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El lince sigue teniendo un riesgo de extinción crítico que no justifica su cambio de estatus

UICN ve posible que el lince ibérico pueda llegar a ser solo especie 'vulnerable' si se trabaja con "amplitud de miras"

Emilio Virgós / Jose María Gil-Sánchez

Expertos en Ecología y Conservación del Lince Ibérico —

Recientemente, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) ha cambiado el estatus del lince ibérico (lynx pardinus) de 'en peligro crítico' a 'en peligro', basándose en un informe realizado por dos investigadores y en los datos disponibles sobre las poblaciones del felino. Esta noticia, que en principio debería ser motivo de alegría es, sin embargo, una mala noticia porque, al contrario de lo que el informe realizado parece indicar, los linces ibéricos siguen estando críticamente amenazados.

Nadie duda los avances realizados en la conservación del lince gracias a los diferentes proyectos LIFE realizados desde el año 2001, pero al contrario de lo que parece deducirse del cambio de estatus, la situación actual está lejos de ser lo optimista que ese informe parece indicar.

Aunque es cierto que un análisis superficial de los datos puede ajustarse a los criterios que la IUCN muestra para producir un cambio de estatus, hay otros muchos datos (que cualquier investigador debería considerar en un análisis de este tipo) que muestran que la situación del lince ha empeorado sensiblemente desde el año 2010 hasta el presente. Aunque nadie pone en duda que el informe ha usado parte de la información disponible y los criterios de la IUCN, echamos en falta que en esta nueva catalogación no se haya tenido en cuenta el que es el principio fundamental que rige los criterios de la IUCN y de cualquier política de conservación, el principio de precaución.

Según este importante principio, toda decisión de conservación debe basarse en la mejor información disponible, pero si esta información presenta algunos datos contradictorios, entonces la decisión siempre debe caer del lado de primar la prudencia, es decir, no tomar decisiones que puedan poner en riesgo la conservación de una especie. En este caso, si bien, la categoría en peligro sigue siendo una categoría de mucho riesgo de extinción, el mensaje que se manda es que ese riesgo ha disminuido con respecto al año 2001, algo que consideramos que con los datos procedentes del proyecto Iberlince no puede deducirse de forma rotunda.

Efectivamente, hay varias líneas de evidencias que indican que los linces en el año 2014 están peor que hace cinco años, y solo un poco mejor que en el año 2001. Un primer punto importante y crítico del análisis realizado es que por razones que desconocemos, los autores del análisis se quedan en su análisis en el año 2012, creemos que aunque ya en el año 2012 había evidencias para haber sido más cautos, sin duda, esa cautela debería haber aumentado mucho si los autores (aunque fuese a posteriori) hubiesen incluido los datos de los años 2013 y 2014.

El tamaño total de población

Una segunda crítica esencial al procedimiento tiene que ver con considerar todas las poblaciones de lince como un todo único, esto puede ser correcto en muchas especies con peor información disponible, pero sumamente incorrecto en el caso de una especie tan bien conocida como el lince ibérico Las poblaciones de lince no constituyen una unidad demográfica, todavía en este año 2015 cada una de las poblaciones sigue funcionando como una población básicamente aislada, con todavía muy escasos fenómenos dispersivos reales (individuos que se mueven y se reproducen en otra subpoblación para constituir una metapoblación).

Sumar todos los individuos como si constituyeran una única unidad demográfica es un error muy grave, dado que las probabilidades de extinción son mucho más elevadas para poblaciones desconectadas que conectadas. Por tanto, el informe de la IUCN debería incorporar argumentos sólidos para considerar el tamaño total de población como constituido por todas las poblaciones. En caso contrario, se debería haber argumentado, usando el criterio de precaución, que si bien los datos brutos pueden apoyar un cambio de estatus, si se consideran las características espaciales y numéricas de cada población, este cambio de estatus sería mucho más cuestionable.

No obstante, y más allá de estas críticas, hay otros aspectos que usando el principio de precaución y la serie completa de datos (2002-2104) hubiesen llevado a una conclusión radicalmente diferente sobre el cambio de estatus. En primer lugar, los datos demográficos de las poblaciones fuente (es decir, las dos poblaciones que se han mantenido naturalmente hasta hoy) indican que, si bien el número de hembras se ha mantenido constante en los últimos años (aunque hay un cambio de tendencia de subida a estable que en términos demográficos indica que la situación del lince está cambiando), si uno observa el número de cachorros, especialmente en la población de Andújar-Cardeña, los datos son devastadores, con una pérdida de decenas de ejemplares en estos 4 años.

Esto constituye una señal de alerta temprana sobre un cambio negativo en la tendencia demográfica de la especie, que de hecho se manifiesta en un considerable descenso del tamaño total de población en el año 2014 con respecto al año 2010. Este hecho no va solo, sino que hay un mecanismo que lo explica claramente y que añade más leña al fuego de la incertidumbre sobre la viabilidad de las poblaciones de lince. Las poblaciones de conejo de monte se han derrumbado desde el año 2010, con un descenso que ha llevado las densidades de conejo tanto en Doñana como n Andújar a niveles inferiores al año 2001 cuando comenzó el LIFE, ahora mismo, con las densidades de conejo existentes en campo apenas podrán sostenerse una población viable de la especie, y los modelos de viabilidad realizados por nosotros indican que las probabilidades de extinción de la especie en Andújar son de más del 50 % en 100 años.

Es realmente paradójico, que para una especie hiper-dependiente del conejo como el lince, se considere recalificar su estatus de extinción justo cuando las dos poblaciones naturales y más numerosas se encuentran en un escenario de cuasi-extinción con densidades de conejo por debajo del umbral que permite la reproducción del felino más amenazado del mundo. Sin duda, un análisis más detallado, intensivo y más basado en la ecología de la especie hubiese producido, usando en principio de precaución un resultado muy diferente, que hubiese sido el de mantener al lince en la categoría de máxima amenaza.

Esto no significa que no se hayan hecho avances en la conservación de la especie, pero reconoce que siguen siendo insuficientes, y que además los nuevos escenarios del conejo han producido un cambio de tendencia en los linces que nos deben hacer mucho más cautelosos. Creo que en el justo medio de reconoce los logros en los primeros años pero avisar de los nuevos riesgos se encontraría el mejor resultado, un justo medio que ayudado por la precaución mantendría al lince ibérico donde merece, como una especie en la IVI y críticamente amenazada.

Aunque consideramos que se debería volver atrás en la decisión de recatalogar la especie, lo más importante es que los actores en la conservación del lince reconozcan que, más allá de lo que diga su categoría de amenaza, los riesgos de extinción son muy severos y que debemos actuar urgentemente para frenar las causas que han llevado a una situación nuevamente dramática.

La importancia del conejo de monte

En particular, se debe recuperar el plan de gestión del conejo de monte, que se ha mostrado tan efectiva dentro de los propios programas LIFE ejecutados hasta el momento, y que fueron sorprendentemente frenados en el año 2011 coincidiendo con la llegada de una nueva cepa del virus de la EHV. El resultado de una nueva cepa y el cese o reducción drástica de las sueltas de conejo y la alimentación suplementaria ha sido catastrófico para el lince ibérico, especialmente para la fertilidad y supervivencia de los cachorros, pero también ha cambiado la distribución espacial de los adultos, estando en estos momentos la población de Andújar y Doñana en una situación muy crítica, donde las densidades de conejo apenas pueden sostener una población viable.

El tesoro genético y demográfico que constituyen estos individuos no puede perderse, y aunque se podría sugerir que el cambio de ubicación espacial garantiza la supervivencia de individuos y genes, consideramos que la nueva situación es muy arriesgada, dado que estos linces se asientan ahora en territorios enormemente humanizados, donde cualquier cambio en la percepción por parte del hombre o el incremento de los atropelllos produciría un grave incremento de la mortalidad y la viabilidad de esta población.

Consideramos urgente la conservación de las poblaciones de Doñana y Andújar, manteniendo las poblaciones en sus lugares tradicionales, para lo cual es necesario una política eficaz y decidida de recuperación de las repoblaciones de conejo y la alimentación suplementaria. Las acciones de conservación del conejo no debería haber cesado, cuando en muchos sitios se estaba cerca de alcanzar el umbral de escape de la EHV.

Aunque se ha perdido mucho tiempo con decisiones equivocadas, aún estamos a tiempo de que no sea una decisión que lleve a la extinción de la especie, volviendo a la senda de la gestión adecuada y científicamente supervisada. En este sentido, que los asesores de los programas de conservación actúen como tales, sean informados, y sobre todo tenidos en cuenta parece de vital importancia y de sentido común. Así como incrementar el control de las decisiones técnicas, incluyendo más personas independientes en los comités asesores de los programas de conservación. Estamos a tiempo, el lince sigue críticamente amenazado, hay que ponerse a trabajar y dejar de enviar cantos de sirena que tapen la oscura realidad del estado de conservación actual de la especie.

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