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The Guardian en español

Los bares belgas defienden sus jarras de cerveza frente a los turistas a la caza de souvenirs

Jarras de la cervecera belga Brugse Zot.

Daniel Boffey

Bruselas —

Aunque la cerveza belga es famosa por su calidad, parece que para algunos turistas la propia bebida no es suficiente. Los bares y las cafeterías en las ciudades más bonitas del país denuncian que cada año se pierden decenas de miles de sus elegantes jarras a manos de cazadores de souvenirs. Pero los proveedores del objeto cultural más famoso de Bélgica están respondiendo de una forma poco ortodoxa.

En Brujas, Philip Maes, dueño de Burges Beerwall –situado a los pies del Groenerei, el canal central de la ciudad– ha invertido en alarmas de seguridad adheridas a cada una de las jarras. “Perdemos al menos 4.000 al año”, señala Maes. “A los turistas les gusta especialmente andar con ellas. Por alguna razón, algunos clientes creen que cuando pagan por una bebida, reciben la jarra de regalo”, añade.

“Este sistema de alarma cuesta 4.000 euros, pero ya teníamos una buena parte porque tenemos una tienda de cerveza. Ya había un escáner a la salida y la cafetería es parte del negocio”, afirma Maes.

Más al este, en Gante, el Dulle Griet, un bar que ofrece 500 tipos diferentes de cerveza, ha ido un paso más allá para garantizar la seguridad de sus jarras más preciadas. “El que beba nuestra cerveza casera nos debe entregar su zapato”, explicó Alex Devriendt al periódico belga Nieuwsblad. “Entonces los ponemos en un cesto que elevamos hasta el techo. El cesto ahora se ha convertido en una atracción, pero para nosotros sigue siendo una garantía. Las jarras son bastante caras porque las fabrican especialmente para nosotros”.

“Tenemos que ampliar nuestro inventario a diario. Los turistas simplemente quieren un recuerdo. Algunos incluso intentan arrancar de la pared los carteles vintage. En invierno desaparecen muchas cosas porque tienen abrigos anchos donde esconderlas. En veranos tienen más difícil esconder el botín”, añade Devriendt.

Las jarras de cerveza alemanas tienen una gran diversidad de formas y tamaños, de copas y cálices a flautas y las llamadas tulipanes, diseñadas para cervezas que saben mejor cuando tienen una buena capa de espuma. Se dice que una de las favoritas de los turistas de Brujas son las jarras que llevan la insignia de Brugse Zot, la única cervecería central de la ciudad.

La compañía familiar se las da gratis a los bares como una forma de promocionar su producto, pero reconoce que es algo caro. “Aquí en Brujas, cada mes tenemos que entregar mil jarras nuevas más”, afirma Jan Paillaert. “Las jarras son un mal necesario para los fabricantes de cerveza. Son nuestra tarjeta de presentación, por lo que te interesa que todos los bares las tengan en todo momento. Pero te cuesta dinero cuando la gente se empieza a ir con ellas. Los bares de hoteles son incluso peores que las cafeterías. Desaparecen muchas más”.

Traducido por Javier Biosca Azcoiti

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