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La pasión de Marsha en Madrid

Coro Voces LGTB de Madrid

Ruth Toledano

Entre un gobierno progresista y otro de derechas que pacta con fascistas (en realidad, sus fascistas escindidos) hay un abismo esencial para las vidas de las personas. De hecho, ese abismo puede llegar a ser la distancia que separa la vida de la muerte. Que se lo pregunten a los huesos de García Lorca, perdidos en el barranco de la memoria, o al cuerpo de Marsha P. Johnson, flotante en el río de la intolerancia. Que se lo pregunten hoy mismo a las personas de género u orientación diversa. Un abismo de vida o muerte (bien sea en sentido figurado) separa a un concejal como Ortega Smith de una alcaldesa como Manuela Carmena.

Mientras el de Vox quiere desplazar a las personas LGTBI a la Casa de Campo de Madrid para arrinconar su lucha política y la celebración de su diversidad, el consistorio de Ahora Madrid patrocina eventos inclusivos como el que tendrá lugar el próximo 18 de junio en el madrileño Teatro La Latina: el nuevo espectáculo, que cuenta con la colaboración especial de Víctor Gil Viruta, del coro Voces LGTB de Madrid, La pasión de Marsha: del Stonewall al río Hudson, que conmemora el 50 aniversario de Stonewall a través de la figura de Marsha P. Johnson, mujer transexual afroamericana, que fue activista clave en aquel movimiento que marcó un antes y un después en la lucha por el reconocimiento de la comunidad LGTBI, y cuyo cuerpo fue encontrado ahogado en el río Hudson de Nueva York después de que varios testigos vieran cómo había sido acosada.

El coro Voces LGTB de Madrid, dirigido por el compositor Gonzalo García Baz, tiene cuatro años de vida y se ha convertido en un referente en la defensa de la diversidad a través de la música. Está formado por 60 miembros que cantan para hacer visible la diferencia natural de las personas y ayudar a la integración de todas las opciones sexo-afectivas y de género mediante la formación coral. Su defensa no es otra que la de los derechos humanos y su denuncia, la de las actitudes discriminatorias e intolerantes. A través de este coro del que forman parte personas lesbianas, gais, transexuales, heterosexuales y de género no binario, y con un programa que se inscribe en las actividades culturales de ayuntamientos, centros culturales ferias o festivales musicales, su objetivo es cambiar las percepciones erróneas sobre el colectivo LGTB. He tenido la generosa experiencia de conocer el coro desde dentro y es emocionante la labor interna que lleva a cabo su asociación para facilitar a sus miembros la posibilidad de crecimiento personal en un espacio inclusivo y seguro.

Iniciativas como la del coro Voces LGTB de Madrid son las que los fascistas llaman “chiringuitos”, “sectarismo” e “ideología de género”. En el colmo de su violencia verbal, alguien como Rocío Monasterio, candidata por Vox a la presidencia de la Comunidad de Madrid y con quien tiene intención de pactar el de Ciudadanos, Ignacio Aguado, llegó a decir que “se impone la doctrina de la ideología de género a nuestros niños con 8 años, se les dan unos cursillos en los que se les dice que tienen que probar a ser niña y a la niña ser niño y todo esto con 8 años y probar nuevas prácticas sexuales, y explicárselas a las demás y hablan de zoofilia y de parafilia”. Para apoyar la violencia de sus palabras, se basó en una guía publicada por COGAM (Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid) y destinada a los instructores que dan charlas sobre diversidad en colegios, y en la que precisamente se hace mención a la zoofilia y a la pedofilia para señalarlas como parafilias y delitos. Charlas que, abundando en la mentira, no están destinadas al alumnado de 8 años sino al de Secundaria.

En una sociedad como la que creíamos que ya éramos, mentiras de vida o muerte como esta (mucho sufrimiento y muchos suicidios tienen su origen en el acoso que conllevan, muchos crímenes derivan de ese odio) debieran bastar para inhabilitar a una candidata electoral y a la formación que representa. Sus ofensas, sus agresiones, la violencia que alimentan. Pero en la sociedad que inconcebiblemente aún padecemos, el fascismo de Vox puede formar gobierno. Un fascismo que no tendría ya cabida en nuestras instituciones políticas si partidos como Ciudadanos y el PP no se la dieran. Lo cual, por otra parte, no es de extrañar, sabiendo como sabemos que los fascistas han dado el paso al frente, brazo en alto, desde sus propias filas. No olvidemos que Abascal ha vivido toda su vida de varios chiringuitos (esos sí: su único objetivo era el lucro personal y de partido) gestionados con fondos públicos por Esperanza Aguirre, ni olvidemos que Ana Botella (la ultracatólica alcaldesa que nos sonrojaba con una mano y con la otra ponía el cazo vendiendo pisos protegidos a los fondos buitres) ya quiso durante su mandato invisibilizar el Orgullo. Son quienes son y siguen siendo los mismos.

Parece mentira (y mentiras sobran) que haya vecinos y vecinas de Madrid que no estén a favor de defender, fomentar y patrocinar la diversidad, es decir, la vida libre, justa e igualitaria de otros vecinos y vecinas. Hemos tenido un gobierno, el de Manuela Carmena con Ahora Madrid, que sí lo ha hecho. Por eso será posible emocionarse el próximo 18 de junio con el espectáculo que el coro Voces LGTB de Madrid nos ofrecerá en el Teatro La Latina. Son voces a favor de los derechos humanos y en contra del fascismo. Si para esa fecha el fascismo no ha logrado, gracias a sus cómplices, estar en el gobierno del Ayuntamiento y de la Asamblea de Madrid, esas voces luchadoras merecerán que lo celebremos con ellas. Si, para desgracia de todes, el fascismo ha logrado nuestro Gobierno, esas voces luchadoras merecerán más que nunca la fuerza de nuestra presencia. Para que una pasión como la de Marsha, como la de tantas marshas, no vuelva a ser posible en Madrid sino a través de la música.

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