Castellar de la Frontera: uno de los pueblos más bonitos de España está dentro de una fortaleza

Castellar de la Frontera, un pueblo dentro de una fortaleza.

Roberto Ruiz

La provincia de Cádiz está plagada de pueblos pintorescos, sobre todo su sierra, pero si hay uno que puede marcar la diferencia sobre todos los demás ese es Castellar de la Frontera. En él, desde las alturas y con vistas a la bahía de Algeciras, al Peñón de Gibraltar e incluso a la costa de África, viajaremos en el tiempo al amparo de una fortaleza medieval que nos habla de guerras entre árabes y cristianos, de arquitectura islámica y de planes en plena naturaleza.

Castellar de la Frontera, en realidad, está formado por tres núcleos de población. Uno es el Pueblo Viejo de Castellar, el original y el que realmente llama la atención. Otro es el Pueblo Nuevo de Castellar, originario de 1971 y creado para permitir la expansión de la población con unas infraestructuras más cómodas y modernas. Y otro es la Almoraima, que tiene su origen en una torre de vigilancia musulmana que aún sigue en pie.

Viajaremos al amparo de una fortaleza medieval que nos habla de guerras, de arquitectura islámica y de planes en plena naturaleza

El que aquí nos interesa, el Pueblo Viejo de Castellar de la Frontera, está situado en el interior de una fortificación de origen medieval. Su ubicación estratégica, en lo alto de una montaña, ha hecho que haya sido el emplazamiento ideal elegido por diversas culturas. Pero la estructura que hoy vemos es obra de su etapa musulmana, la más importante de todas. Jugó un papel fundamental en las guerras fronterizas entre árabes y cristianos hasta que fue conquistado e incorporado a la corona cristiana en 1434. Y toda esa historia, y un poco más, es la que podremos descubrir por nosotros mismos cuando atravesemos sus murallas y comencemos a recorrer sus estrechas y floridas calles.

Dentro y fuera de Castellar de la Frontera

Llegamos a Castellar y lo primero que nos llama la atención es su castillo del siglo XIII. Ahí donde lo vemos fue empleado estratégicamente como un punto de defensa fronterizo entre reinos cristianos y musulmanes, y hoy podemos apreciar en él una combinación de estilos árabe y gótico. Como buen castillo defensivo cuenta con su torre del homenaje, con imponentes murallas con barbacanas, cubos, torres de flanqueo y torres de ángulo cuadradas y circulares,algunas con almenas y saeteras. Mantiene una puerta en recodo, con un arco peraltado enmarcado por otro de herradura, mientras que desde un pequeño patio de armas se accede al caserío interior. Aunque ha sufrido muchos avatares a lo largo de su historia, actualmente se encuentra restaurado y convertido en un centro cultural en el que se celebran exposiciones, conciertos y otros eventos. 

Cuando nos adentramos en su casco histórico comenzamos a atravesar callejuelas sinuosas, estrechas y empedradas, de notorio origen islámico, que nos trasladan siglos atrás mientras dejamos a un lado y a otro pequeñas casas encaladas con puertas y balcones de colores. Calles y plazuelas se visten con arriates y macetas plagadas de plantas, flores y enredaderas. No nos llevará mucho tiempo recorrer todo el recinto que permanece a cobijo de la antigua fortaleza, pero merece la pena pasear sin prisas y dedicar un momento al mirador del conocido como Balcón de los Amorosos, donde el final de una pequeña calle nos regala unas envidiables vistas sobre el embalse del Guadarranque.

Fuera, y cerca del nuevo pueblo de Castellar, se encuentra la Almoraima. Todo empezó con con una torre almenara (o de señales) de origen musulmán y edificada sobre una colina para cumplir con labores de vigilancia, pues desde ella se avisaba a otras torres o castillos de los alrededores de la existencia de un peligro. Otras torres similares terminaron desmoronándose, pero en este caso su proceso de deterioro se interrumpió cuando en el siglo XIX se edificó adosado a ella un cuartel de la Guardia Civil que usaba la torre como prisión. De hecho, el Convento de San Miguel de la Almoraima, muy cercano, no lleva su nombre por casualidad. Fue fundado por la condesa de Castellar en 1603 para los frailes Hermanos Mercedarios Descalzos, que lo ocuparon hasta el siglo XIX, y después pasó a manos del Duque de Medinaceli, que lo convirtió en una hacienda de recreo y caza. Ahora, y desde hace años, forma parte de un establecimiento hotelero.

Si vamos un poco más allá y salimos de su patrimonio histórico y cultural, otro de los grandes atractivos de Castellar de la Frontera es su entorno natural. El propio embalse de Guadarranque ofrece múltiples posibilidades de actividades al aire libre, mientras que en los alrededores de Castellar también encontramos opciones de senderismo en las que disfrutar de la Sierra de Cádiz y el Parque Natural de los Alcornocales. 

Y que no falte la gastronomía más auténtica

Como buen pueblo de la provincia de Cádiz, la gastronomía de Castellar se merece una mención especial. Como no podría ser de otro modo, está profundamente influenciada por la cocina andaluza y mediterránea, de manera que sus platos se basan en la sencillez y en la calidad de las materias primas. Aunque no sea un municipio de costa, su cercanía al mar convierte a pescados y mariscos en grandes protagonistas, pero la tradición cinegética de la zona hace que los platos de caza también supongan una parte fundamental de su gastronomía más auténtica.

Su gastronomía está profundamente influenciada por la cocina andaluza y mediterránea, con platos sencillos y buena materia prima

Para tomar algo rápido, la oferta de tapas y montaditos de sus bares nos permitirá probar varias cosas a la vez, desde las más tradicionales a las elaboraciones más creativas. Dejando siempre un hueco para los productos locales de mayor importancia de la comarca del Campo de Gibraltar, como los quesos de cabra payoya, el aceite de oliva virgen extra y los vinos de la zona. Es cierto que estos productos los puedes encontrar en muchos otros municipios, pero en pocos sitios los degustarás en un entorno tan pintoresco y llamativo como el de Castellar de la Frontera.

Que Castellar de la Frontera es uno de los pueblos más bonitos de España no es un decir, sino toda una aseveración. Desde 2020 forma parte precisamente de la asociación de Los Pueblos Más Bonitos de España, una red compuesta ya por 111 municipios de menos de 15.000 habitantes que han superado más de 40 criterios para poder formar parte de este selecto club, y que para pertenecer a ella han demostrado un especial cuidado del patrimonio, la armonía del municipio, la limpieza, la conservación de las fachadas, la circulación de vehículos, las flores y las zonas verdes, la actividad cultural programada o la atención a las tradiciones, entre otros muchos. Justo lo que Castellar ofrece a los visitantes que se animan a descubrirlo.

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