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Así es Roman, el el telescopio de la NASA que pintará el retrato más detallado de la Vía Láctea

Núcleo galáctico de vía láctea con el complejo de nubes Rho Ophiuchi.

Ada Sanuy

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La NASA prepara un salto cualitativo en el conocimiento de la Vía Láctea. El telescopio espacial Nancy Grace Roman, cuyo lanzamiento está previsto para 2026 o 2027, llevará a cabo un programa de observación masivo denominado Galactic Plane Survey. El objetivo es mapear unos 20.000 millones de estrellas, cuatro veces más de las registradas hasta ahora, y utilizar su luz para analizar el polvo interestelar que se extiende entre ellas. Esta información permitirá elaborar el retrato tridimensional más preciso de la estructura galáctica y abrir nuevas vías para comprender cómo se forman las estrellas y los planetas.

Los científicos saben que el aspecto global de la Vía Láctea es similar al de otras galaxias espirales, pero la acumulación de nubes de polvo dificulta observar sus regiones más lejanas. Roman resolverá este obstáculo gracias a una cámara de gran campo equipada con filtros infrarrojos. La luz en este rango atraviesa las nubes con menos dispersión que la visible, de manera que permitirá ver más allá del “velo” que hasta ahora impedía detallar la otra cara de nuestra galaxia. Según la astrofísica Catherine Zucker, del Center for Astrophysics Harvard & Smithsonian, el proyecto permitirá transformar las concepciones artísticas actuales de la Vía Láctea en modelos basados en datos, con nuevas restricciones sobre la distribución tridimensional del polvo interestelar.

La clave de la investigación

La clave está en cómo el polvo modifica la luz estelar. Las longitudes de onda cortas, como la azul, se dispersan con facilidad, por lo que las estrellas ocultas tras nubes aparecen más rojas y tenues de lo que son. Al comparar las observaciones de Roman con la información conocida de cada estrella, los astrónomos podrán distinguir entre el efecto del polvo y la distancia real del astro. De esta manera, será posible inferir el tamaño y la composición de los granos de polvo y construir mapas tridimensionales que revelen cómo se distribuye este material por la galaxia.

Estos mapas no solo permitirán reconstruir cómo se vería la Vía Láctea desde fuera, sino que también servirán para compararla con otras galaxias observadas únicamente desde el exterior. Al situar nuestro entorno en ese contexto cosmológico, los científicos podrán investigar con mayor detalle la evolución de las galaxias espirales y las condiciones que impulsan o frenan el nacimiento de estrellas.

Todo lo que estudiarán el telescopio en detalle

El interés científico va más allá de la cartografía. El medio interestelar es la materia prima de la que surgen nuevas estrellas y sistemas planetarios. Roman estudiará cómo las nubes de gas y polvo se condensan hasta formar regiones moleculares, y cómo los vientos estelares de las estrellas jóvenes redistribuyen ese material en los primeros pasos hacia la formación planetaria. Como recuerda Josh Peek, del Space Telescope Science Institute, la propia Tierra se originó a partir de diminutas partículas de polvo que acabaron fusionándose en un planeta. Analizar esos procesos permitirá entender mejor los orígenes del sistema solar.

La misión también contribuirá a localizar cúmulos estelares jóvenes en zonas hasta ahora inexploradas y a profundizar en el estudio de regiones productoras de estrellas ya identificadas por telescopios anteriores, como el Spitzer. Al vincular la estructura en tres dimensiones del polvo con la distribución de las estrellas jóvenes, los investigadores podrán determinar cómo el entorno condiciona la formación estelar. Este enfoque aportará claves sobre si los brazos espirales de la galaxia actúan como desencadenantes de la creación de estrellas o simplemente como concentradores de material.

Cuál es el el papel del patrón espiral de la Vía Láctea

Otro de los objetivos es aclarar el papel del patrón espiral de la Vía Láctea. Aunque se reconoce su importancia en la dinámica galáctica, no está claro si este “atasco cósmico” estimula directamente la formación de nuevas estrellas o si su función es solo reunir gas y polvo. Roman proporcionará datos a gran escala que, combinados con modelos de velocidad estelar, permitirán contrastar teorías sobre el origen de la estructura espiral y sobre el papel del bulbo central en los ciclos de nacimiento estelar.

El proyecto está en las últimas fases de planificación y los datos estarán disponibles públicamente a través del Roman Research Nexus y del archivo Mikulski del Space Telescope Science Institute. Para los investigadores, el legado será duradero: los resultados podrán ser analizados durante décadas y, en palabras de Peek, incluso personas que aún no han nacido podrán hacer ciencia con ellos. Roman está gestionado por el Goddard Space Flight Center de la NASA, con la participación del Jet Propulsion Laboratory, Caltech/IPAC y el Space Telescope Science Institute. El lanzamiento no será más tarde de mayo de 2027, aunque el equipo trabaja para adelantarlo a otoño de 2026.

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