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El paro juvenil no es el problema

José Saturnino Martínez García

Más de la mitad de los jóvenes entre 16 y 24 años con intención de trabajar están en paro. No es lo mismo que decir que la mitad de los jóvenes están parados, como muchas veces se dice, pues hay que tener en cuenta que a esa edad la actividad mayoritaria es estudiar (casi dos de cada tres jóvenes), y en la elaboración de la tasa de paro sólo computan los jóvenes que trabajan y los que buscan trabajo. Con esta consideración, podemos decir que aproximadamente uno de cada cuatro jóvenes está en paro. La cifra es escandalosa en el contexto internacional. Es el grupo de población con mayor diferencia en la tasa de paro con respecto al conjunto de la población.

Se han desatado las alarmas, e incluso la impasible Angela Merkel parece dispuesta a apoyar que se tomen medidas: 925 millones de euros de 2014 a 2020 para luchar contra el paro juvenil (toca a poco menos de 14 euros al mes por parado joven durante todo el período). Pero la única política realmente efectiva para luchar contra el paro juvenil es bajar el paro del conjunto de la población. En el gráfico que aquí se presenta puede observarse algo difícil de encontrar en ciencias sociales: una regularidad empírica robusta, muy robusta. La tasa de paro juvenil es aproximadamente el doble de la tasa de paro del resto de la población. Como se ve, no sólo en España, sino en el resto de países de la UE y en algunos otros. Si en vez de comparar España con otros países, consideramos la evolución de estos indicadores en nuestro propio país a lo largo del tiempo, desde que se registran datos, también se mantiene esta constancia.

Gráfico 1. Tasa de paro de la población entre 25 y 74 años y e 16-24 años, por países

Conviene señalar que en los diferentes países y en España a lo largo del tiempo, las condiciones del mercado de trabajo y del sistema educativo varían considerablemente, pero a pesar de ello, el paro juvenil duplica al resto. Por ello, nuestro paro juvenil no es problema ni del sistema educativo ni de la legislación laboral, o por lo menos ambos factores no han hecho que la “regla del doble” se incumpla. El problema está en la economía real, con el desplome de la construcción y sus efectos colaterales, y no en nuestras instituciones educativas o laborales. No está de más recordar que la legislación básica laboral y educativa es la misma en toda España, pero la tasa de paro oscila entre el 16% del País Vasco y el 32% de Andalucía, y el abandono escolar temprano entre el 12% Navarra y el 35% de Andalucía (si piensa que las variaciones de abandono escolar se deben a la descentralización de la política educativa, sepa que se equivoca por completo, como aquí se expone). Sin embargo, la estructura productiva de las CC AA sí varía considerablemente.

Como vemos, el paro juvenil es poco sensible a profundas diferencias institucionales, por lo que no hay política que lo baje de forma sustancial, excepto aquellas encaminadas a disminuir el paro del conjunto de la población. Además, preocuparse sólo por el paro juvenil es un agravio a otros colectivos con grandes dificultades en el mercado de trabajo, como los parados de larga duración o las personas de más de 45 años que pierden su trabajo. Si a la Unión Europea le preocupa de verdad nuestro paro juvenil, lo que debe hacer es apoyar las políticas de crecimiento que generen empleo en el conjunto de la población, y no el “austericidio”.

J. Saturnino Martínez es autor de Estructura social y desigualdad en España, Ed. La Catarata.Estructura social y desigualdad en EspañaLa Catarata

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