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La tasa Google que debería pagar Menéame

Ricardo Galli y Benjamí Villoslada, socios fundadores de Menéame

Ricardo Galli

En la rueda de prensa del Consejo de Ministros del viernes 14 de febrero se presentó el proyecto de la nueva Ley de Propiedad Intelectual. Dado el interés personal con este tema, la seguí en directo por TV. Mi sorpresa fue enorme cuando escuché al ministro Wert presentar a lo que conocemos como “tasa Google”. Por sus explicaciones quedaba claro que Menéame estaría obligada a pagar estas tasas.

El texto confirma lo explicado por el ministro: los agregadores de noticias que incluyan un breve “fragmento no significativo” de la misma estarán obligados a pagar una tasa destinada a los medios y recaudada por CEDRO.

El objetivo -anunciado desde hace tiempo- es Google News. Aunque ya es absurdo que se pretenda cobrar una tasa a quien te envía “tráfico intencionado” (personas que están interesadas en el tema) sin pedir nada a cambio, es más absurdo que se pretenda cobrar esa misma tasa a agregadores como Menéame u otros sitios pequeños que periódicamente hagan una selección de noticias con sus respectivos enlaces.

Independientemente de las intenciones reales -y desconocidas- del gobierno (unos hablan de sólo interés económico, otros de una amenaza a Google, otros de una forma de control de la prensa entregándoles en bandeja al objeto de su caza), el proyecto de ley genera víctimas colaterales a las que obligan a participar en una batalla donde nadie puede ganar nada. Desde la tarde del mismo viernes diversos medios y agencias titulaban “Google News y Menéame deberán negociar las tasas a pagar”.

El domingo 16 publicamos el posicionamiento de Menéame sobre este tema, acompañado de un análisis con datos económicos que demuestran que son los sitios enlazados -especialmente los medios de comunicación por sus ingresos muy superiores a la media en conceptos de publicidad- los que más se benefician de los enlaces que se envían a Menéame. Las visitas únicas y directas desde meneame.net generan ingresos hasta veinte veces superiores a los que ingresa Menéame por cada página vista. También hicimos públicos los datos de facturación de Menéame. Por los límites autoimpuestos en la cantidad y tipo de anuncios como también por la caída de los precios de la publicidad on-line, los ingresos durante 2013 no alcanzaron a cubrir los costes, cerramos el periodo con 10.000 euros de pérdidas.

Muchos se sorprendieron -empezando por los propios usuarios de Menéame- que tengamos ingresos tan bajos de publicidad con un volumen de tráfico tan alto, incluso algunos directivos de medios están convencidos que estamos ganando fortunas a su costa. El problema es que incluso para Internet están mal acostumbrados. Los medios tienen ingresos medios muy superiores a los que dan AdSense o agencias de publicidad en Internet: tienen contratos directos con grandes agencias y empresas, auspiciantes, publicidad institucional y formatos de publicidad tan invasivos como los intersticiales o cambios generales hasta en el aspecto global del sitio.

En Menéame no podemos poner ese tipo de publicidad, es un sitio construido por sus usuarios y visitados por muchos más que lo hacen porque la carga es rápida y la navegación muy sencilla. Si empezamos a incluir formatos intrusivos, la comunidad y lectores desaparecerían antes que nos diésemos cuenta. Por otro lado, los socios somos usuarios de Internet desde hace muchos años, desde antes que se inventase el “banner”. Hemos sido testigos de la evolución hacia estos formatos cada vez más molestos, desde animaciones Flash que te ponen el procesador a 100 grados, a vídeos y audio que te dan un susto de muerte cuando se disparan automáticamente. Nos molesta profundamente, y por lo tanto no podemos tratar igual a nuestros usuarios. Citando a mi socio Benjamí Villoslada: si quisiésemos insultar a nuestros usuarios no lo haríamos por dinero, no seríamos tan indignos.

Estas restricciones en cuanto lo que podemos poner de publicidad hace que los ingresos sean muy inferiores a los de los medios. Estamos trabajando con diversas agencias para ver si podemos lograr acuerdos de publicidad no molesta y mejores márgenes, también de forma muy estrecha con AdSense de Dublín, que nos hacen análisis de cada anuncio y hasta están introduciendo modificaciones en sus programas para que podamos hacer el sitio aún más ágil para las versiones móviles.

Es decir, estamos buscando la vuelta a mejorar los ingresos publicitarios, pero por ahora la situación es la que es: los ingresos apenas alcanzan para mantener e ir introduciendo mejoras al sitio, tampoco esperamos que los ingresos publicitarios mejoren automáticamente por la salida de la crisis.

Por ello es injusto pretender cobrar una tasa a un sitio que no sólo genera ingresos superiores al del propio sitio, también que la situación económica imposibilita pagar una tasa adicional, a menos que esta sea simbólica. Pero modificar una ley tan importante como la LPI, aumentando las restricciones (es decir, reduciendo libertades) hasta el punto de cargarse el derecho a cita sólo para poner una tasa simbólica no tiene sentido (si eso ocurriese sería otra clara demostración de la inutilidad y ridiculez del proyecto). La única esperanza es que el texto sea modificado en su tramitación parlamentaria y que quedemos fuera de esta batalla en las que nos metieron sus redactores sin siquiera saber que existe Menéame (no exagero, parece que los funcionarios técnicos a cargo ni habían oído hablar de nosotros).

Si la tasa se aprueba, tenemos pocas posibilidades de sobrevivir en España. Por la interpretación de los abogados y expertos, la tasa será de pago obligatorio a los agregadores aunque no enlacemos a los sitios de los medios. Estos, a su vez, no pueden renunciar a ese “derecho universal” (no es broma, también le llaman derecho a lo que estás obligado) y quedar excluidos. De ser así, la única solución que tenemos es llevar a Menéame a otro país o cerrar.

Nadie se beneficiaría, en el mejor de los casos los medios mantendrían las mismas visitas pero no cobrarían ni un céntimo por las tasas, Menéame debería enfrentar una “emigración” a otro país, pagando impuestos y hasta un administrador legal allí. Es casi una sentencia de muerte al sitio, y hasta pérdida de los impuestos que pagamos rigurosamente.

¿Alguien gana algo? ¿O perdemos las dos partes?

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