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Cooperar, descentralizar, repartir: una suma para lograr una ciudad más justa, más democrática y más amable

Puerta del Sol de Madrid

Nacho Murgui

Concejal de Ahora Madrid —

La ciudad, la polis, es por excelencia el escenario de la política, el espacio en el que las personas se encuentran para tratar sus asuntos comunes. Evidentemente, esta acepción de la política resuena ya lejana. Hoy, asimilado al ejercicio del poder, “lo político” aparece denostado. La desafección política tiene que ver, desde luego, con las formas tan decepcionantes y amorales que han presidido el ejercicio del poder por parte de algunos sectores de la clase política. También con el despliegue de una concepción de las cosas que nos aleja de todo lo que tiene que ver con el bien común y con las distintas formas de cooperación que han garantizado el desarrollo de la sociedad hasta nuestros días.

Así pues, es necesaria una reparación de todo lo que tiene que ver con los “asuntos comunes”. La presencia de los otros, el pluralismo, el respeto por lo diferente, la tolerancia y la capacidad de cooperar con los demás sin pretender asimilarlos es una condición de la libertad y un freno frente al totalitarismo y la violencia.

Como decía, es necesaria una reparación de las condiciones en las que se debe dar la cooperación, y la ciudad es un escenario privilegiado de ese proceso. Como decía Richard Sennett en su libro Juntos, reparar puede significar restaurar, regresar a una situación pasada. También rehabilitar una situación anterior introduciendo mejoras aquí y allá. La sociedad ha ganado en complejidad y, por tanto, las estrategias que apuntan hacia una vuelta al pasado son inviables y poco deseables. La reparación de la política y de la democracia precisa de una reconfiguración de las formas de gobernar y de hacernos cargo de los asuntos comunes, reasignando funciones a los diferentes componentes, añadiendo algunos nuevos y eliminando otros.

La Administración local, el gobierno de las ciudades, debe ponerse a la cabeza de este necesario proceso de reconfiguración de la política y de las formas de gobierno. ¿Cómo? Dando nuevas funciones a los diferentes elementos que la componen mediante un proceso de descentralización que dote de recursos y capacidad a los órganos más cercanos a la gente -en el caso de Madrid, a las Juntas Municipales de distrito- e incorporando a los vecinos y vecinas y a sus organizaciones a la definición, la gestión y la evaluación de las políticas públicas a través de la participación ciudadana y de la cooperación público social.

Con esa vocación hemos trabajado en el Ayuntamiento de Madrid. Gracias a ese esfuerzo, hoy las Juntas Municipales de Distrito cuentan con más competencias y capacidades para dar respuesta, desde el ámbito de proximidad, a los problemas que plantean nuestras vecinas y vecinos. Gracias a ese esfuerzo, contamos también con una ordenanza de cooperación público-social con la que daremos cauce al talento y a la capacidad de innovación social de la ciudadanía para resolver problemas.

De todo ello hablaremos en las III Jornadas de descentralización, reequilibrio territorial y cooperación público-social, que comienzan este martes, contrastando nuestra experiencia con la de otras ciudades y escuchando las siempre inspiradoras palabras de Sennet.

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