Los antidepresivos son enemigos del sexo, pero el sexo puede ser antidepresivo

Acercamiento sexual

Darío Pescador

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Según los datos del Ministerio de Sanidad, entre noviembre de 2020 y el mismo mes de 2021 en España se recetaron 45,1 millones de antidepresivos, un aumento de 6% con respecto a las cifras anteriores. Un estudio del Consejo de Psicología calcula que un 20,6% de los ciudadanos españoles tienen síntomas compatibles con un posible diagnóstico de depresión.

Los antidepresivos más recetados en España parecen ser citalopram, escitalopram, paroxetina, sertralina, venlafaxina, y fluoxetina (el famoso Prozac). Sin embargo, se habla poco de sus efectos sobre la vida sexual de los pacientes.

Cómo los antidepresivos bloquean la libido 

Una depresión sin tratar puede provocar disfunciones sexuales hasta en el 45% de los casos. Pero los efectos secundarios de estos antidepresivos sobre el deseo y la capacidad sexual se encuentran entre las quejas más comunes sobre los medicamentos antidepresivos. En el caso concreto de la venlafaxina, las disfunciones sexuales pueden afectar hasta al 73% de los pacientes. 

Al igual que la depresión se da en ambos sexos, los efectos secundarios sexuales de los antidepresivos afectan tanto a hombres como a mujeres. La mayoría de los antidepresivos recetados forman parte de una familia de fármacos denominada ISRS (inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina). Al menos en teoría, al aumentar los niveles de serotonina en el organismo, la persona que toma el fármaco experimenta una sensación de calma y menor ansiedad.

Sin embargo, esa misma sensación de estabilidad también puede disminuir nuestra libido. Los ISRS bloquean ciertas hormonas que hacen que nuestro cuerpo responda a los estímulos sexuales y que estos lleguen al cerebro.

Las mujeres que toman ISRS pueden experimentar un retraso en la lubricación, así como un retraso o ausencia de orgasmo, además de una falta de deseo sexual. En el caso de los hombres, los efectos secundarios son la disminución de la libido y la dificultad para conseguir y mantener una erección, además de un retraso o incapacidad para alcanzar el orgasmo. 

El sexo como alivio de la depresión

Tener más sexo por sí solo no es una cura infalible para la depresión, especialmente para aquellas personas que sufren depresión como consecuencia de traumas sexuales, pero hay evidencia científica que apunta a que la intimidad sexual puede ser una gran ayuda para combatirla en muchos otros casos.

El estrés crónico y la depresión son dolencias íntimamente relacionadas. La depresión se vincula con la inflamación crónica y una actividad elevada de la amígdala, la parte del cerebro que -entre otras cosas- se activa con el miedo y ambos mecanismos se activan con el estrés. Pues bien, se ha podido medir que las relaciones íntimas hacen que se reduzcan los niveles de cortisol, la hormona del estrés.   

En situaciones estresantes, como la reciente pandemia de COVID-19, el sexo puede tener un efecto protector. En un estudio con más de 6.000 personas durante el confinamiento se comprobó que los marcadores de ansiedad y depresión fueron significativamente menores en las personas sexualmente activas. Al revés, la falta de actividad sexual durante el confinamiento se asoció a un mayor riesgo de desarrollar ansiedad y depresión.

No se trata solo del sexo, sino de la satisfacción que se deriva del sexo. En un estudio con jóvenes, aquellos que manifestaban una mayor satisfacción sexual tenían menor incidencia de depresión y ansiedad que quienes no tenían relaciones.

El sexo produce una cascada de hormonas. Las más importantes entre ellas dopamina, endorfinas, oxitocina y prolactina, que producen calma, mejoran la atención, alivian el dolor, y refuerzan los sentimientos de empatía y comprensión.

La práctica habitual del sexo tiene otros efectos positivos sobre el cerebro. Un estudio descubrió que, incluso el mero hecho de pensar en un encuentro sexual pasado, puede mejorar la capacidad de pensamiento analítico

En un experimento con ratones se comprobó el efecto de la actividad sexual en la neuroplasticidad. En general, el estrés bloquea la creación de nuevas neuronas, y afecta a nuestra memoria y capacidad cognitiva. Sin embargo, los roedores que tenían sexo a diario tenían más neuronas en el hipocampo (una región del cerebro relacionada con la memoria) que los ratones que no lo practicaban, a pesar de estar sometidos a estrés en el laboratorio.

La intimidad sexual satisfactoria parece estar en el lado opuesto de la depresión. Quizá haya que preguntarse si los tratamientos con antidepresivos que afectan a la libido son realmente una solución a largo plazo.

* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

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