victorias convirtió Sicilia en un cementerio de ejércitos y flotas. El desenlace llegó cuando Roma financió un último esfuerzo con aportaciones privadas. Cartago envió un contingente cargado de suministros para sus tropas, lo que restó agilidad a sus buques. Los romanos, con embarcaciones más ligeras y mejor adiestradas, lograron atravesar la línea enemiga. Gran parte de la armada púnica terminó hundida o apresada y Roma obtuvo el control del mar.
El casco recuperado formaba parte de aquella carnicería. Su estilo había nacido en el mundo celta y más tarde fue adoptado por los romanos. Contaba con una pieza superior destinada a sostener un penacho, un ala frontal que se proyectaba como una visera y placas articuladas que protegían las mejillas.
El arqueólogo Jeffrey Royal explicó a la publicación Live Science que “este era el tipo de casco más común en esa época. Lo extraordinario de este ejemplar es que parece conservar las carrilleras junto a la pieza principal, algo muy raro en nuestros hallazgos”.
Las Egadas siguen ofreciendo restos que recuerdan el inicio de la expansión romana
El fondo marino de Sicilia sigue entregando pruebas de aquella contienda. Años atrás apareció un espolón naval romano con una inscripción que citaba a Cayo Sulpicio Galo, magistrado que supervisó parte de la campaña. Otro espolón hallado en inmersiones previas fue limpiado y mostró la frase “Servio Sulpicio, cuestor, hijo de Gayo, aprobó”, que confirma su datación en los años de la Primera Guerra Púnica.
Los trabajos recientes incluyeron también un asa de bronce procedente del pecio conocido como Banco de los Peces, datado en el siglo V d. C. Los especialistas desconocen todavía a qué objeto pertenecía, aunque lo consideran parte de un hallazgo complementario de gran interés.
El resultado de la batalla convirtió a Sicilia en la primera provincia romana fuera de la península itálica y obligó a Cartago a pagar fuertes indemnizaciones. Roma obtuvo así un nuevo horizonte de expansión, mientras que su adversaria, aunque derrotada, aguardaba la ocasión de revancha.
A la vista de los acontecimiento recientes, con restos de armas, espolones y cascos como el Montefortino, las aguas de las Egadas guardan la memoria material del momento en que Roma inició la transformación en potencia imperial.
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