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La sonda china, la cara oculta de la luna y los brotes que solo vivieron dos días en el espacio

Brotes de algodón germinando en la luna, ahora ya muertos

David Sarabia

A estas alturas, nadie puede dudar que la misión Chang'e 4 china ha hecho historia. Por dos cosas: la primera, aterrizar un vehículo en la cara oculta de la luna, ese lugar que a lo largo de los años ha sido fuente de tantas intrigas para el imaginario colectivo y cultural de la humanidad. La segunda: conseguir germinar semillas de algodón en un container cerrado, en unas condiciones desconocidas hasta ahora y a miles de kilómetros de distancia de la Tierra. Una pena que las plantas extraterrestres solo hayan aguantado vivas dos días.

Lo ha confirmado a Xinhua Net el científico y director del experimento, Xie Gengxin: “La vida en el container no sobreviviría a la noche lunar”, ha dicho. Las causas son varias, pero la principal es que por las noches en la luna hace frío, mucho, llegándose a alcanzar temperaturas cercanas a los 170 grados centígrados bajo cero.

De nada ha servido que el recipiente, de 19,8 centímetros de largo por 17,3 de diámetro y que pesa 2,6 kilos, llevase incorporado un termostato para mantener la temperatura interior a unos 25 grados y estuviera aislado frente a la radiación que emite la luna. También contenía tierra, aire, agua y unos tubos con luz natural de la Tierra para ayudar a las plantas a hacer la fotosíntesis.

A esto hay que añadir que Chang'e 4, que fue lanzada al espacio el pasado 7 de diciembre y aterrizó el 3 de enero en la luna, ha entrado en modo ahorro de energía coincidiendo con el inicio de la noche lunar el pasado domingo y que durará hasta el próximo 27 de enero. Exactamente 14 días.

Patatas, algodón, moscas: todos muertos

El algodón no fue el único elegido para viajar a la luna. El equipo chino incluyó además semillas de colza, patata, arabidopsis (una planta), levadura y mosquitos de la fruta. La elección no es baladí, ya que la levadura estaba llamada a ser el agente para descomponer los desechos de los mosquitos y las plantas muertas y así servir de sustento a los insectos. Solo el algodón consiguió germinar el pasado martes. A estas horas ya todo está muerto y el experimento, que ha costado 1,47 millones de dólares (1,29 millones de euros), fracasado.

Todo se corromperá en los mismos containers y, según la Administración Nacional China del Espacio (CNSA), esto no afectará en nada al ecosistema ni al medio ambiente de luna. Aunque esta no es la primera vez que se intentan germinar plantas extraterrestres (en la Estación Espacial Internacional se han cultivado vegetales y en el laboratorio espacial chino Tiangong-2 se ha hecho lo propio con arroz y arabidopsis), Xie Gengxin recuerda que “no habíamos experimentado esto antes. Y no podíamos simular el ambiente lunar, como la microgravedad y la radiación cósmica, en la Tierra”.

El experimento chino, que se ha quedado en mera anécdota si no fuera porque es la primera vez que el ser humano explora la cara oculta de la luna, también se ha visto salpicado por la polémica: las fotografías que publicó el pasado martes Xinhua News, la agencia oficial de noticias del gobierno chino, no estaban tomadas en la luna, sino en la Tierra.

En este enlace se pueden ver más fotos del mismo experimento que se ha llevado a cabo en la luna. Fue el periodista Alan Wong quién desmintió las imágenes publicadas por la agencia de noticias china, asegurando que estaban hechas “en el centro de control de la Tierra”. Según él, “los brotes del experimento lunar (la primera y la tercera imagen del enlace) son notablemente menos prominentes”.

Sorteando el bloqueo de las comunicaciones en la luna

Al margen del experimento, poco más se sabe de los designios de la Chang'e 4 en la luna. Dentro del módulo de aterrizaje hay un vehículo de seis ruedas, Yutu 2 (que significa conejo de jade en castellano) y hasta ocho instrumentos científicos que la sonda utilizará para tomar muestras y analizar el terreno del cráter Von Kármán, donde ha aterrizado.

En la cara oculta de la luna, por ejemplo, no existen depósitos volcánicos oscuros (conocidos como maria), a diferencia de lo que sí ocurre en el lado visible. Otro de los problemas a los que se enfrentan los científicos chinos son las comunicaciones, mucho más difíciles de llevar a cabo desde el otro lado de la luna. Según cuenta Space, la masa rocosa bloquearía gran parte de las señales que envíe Chang'e 4 hacia la Tierra.

Por eso el pasado mayo China lanzó un satélite llamado Queqiao y que ahora actúa de puente entre la sonda y nuestro planeta. Un hito de la ingeniería que no esconde el verdadero interés detrás de todo esto: cuando los recursos naturales de la Tierra se agoten, los humanos necesitaremos un nuevo lugar al que ir y en el que cultivar alimentos. ¿Será la luna?

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