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Las revoluciones de moda y la realidad

Ricardo Galli

¿Que los RSS eran el futuro de las publicaciones online y pretendíamos que todos los medios lo publicasen con el texto completo? Hoy no lo usa casi nadie, y la mayoría de usuarios de Internet ni saben lo que es.

¿Que los pingbacks y trackbacks eran la forma de establecer conversaciones? Hoy nadie sabe para qué sirven, los que sí nunca lo usan. Incluso Wordpress tiene muchos fallos aceptando pingbacks, pero no parece ser una gran preocupación de los editores.

¿Que los blogs eran el futuro de la información y debate? Nos olvidábamos que para generar buen contenido hace falta talento y mucho tiempo que les roba a otras actividades que son las que les dan de comer. Hoy la mayoría de los blogs “informativos” se basan en traducciones y refritos de noticias que aparecen en otros sitios y mucha opinión, muy pocas veces se publican noticias originales y primicias.

¿Que la publicidad corrompía[sic] a los blogs? Hoy, muchos de los que siguen en marcha están profesionalizados, muchos bajo el paraguas de medios de información que les gestionan la publicidad.

¿Que la publicidad tipo AdSense era una democratización de la publicidad que permitiría ganar dinero con los blogs? Hoy no alcanza para nada, se paga muy poco, exigen intersticiales muy molestos... y en España las grandes cuentas siguen controladas por las “centrales de medios” (aunque con los recortes de los grandes anunciantes, como Telefónica y ECI, el tema se pondrá más complicado).

¿Que el Long Tail solucionaría todos los problemas de oferta-demanda y el acceso a las buenas obras? Hoy tenemos a Amazon y Apple metidos en líos judiciales por fijación de precios, monopolios y contratos cruzados con los editores de siempre.

¿Que Second Life era el futuro para casi todo? Hoy pocos saben de qué hablo. La expectativas de Second Life fueron creadas sobre todo por los medios, pero no tomaron en cuenta que el 3D tiene problemas de adaptación sensorial -se intenta en el cine desde hace décadas y no acaba de calar-, y que hasta el subcapítulo Web3D del famoso SIGGRAPH fue cancelado en 2001 por la falta de interés comercial y académico.

¿Que la Realidad Aumentada iba a cambiar radicalmente hasta la forma en que íbamos al W.C.? Hoy es residual, y siguen mandando los juegos, además de las killer apps que no tienen nada de “realidad aumentada”, son bastante tradicionales en su interfaz. Todavía no se resolvieron problemas prácticos, como consumo de batería, precisión y tiempos de respuesta de los sensores de orientación. Aunque se solucionen, tampoco podemos estar seguros que tenga una aceptación masiva.

¿Que las redes sociales, especialmente Twitter, iban a matar a los “viejos medios”? Hoy sabemos que, salvo rarísimas excepciones, los que tienen más seguidores -y los únicos que superan el millón- son famosos de TV, cantantes y artistas “tradicionales”. También sabemos que de lo que más se habla en Twitter son de programas de TV, o las primicias que sacan a cuentagotas los medios tradicionales. El mejor artículo de un blog raramente supera las pocas decenas de miles de lecturas, un programa como El Hormiguero tiene cinco millones de espectadores.

¿Que los “nuevos medios” matarían a los viejos? Hoy la TV está mejor que nunca, la radio sigue coleando con bastante salud, la prensa está todavía mal porque no puede encontrar su modelo de financiación (relacionado con el mal estado de la publicidad en Internet) pero siguen apareciendo cada día nuevos medios. De hecho ha ocurrido casi lo contrario, los “viejos medios” se han apropiado de las redes sociales.

¿Que con la calidad del buscadores como Google o la Wikipedia tendríamos mejor información y periodismo? Pero se siguen publicando y divulgando bulos, información incorrecta, pseudociencia, fotos y vídeos fuera de contexto que parecen relatar lo opuesto a lo ocurrido realmente, etc. El conocimiento está accesible, pero aunque esté a un clic de distancia, hay que saber interpretarlo. Un artículo de la Wikipedia no sirve para explicar un tema complejo, hay que acceder a más fuentes, analizar, estudiar. En un mundo complejo, el conocimiento también lo es. Para poder resumirlo hace falta leer y estudiar mucho o saberlo previamente. Aunque esté a un clic, el esfuerzo intelectual (y de tiempo) necesario sigue siendo elevado. Por otro lado, lo que suele suceder es que pocas veces se usa el buscador o la Wikipedia, cuando tenemos una idea -normalmente sesgada- no queremos buscar datos que quizás la contradigan. Así, “no consultar fuentes” es una forma de evitar aprender lo que “no conviene”, mientras más sabes más dudas tienes, cuanto más dudas tengas, menos convencido estás de la originalidad y valor de lo que opinas.

Hoy el tema de moda -sobre todo entre periodistas- es el Big Data, pero se olvidan de comentar sus problemas (1, 2), y que si se tienen problemas para comprender estadísticas básicas -y los peligros de su mal uso-, es aún más complicado obtener información de muchos más datos que llevan también mucho ruido. Seguramente en un par de años, cuando haya pasado la moda, el “big data” volverá a ser lo que era, un tema de profesionales muy especializados.

Lo común en todas estas historias es que la historia se repite. Cuando se empezó a popularizar el teléfono, la radio y hasta la TV por cable, el discurso de los optimistas fue muy similar: que se acabarían las guerras, los monopolios de grandes empresas, que la información cambiaría el mundo en muy poco tiempo. La realidad es que nos gusta hacer predicciones, que los gurús y opinólogos de las “nuevas tecnologías” suelen ser tecno-centristas y que viven de sus predicciones, pero ignoran que la sociedad es muy compleja, resistente a los cambios, y que las “ciencias sociales” todavía son incapaces de predecir los gustos y adopción de productos de cientos o miles de millones de personas.

Por otro lado, me llama la atención lo poco que se habla de algunos cambios sociales importantes que se produjeron en los últimos veinte años. Uno de ellos no deja de sorprenderme: entrar a un restaurante y ver que en todas las mesas están con el móvil -incluso señoras y señores maduros-, o ir a una plaza y ver a muchos niños y adolescentes sentados juntos cada uno consultando su teléfono. Quizás no se hable de ello porque no da para publicar artículos cada día, y porque analizar sus consecuencias requiere muchos estudios y datos. Aún así, personalmente me flipa cada día.

Ilustración: Self licking brain freeze, de David Vallejo

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