Cuatro destinos que justifican por qué Aragón es uno de los lugares preferidos por los amantes de las setas

Parque Natural del Moncayo.

Edu Molina

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Aragón se caracteriza por una amplia diversidad de paisajes, que van desde los bosques de alta montaña en los Pirineos hasta las zonas de media montaña y sierras del Sistema Ibérico. Esta diversidad territorial crea condiciones favorables para la aparición de numerosas especies de setas silvestres a lo largo de varias estaciones del año, por lo que la recolección de estos hongos se ha convertido en una actividad que combina el interés recreativo con la observación de la biodiversidad local.

Antes de adentrarnos en los bosques de la región, es importante recordar que la normativa que regula la recolección de setas en la comunidad autónoma establece límites y condiciones para garantizar un uso responsable de los recursos forestales. Según el Decreto 179/2014, del Gobierno de Aragón, se diferencian dos modalidades principales: el aprovechamiento episódico, destinado al autoconsumo con límites de cantidad, y el aprovechamiento regulado, que requiere permisos específicos y puede tener fines recreativos, educativos, divulgativos o comerciales.

Dentro del aprovechamiento regulado, se contemplan diferentes tipos de permisos que varían según la finalidad de la recolección y el volumen permitido. Por ejemplo, los permisos ordinarios permiten la recolección con fines recreativos hasta un máximo de 12 kilogramos por persona y día, mientras que los comerciales permiten la extracción de hasta 60 kilogramos por persona y día, y restringen las especies que pueden ser recolectadas.

Además, existen permisos específicos para asociaciones micológicas que realizan actividades educativas o divulgativas sin ánimo de lucro, se permite la recolección de hasta tres kilogramos, o un volumen aproximado de 10 litros, de setas silvestres no amenazadas por persona y día.

Parque Natural del Moncayo

El Parque Natural del Moncayo, en Zaragoza, ofrece una diversidad de bosques que combina pinos, robles y hayas. Esta variedad de ecosistemas permite que diferentes especies de setas, como boletus, rebollones, setas de cardo y trompetillas negras, se desarrollen durante la temporada otoñal. La altitud y la humedad característica del área facilitan su aparición después de las primeras lluvias.

Existen múltiples rutas de acceso desde localidades cercanas, como San Martín de la Virgen del Moncayo o Tarazona, que permiten a los recolectores adentrarse en el bosque sin afectar los ecosistemas. Durante la temporada, se organizan recorridos guiados que ayudan a identificar especies y fomentan la recolección responsable.

Sierra de Albarracín

En la provincia de Teruel, la Sierra de Albarracín se caracteriza por sus extensos pinares y robledales, donde las lluvias otoñales favorecen la aparición de hongos como boletus, negrillas y trompetillas negras. Localidades como Bronchales, Griegos u Orihuela del Tremedal son puntos de partida habituales para quienes buscan combinar senderismo con la recolección de setas.

La regulación vigente establece límites diarios de recolección y distingue entre fines recreativos, educativos o comerciales. Esto permite que los aficionados puedan recoger setas sin comprometer la capacidad de regeneración del bosque. La normativa contribuye a mantener la Sierra de Albarracín como un destino de referencia para la micología en Aragón.

Valle de Benasque

El Valle de Benasque, también en el Pirineo, combina un clima húmedo con bosques de pinos y robles que favorecen la aparición de hongos como boletus, níscalos y trompetillas negras. La tradición micológica es notable: muchas familias de la zona participan en la recolección de forma sistemática durante el otoño.

Valle de Benasque.

La normativa autonómica regula la actividad mediante límites de recolección y permisos, asegurando que los bosques y especies locales se mantengan protegidos. Esto permite que la práctica se realice de manera ordenada, garantizando la sostenibilidad del recurso y la seguridad de los recolectores. El valle se ha consolidado como un destino micológico de referencia, donde tradición y regulación ambiental se combinan para mantener el equilibrio entre la actividad humana y la conservación del entorno.

Valle de Hecho (Selva de Oza)

El Valle de Hecho, en el Pirineo aragonés, y la Selva de Oza destacan por su densidad de coníferas y hayedos, lo que crea un entorno adecuado para especies como boletus edulis, macrolepiotas y rebollones. La vegetación y la humedad propia de la zona favorecen un crecimiento rápido tras las precipitaciones.

Los senderos de la Selva de Oza permiten recorrer diferentes ecosistemas sin perturbar la fauna ni la flora locales. En determinadas áreas, la normativa obliga a contar con permisos de recolección y limita la cantidad de setas por persona, garantizando así que la actividad sea sostenible y segura.

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