Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

¿Y ahora qué, compañeros?

Antón Losada

Ya se han cumplido los plazos y se ha ejecutado el ultimátum. El Gobierno de Pedro Sanchez ha reconocido a Juan Guaidó como algo llamado “presidente encargado” de Venezuela. También le ha puesto deberes: que convoque elecciones, un trabajo que él mismo tiene pendiente. Ya han comparecido en la televisión todas las veces que han podido, puede que alguna más. Ya le han llamado de todo a Nicolás Maduro y de todas las maneras posibles. Ya se han aplaudido, a sí mismos, la gallardía y recriminado, a los demás, la cobardía frente a los tiranos más veces de cuantas estamos obligados a soportar. Cierto que aún pueden seguir estirando el chicle unas horas más, unos telediarios más pero, al final, la inevitable pregunta se acabará abriendo paso y habrá que afrontarla: ¿De qué ha servido? ¿Está mejor hoy Venezuela?

Si usted cree que reconocer a Guaidó incrementa la presión sobre Maduro y le conduce con más fuerza a convocar elecciones, seguramente contestará que sí. Le reafirmará en su opinión la evidencia de que las principales cancillerías europeas hayan secundado esta posición. Si, además, opina que la decisión conlleva una necesaria toma de partido moral y ética, con más razón le parecerá que se ha avanzado. Si usted sostiene que Maduro ha llegado a un punto donde solo entiende el lenguaje de la presión y la fuerza, éste le parecerá el camino correcto. Aunque luego ni se queje ni se indigne cuando acabe en una intervención militar, como si no supiéramos todos cómo se juega a esto en la política internacional y a qué se va a los sitios.

En cambio, si usted cree, como yo, que no se debe cometer el mismo error que el chavismo y negarle su legitimidad, como se lo niega este a la oposición, lo que acaban de hacer España y muchos países de la UE le parecerá un movimiento que, antes que mejoras, puede que aporte más confusión y desconfianza. Porque aquí no se trata de echar a uno y meter a otro, sino de restituir la confianza y la aceptación de las normas de convivencia democrática y competencia política, en una sociedad que ha visto cómo todos las quebraban de manera irremisible. 

No parece que los reconocimientos de la UE vayan a provocar más fisuras en un régimen que, parece obvio, aguanta mejor de lo que muchos estrategas auguraban; al menos hasta ahora. Tampoco parece que haber lanzado un ultimátum y haberlo ejecutado venga a mejorar nuestra capacidad para ejercer de mediadores en la búsqueda de una solución negociada; más bien habrá obrado el efecto contrario. Una vez apagadas las luces de los flashes, tampoco parece que el previsible desorden y el subsiguiente jaleo burocrático y administrativo que, inevitablemente, van a producirse contribuyan a mejorar en mucho la situación de la oposición, o a empeorar en exceso la de Maduro. Aunque lo peor de todo es que solo uno de cuantos se han lanzado a reconocer al llamado “presidente encargado” tiene claro cuál será el siguiente paso: se llama Donald Trump.

Etiquetas
stats