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Jean-Baptiste Malet: “Amazon no respeta las reglas del capitalismo”

El periodista Jean-Baptiste Malet.

Paula Corroto

Todo comenzó como un reportaje. El periodista francés Jean-Baptiste Malet (Toulun, 1987) quería conocer qué se escondía detrás de la página web de Amazon. Cómo se trabajaba en los almacenes, cómo se trataba a los empleados. Se infiltró como trabajador en el almacén de Montelimar y descubrió un modo de trabajo que recuerda al estajanovismo de las fábricas de finales del siglo XIX. Un lugar en el que apenas hay descansos y en el que incluso está permitida la delación si un empleado ‘trabaja’ más lento. Ese es el paraíso creado por Jeff Bezos, según este periodista que, finalmente, decidió convertir ese inicial reportaje en un libro, En los dominios de Amazon (Trama), que acaba de ser publicado en español.

En los dominios de Amazon retrata el espantoso trabajo en los almacenes de esta empresa en Francia. ¿Por qué, sin embargo, vende usted su libro a través de esta tienda online?En los dominios de Amazon

Excelente pregunta. El PDG [Presidente Director General] de Amazon Francia se ha burlado públicamente de mí en una entrevista en la que afirmaba que, en efecto, mi libro se vende en Amazon. Su pregunta es muy pertinente, ya que muchos periodistas escriben eso de manera irónicamente, sin explicar “por qué”.

Sí, el libro se vende en Amazon; eso no lo decido yo, sino la estrategia de mercado decidida por el editor y por los contratos acordados entre las distintas estructuras del sector. Los autores, individualmente, no pueden oponerse a que sus libros sean vendidos en un comercio en particular. He estado con el gran periodista alemán Günter Wallraff en verano en Colonia; él mismo le ha pedido a su editor que retire sus libros de Amazon, el editor ha intentado hacer lo necesario. Varios días después, los mayoristas proveían a Amazon, y los libros de Günter Wallraff seguían siendo vendidos en Amazon.

Aunque es mucho más, el libro también es un producto. En lo que a mí me concierne, la única cosa que cuenta es que mi texto se difunda. Si quisiera ganar dinero, no sería periodista. Aunque prefiero que el libro no se venda en Amazon, el hecho de que el libro esté a la venta en su plataforma permite a los clientes fidelizados saber cómo se trata un pedido. He recibido correos de clientes que me han explicado que el libro, comprado en Amazon, ha sido su última compra en ese sitio, y que han cerrado sus cuentas. Este libro no es una cuestión de moral y de pureza, lo importante es que circule, que la gente lo conozca. Por otra parte también quiero remarcar que Amazon se atreve a comercializar códigos laborales.

¿Qué le llevó a infiltrarse en el almacén de Amazon?

Al principio era un simple reportaje. Para empezar, intenté encontrar empleados de Amazon a la salida de su trabajo, en Montélimar (Drôme). Los trabajadores estaban asustados, aterrorizados. Ellos me decían: “No tengo derecho a hablar”, “Podrían despedirme”. El reglamento interno de Amazon contiene una cláusula contraria al derecho francés, la cual prohíbe hablar con la prensa de su trabajo. Así que hice que me contrataran.

Cuando el almacén de Chalon-sur-Saône fue inaugurado, al año siguiente, por el ministro Arnaud Montebourg, ¡ni los periodistas de la prensa local fueron autorizados a visitar el almacén! Eso se precisa, se especifica en la agencia de empleo temporal, ya que me hacen firmar una cláusula de confidencialidad totalmente ilegal.

En mi reglamento de trabajo estaba escrito que yo no tenía derecho a hablar con nadie, ni con mi propia familia, de lo que pasaba en el lugar de trabajo. Los temporeros no tienen, por lo tanto, acceso a ningún secreto. Lo que hay que acallar es la dureza. En una democracia, la labor de un periodista es la de informar a los ciudadanos sobre los lugares ocultos, como las fábricas que no respetan las leyes sociales, especialmente el código laboral.

¿Cuáles fueron sus primeras impresiones en esas reuniones preliminares con Adecco? ¿Le sugerían que iba a encontrar algo ‘peor’ o ‘mejor’ de lo que vio después?

Las agencias de trabajo temporal se dirigen a desempleados, y les dicen que el trabajo es “físico” pero que es una oportunidad y una suerte la posibilidad de trabajar. Para ellos, la dureza extrema no es nada al lado del hecho de que son “privilegiados” por tener trabajo. En realidad, los verdaderos “privilegiados” son las agencias de trabajo temporal, que, gracias al desempleo masivo y a la precariedad de los trabajadores, y sin respetar todas las leyes francesas en el caso de Adecco, ganan mucho dinero.

El retrato que hace de cómo se trabaja en Amazon recuerda a las fábricas del siglo XIX o principios del XX. ¿Por qué Francia, Europa, no hace nada en relación con los derechos laborales?

Creo que muchos ciudadanos ignoran la realidad. Y pienso que la realidad no interesa mucho a los políticos que, por ideología más que por eficacia, acompañan el desarrollo de Amazon. Amazon no crea empleos, Amazon construye “fábricas en venta” que destruyen más empleos en los comercios próximos que los que crea. Es normal. Cuanto más racionalizas una actividad, más se ahorra, se es más eficaz.

El problema no es el comercio en línea, es el hecho de que Amazon no respeta las reglas del capitalismo. Las reglas sociales. Las reglas fiscales: el beneficio y su propio crecimiento. Alojar en pleno invierno, en el corazón de Alemania, a trabajadores españoles, portugueses, griegos o polacos en bungalós sin calefacción, y hacerlos dormir en camas para niños, no es un problema para Amazon.

Como señala en el libro, Francia o Alemania, donde también se ha denunciado el trato a los trabajadores, ha permitido sus almacenes. ¿Estamos ante un retroceso en cuanto a los derechos laborales en Europa?

Sí, absolutamente.

En Francia, no obstante, se ha criticado bastante a Amazon por su política de descuentos, que va en contra de la ley del precio fijo. ¿No parece insuficiente? ¿Hipocresía?

La cuestión de las condiciones de trabajo es diferente a la cuestión legislativa del mercado del libro. Lo que yo sé sobre el tema del libro es que Amazon prefiere perder dinero con una expedición gratuita y así poder ganar el día de mañana parte del mercado acabando con los libreros. No es una competencia legal, eso se llama dumping.

¿Espera algo de la reciente unión de la izquierda y derecha francesa contra Amazon?

La ley, votada por los diputados, debe ser estudiada por los senadores. Espero que los senadores sean más ofensivos, ya que la ley actual no va a cambiar mucho la situación.

El trabajo en Amazon también recuerda a los regímenes totalitarios cuando habla, por ejemplo, de que está permitida la “delación” de los trabajadores.

Sí, esto es lo que más me ha sorprendido. En Amazon, la delación está bien vista. Denunciar a un compañero que habla o que trabaja lentamente es una manera de ser bien visto por los superiores. Además de eso, los trabajadores son permanentemente localizados por su escáner, están directamente geolocalizados y los jefes siempre saben dónde se encuentran, a qué ritmo trabajan, etc. En un almacén de Amazon uno no es tratado como un ser humano, sino como un robot.

Muchos trabajadores le decían que aunque el trabajo fuera espantoso, “en este momento, Amazon es lo único que hay”. ¿No muestra eso un aprovechamiento ‘inmoral’ por parte de las empresas de la situación de crisis que tenemos? Un aprovechamiento permitido por los gobiernos.

Sí, todo eso sería imposible sin un alto índice de desempleo. Es totalmente inmoral.

¿Qué puede hacer el trabajador ante esto? ¿Y los sindicatos? ¿No tienen fuerza para contestar?

En Alemania, el sindicato Ver.di está construyendo un contrapoder y los trabajadores están a menudo en huelga. Creo que Amazon no puede comprender la relación de fuerza y que los trabajadores son los únicos que pueden cambiar su destino. Ya que, desgraciadamente, los consumidores buscan muy a menudo “un buen precio” antes que pensar en los trabajadores.

Por otro lado, Jeff Bezos es visto por muchos como un visionario de las nuevas tecnologías, ahora que además acaba de comprar el periódico The Washington Post, ¿qué le parece esta opinión?The Washington Post

Lo bonito de una sociedad es el genio humano, la manera con la que la humanidad lucha contra su condición y camina hacia el progreso. Habiendo visto el sistema de explotación humana en el origen de la fortuna de Jeff Bezos, no llego a comprender la fascinación y los relatos hagiográficos que se escriben sobre él. En lo que concierne a la compra del Washington Post, es un problema más grande. La historia ha demostrado que la independencia de la prensa y el dinero de los multimillonarios armonizan muy mal.

¿Cree que puede llevar a la prensa, al periodismo, al modelo estajanovista de sus fábricas?

Sí. Si los propietarios de los periódicos los deciden llenar con información “al dictado”, procedente de publicistas y comunicadores, escrita por periodistas pegados a sus teléfonos todo el día, pienso que pronto el trabajo de periodista, ya muy amenazado, también será descentralizado. El periodismo no es una profesión, es un “oficio” en el sentido noble, una vocación: el deseo de encarnar un contrapoder, de oponer la palabra al poder, y especialmente a los disfuncionamientos de la sociedad.

Por cierto, ¿reinventará Bezos el periodismo (digital) o acabará destruyéndolo?

Es aún pronto para decirlo. Pero el señor Bezos nunca hace las cosas por filantropía.

¿El éxito de Amazon significa la victoria de las ideas anarcocapitalistas y neoliberales en la antes conocida como Europa social?

No sé si la victoria, pero es un claro ejemplo de lo que esa ideología es capaz de producir. En nombre de la libertad, esa ideología extremista construye campos de trabajo donde se organiza un nuevo colectivismo.

¿Es un modelo de “trabajo” que puede expandirse en Europa?

Se propaga ya por todos lados. Además de su desarrollo europeo, Amazon inspira especialmente los supermercados “drive”, donde las tiendas desaparecen para convertirse en fábricas donde los trabajadores hacen picking [recogida de productos] o packing [embalaje].

Una de las cosas más llamativas del libro es cuando habla de que en Amazon se puede encontrar todo tipo de libros, y muchos de ellos contrarios a los valores democráticos e incluso filonazis. ¿Es la aniquilación de las ideas, de los valores?

Amazon considera el libro como una simple mercancía. Están dispuestos a vender lo que sea para ganar dinero. En mi libro escribo que si quieres comprarle un juguete a un niño, y en la tienda percibes una gran cantidad de libros que no corresponden a tus valores, a tu ética, cambiaras de tienda. En Amazon, se venden esos artículos, pero no los ves.

En relación con las librerías físicas, ¿acabará Amazon con ellas?

No lo creo. Seguramente cambiarán, pero no desaparecerán.

¿Y qué puede hacer el usuario contra Amazon? ¿Un boicot?

No me gusta dar lecciones de moralidad a la gente, decirle lo que tienen que hacer. Lo que les propongo es que piensen por ellos mismos, que descubran lo que pasa en los almacenes: que el dinero que mandan va directamente a Luxemburgo y no circula en la economía de su propio país, que comprar en Amazon en su país es empobrecer el país. Es por ello por lo que comprendo a las personas, cada vez más numerosas, que boicotean a Amazon.

Por cierto, ¿ha recibido alguna “advertencia” de Amazon por la publicación de este libro?

No. Ellos, en cambio, se niegan a responder a mis preguntas precisas, se niegan igualmente a responder a los grandes periódicos, a la televisión. Tengo numerosas preguntas para hacerles sobre los accidentes laborales, los acosos contra los sindicalistas, el acopio de información personal de los trabajadores. Prefieren que esa información permanezca oculta.

¿Por qué no publicó reportajes al respecto en un diario? ¿No se los compraron los periódicos?

Sobre todo porque creo que el tema es suficientemente grave como para que nos tomemos tiempo para reflexionar sobre ello con perspectiva. El libro es más útil para que esto sea posible. El libro es una herramienta formidable, es una de las invenciones más hermosas de la humanidad.

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