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Ni virtual ni aumentada: Magic Leap es realidad mixta y cuesta casi 2.000 euros

El dispositivo Magic Leap

David Sarabia

El cine puede representar y contar historias, pero aún necesitamos de la tecnología para materializarlas ante nuestros ojos. La realidad virtual y la aumentada serán las grandes disciplinas llamadas a salvarnos, en los próximos años (si no es ya mismo), de la aburrida vida cotidiana y gris a la que nos enfrentamos cada día.

Que ocurra lo que en Ready player one solo es cuestión de tiempo. En la película de Steven Spielberg, Wade Watts se enchufa a Oasis y cambia un decadente planeta Tierra por un mundo virtual, donde puede ser y conseguir prácticamente todo lo que quiera. Antes incluso de la publicación del libro de Ernest Cline en 2011 (que inspiró posteriormente a la cinta), en Magic Leap ya pensaban en cómo enchufar al ser humano en otra realidad distinta. Ocho años después han hallado la respuesta.

Se llama Magic Leap One Creator Edition y también se trata del primer dispositivo de realidad mixta. A saber: la principal diferencia entre la realidad aumentada (AR) y la virtual (VR) es que la primera usa al entorno para generar contenido mientras que la segunda lo crea, de tal forma que no necesita a la realidad (la nuestra, donde nos encontramos) para transportar al jugador a otro mundo. Pero, ¿qué pasa cuando tenemos un aparato que hace las dos cosas?

Hay diversidad de opiniones entre los periodistas estadounidenses que ya las han probado. Salieron a la venta este miércoles en seis ciudades de los EEUU por un precio prohibitivo (2.295 dólares, unos 1.980 euros), pero todos coinciden en que el headset no está orientado al usuario final, sino al desarrollador; que desde ya puede ponerse a pensar en juegos y aplicaciones para el chisme.

Las Magic Leap One Creator no son las gafas, sino el nombre completo del aparato, que consta de tres partes. Las lentes, que se llaman Lightwear y que conectan por cable con la CPU, que recuerda a un viejo discman y al que han apodado Lightpack, y el controlador inalámbrico. Este último tiene un panel táctil bastante grande, incorpora vibración y cuenta con pocos botones (tres para ser exactos).

¿Qué se puede ver?

Dicen los que ya han usado las Magic Leap que “todo depende de lo que venga después”. El concepto es novedoso porque pone la realidad aumentada delante de nuestros ojos. No es como jugar a Pokémon Go con el teléfono móvil: allí, los bichos aparecen y desaparecen en la pantalla y si levantamos la cabeza, la realidad deja de ser aumentada y se convierte en nuestra realidad.

El factor de la inmersión, algo que tanto le ha costado (y le cuesta) perfeccionar a la realidad virtual, viene integrado en este dispositivo. Los privilegiados que ya han probado las Magic Leap opinan que el concepto aún está un poco verde y que “el pequeño campo de visión de la pantalla no cubre todo lo que ves en la habitación”, según Scott Stein, el periodista de CNet. Joann Stern, del Wall Street Journal, va en la misma línea: “el Lightwear tiene un campo de visión limitado que constriñe la experiencia”, dice en su review.

La crítica principal es esa: no saber muy bien dónde están situados los elementos generados por el dispositivo. Teniendo en cuenta que casi se trata de una beta, parece un aprobado más que suficiente para pasar el primer corte: el de los desarrolladores de aplicaciones. Si a esto le sumamos el hecho de que Rony Abovitz, el creador de la empresa allá por 2010, admite que ya hay otro dispositivo en camino que estará orientado al público general, relega a esta primera versión a una mera prueba de concepto.

Hay problemas menores, como que el usuario no pueda ponerse las Lightwear al mismo tiempo que usa gafas (la empresa dice que sacará lentes graduadas en función de las dioptrías que tengamos), que los objetos grandes se vean peor que los pequeños o que al acercarse a un elemento, este se difumine. El campo de visión es de 50 grados (que ya es más que el de las Microsoft HoloLens y que se venden por unos 3.000 dólares), que Abovitz asemeja al de un cono. Por eso, cuanto más lejos esté el objeto, más grande parecerá.

4.000 millones de euros sin hacer nada

La startup fundada por el empresario en 2010 y con sede en Florida (EEUU) ha recibido sumas de dinero en el pasado por valor de hasta 2.300 millones de dólares. Entre los donantes se encuentran grandes empresas y bancos como Google, JPMorgan y Alibaba, entre otros. No es de extrañar entonces que en el año 2016, Forbes estimase que la empresa valía cerca de 4,5 millones de dólares (unos 4.000 millones de euros). Por cierto que ya en aquellos días Magic Leap anunciaba a bombo y platillo el dispositivo, que se ha ido retrasando hasta ahora.

La empresa que llama “magos” a sus empleados, crea los elementos de la realidad aumentada imitando la forma en la que entra la luz natural a nuestro ojo. Lo hacen generando luz digital a diferentes profundidades, a través de un sistema de cámaras y de una lente a la que llaman “chip fotónico”. Después, esas imágenes se envían por separado a cada ojo.

Las Lightwear usan una placa Nvidia Tegra X2, cuentan con 8GB de memoria, 128 GB de almacenamiento y una batería que, teóricamente, dura hasta tres horas y se carga vía USB-C. También tienen una clavija jack, Bluetooth y wifi. Al tratarse de algo tan caro, Magic Leap da la opción de comprarlas pagando 495 dólares más (unos ee euros). El servicio lleva incluida la sustitución en menos de 24 horas del aparato por si este sufre un siniestro total que lo deje frito. Mientras que la compañía baraja ampliar el radio de ciudades de EEUU en las que vender el aparato, en Europa observamos con ojos llorosos los comienzos de la realidad mixta.

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