El interés por volver a la Luna crece gracias a la posibilidad de extraer materiales que aquí resultan muy contaminantes

La luna llena de septiembre es conocida como Luna de la Cosecha.

Héctor Farrés

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Un ecosistema siempre se sostiene gracias a un delicado equilibrio de recursos, y cada mineral, cada gota de agua o cada fuente energética influye de manera directa en su continuidad. La dependencia humana de materias primas resulta evidente en todos los ámbitos de la vida, desde la alimentación hasta la industria tecnológica, y cada extracción altera los entornos de origen.

El consumo creciente provoca tensiones ambientales y sociales que obligan a mirar más allá de la Tierra. Esta búsqueda de alternativas abre paso a nuevas fronteras, como las que se han planteado en torno a los cráteres de la Luna.

El análisis de miles de cavidades revela tesoros ocultos bajo la superficie lunar

Los cráteres de la superficie lunar han sido identificados como depósitos con un enorme potencial de metales preciosos y agua en forma de minerales hidratados, según el análisis liderado por el astrónomo independiente Jayanth Chennamangalam. El estudio estima que hasta 6.500 cráteres contienen platino, rodio y paladio, mientras que alrededor de 3.400 conservan agua atrapada. Estos hallazgos convierten a la Luna en un posible punto de abastecimiento importante para futuras misiones espaciales y para la industria tecnológica.

Los impactos de asteroides explican la acumulación de materiales escasos en determinadas regiones del satélite

La idea de que los impactos de asteroides originaron parte de estos recursos resulta fundamental en la investigación. Cuando cuerpos celestes colisionan con la Luna, parte del material sobrevive al choque y se acumula en los picos centrales de los cráteres. Este fenómeno explica la concentración de minerales de alto valor económico en regiones específicas del satélite.

De la estimación inicial de miles de cráteres, los investigadores redujeron las cifras a 38 con condiciones ideales para contener metales del grupo del platino y a 20 con probabilidad elevada de albergar agua concentrada. Aun con esta reducción, las cantidades superan lo que se espera encontrar en asteroides cercanos a la Tierra, lo que refuerza la opción lunar como terreno más prometedor.

La cercanía de la Luna ofrece ventajas logísticas frente a la minería en asteroides móviles

La minería en asteroides presenta serias dificultades técnicas, ya que estos cuerpos se mueven de forma imprevisible y requieren maniobras complejas de aproximación. La Luna, en cambio, permanece estable en su órbita y su cercanía a la Tierra simplifica las operaciones logísticas. Con una gravedad de apenas una sexta parte de la terrestre, incluso podría facilitar las tareas de extracción.

El potencial económico tampoco pasa inadvertido. Según cálculos aproximados, el valor de los metales que podrían extraerse de los cráteres asciende a mil millones de dólares, lo que situaría a la minería lunar como un posible motor de financiación para la exploración espacial. Esta estimación se suma a la relevancia estratégica del agua, ya que garantizaría el abastecimiento de futuras tripulaciones sin depender del transporte desde la Tierra.

Las normas internacionales y el debate científico marcan el futuro de la minería espacial

El marco legal plantea un obstáculo distinto. El Tratado del Espacio Ultraterrestre de 1967 establece que la Luna y otros cuerpos celestes no pueden ser objeto de apropiación nacional por soberanía o uso exclusivo. Esta disposición abre un debate sobre la explotación privada de los recursos espaciales y las normas que deberían regularla.

En este contexto, Chennamangalam sostiene que la explotación de recursos fuera de la Tierra puede convertirse en una vía real para financiar la exploración del sistema solar. “Si logramos monetizar los recursos espaciales, ya sea en la Luna o en asteroides, las empresas privadas invertirán en la exploración del sistema solar”, afirmó en la investigación.

La presión por los recursos impulsa la mirada hacia destinos fuera de nuestro planeta

A su vez, el geólogo Douglas Galante, citado por Jornal da USP, subraya que la minería espacial tiene un enorme potencial por la abundancia de minerales de interés económico en cuerpos celestes. Explica además que los recursos terrestres se agotan con rapidez y la extracción en la Luna podría ser una alternativa viable frente a la devastación causada por la minería tradicional en nuestro planeta.

La publicación en la revista Planetary and Space Science detalla que la mejor estrategia para localizar los depósitos consiste en recurrir a la teledetección orbital. Con este enfoque se reducen los costes y los riesgos de enviar sondas que podrían fracasar. Según los autores, la clave estará en identificar qué cráteres esconden los yacimientos más atractivos y en decidir cómo explotarlos de forma efectiva.

El debate científico y legal sigue abierto, aunque la idea de que la Luna se convierta en cantera de futuro ya es un hecho. Lo curioso es que ese satélite, siempre visible desde la Tierra, podría terminar convertido en un punto de suministro tan tangible como una mina terrestre.

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