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El apagón de Fotolog y el destino fatal de otras redes sociales

El destino final de las redes sociales

Belén Remacha

Fotolog se fue sin despedirse el pasado 7 de enero. Desde ese día, los usuarios que intentan acceder a sus cuentas encuentran un mensaje de error. No hubo anuncio, aunque sí pistas. La última publicación de su página española de Facebook databa de junio de 2015, y la web ya llevaba caída varios días.

Hace dos semanas desapareció definitivamente de la Apple Store y Google Play. Con ella se fueron todas las fotos de las cuentas que quedaban activas (aunque no se empleasen desde hace 6 años). En principio ya no se podrán recuperar, lo cual ha sido el principal foco de quejas estos días de los antiguos usuarios.

Con Fotolog también se fue una época. Y cómo no, las redes sociales se llenaron de nostalgia. Nació en 2002, después del estallido de la burbuja puntocom, de la mano de Scout Heiferman y Adam Seifer. Alcanzó su esplendor entre 2006 y 2008, llegando a tener más de 30 millones de usuarios.

Fue, además, el germen de la locura en torno a las redes sociales que vivimos actualmente. Algo que parece que se le vino grande a la empresa, más aún con el aterrizaje ese mismo año del fenómeno Facebook, que aportaba muchas ventajas respecto a ella.

Un terremoto que ha sido imparable. En el último trimestre de 2015, Facebook volvió a ganar usuarios: ya son más de 1500 millones. ¿Por qué unas redes sociales cierran y otras, como la de Zuckerberg, siguen acumulando perfiles después de 8 años en funcionamiento? José Antonio Gallego, autor del libro Comunidades virtuales y redes sociales, reconoce que esa es “una pregunta que nadie sabe responder”.

El cierre es el destino final

“Las redes sociales tienen un momentum, ha habido algunas que han surgido antes y no lo alcanzaron porque quizá no era el momento oportuno, no era lo que demandaba la gente”, nos dice Gallego. “El destino normal y natural de una red social es cerrar, por mucho éxito que haya tenido. Ahí tenemos casos como el de Fotolog. Acaba afectando a todas las redes sociales, también lo vemos en Linkedin o Twitter, cuyo momento de crecimiento está pasando”, continúa.

La pregunta que todo el mundo se hace es ¿pasará alguna vez el momentum de Facebook? Gallego no lo tiene claro: “es difícil decirlo, pero mi impresión es que sí. Al principio, las redes sociales tenían un público escogido, no se hicieron para hablar con tu madre, con tu vecino o con tu compañero de trabajo, no querían ser un reflejo de tu vida diaria. En el caso de Facebook, triunfó entre el público universitario. El objetivo era comunicarte con gente que te interesa conocer o con la que tienes cierto grado de afinidad”.

Hoy el panorama es completamente diferente. Todo el mundo está en Facebook. “Cabe esperar que la gente acabe migrando, reduciendo su actividad y acudiendo a redes donde esté más el tipo de gente e interacción que desean”, dice Gallego.

Y es que ese momento no parece estar cercano. Una de las evoluciones que propone el escritor para la red social es que se acabe convirtiendo “en un estándar de comunicación, como el móvil o el teléfono”. De momento ha tenido competidores, como Google+, que no lograron dar con su fórmula de éxito.

Los problemas de Twitter

Twitter atraviesa, desde que salió a bolsa, una serie de problemas de negocio con los que está lidiando. Además, por primera vez, el pasado septiembre Instagram logró superarle en número usuarios. El martes, de hecho, sufrió una sonora 'caída' de sus servidores, la tercera en menos de una semana.

Con dos horas de duración, fue la más larga de sus diez años de historia. La explicación desde la plataforma: “el problema estaba relacionado con un cambio del código interno”. Los rumores se han disparado, ¿tiene algo que ver con su propuesta de ampliar su límite de caracteres a 10.000?

A pesar de todos esos sucesos, Gallego no cree “que la salud de la red social sea tan mala”. “Su popularidad nació de que los grandes músicos y actores se podían comunicar con sus fans”, explica. Fue, además una herramienta esencial en movimientos como el 15M o las primaveras árabes. “Es una forma de comunicación de uno para muchos, y como método informativo sigue siendo muy útil. Lo veo con salud en ese sentido, aunque tenga que completar objetivos de negocio”, nos dice.

Otro sonoro apagón (que no se ha llegado a materializar, pues nunca ha llegado a cerrar) fue el de Tuenti. La red social que lo fue todo para los jóvenes españoles de entre 15 y 20 años desde 2008 hasta 2012. En 2011 tenía 30.000 millones de páginas vistas al mes. Gallego explica su teoría sobre aquella caída: “lo que no se supo hacer desde Tuenti fue ofrecer una alternativa a su público una vez que iba creciendo. Tampoco fueron capaces de internacionalizarse, sus usuarios fueron siempre españoles”.

Otro fallo de aquella red social respecto a Facebook, que desde que se implantó fuertemente en España le quitó mucho mercado, era que las aplicaciones eran únicamente propias, “a diferencia de Facebook, en la que cualquier desarrollador puede crearlas y eso abre la plataforma”. Poco a poco los jóvenes empezaron a migrar y comenzó a no ser rentable. Los dueños supieron reinvertarse y se quedaron con la marca para otros proyectos (ahora es una operadora de móvil virtual).

El milagro MySpace

El caso de MySpace es curioso. En España aterrizó en 2007 y nunca llegó a despegar del todo, pero en EEUU fue la primera red social realmente grande. Murdoch llegó a adquirirla en 2005 por 580 millones de dólares. 6 años después, Specific Media la compró por 35. Pero contra todo pronóstico, sigue ahí. En enero de 2015 anunciaron que su crecimiento en el último año era del 575%, llegando a los 50,6 millones de usuarios.

De hecho, el pasado septiembre, Tim Vanderhook, uno de los fundadores de la empresa, anunció un relanzamiento del sitio web, enfocado al público más joven (que en sus años de gloria todavía no sabía encender el ordenador). Y sobre todo, alrededor del negocio de la música, lo que le hizo triunfar. Justin Timberlake, que también estuvo involucrado en aquella compra, fue la imagen de un renacimiento que rompe los esquemas de la que parece ser la evolución natural e inevitable de las redes sociales.

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