Un campo abonado para la innovación y la tecnología

Agricultura y ganadería. Dos de los principales pilares económicos de Andalucía, que hunden sus raíces en siglos de tradición y que, sin embargo, han sabido ir virando hacia el futuro, incorporando la industrialización a sus procesos, y, sobre todo, sumando la innovación y la investigación, como elementos de diferenciación, de mejora de la competitividad y de un mejor aprovechamiento de los recursos naturales.

La agricultura de regadío consume el 80% del agua que se utiliza en España cada año. La eficiencia se torna fundamental, principalmente por las épocas de sequía que se producen cíclicamente, y el móvil, como en otros campos, también puede jugar un papel importante. Una aplicación móvil desarrollada por la Red de Información Ambiental de Andalucía (Rediam), Pluviómetro de Andalucía aporta en tiempo real los datos de la lluvia caída en cualquier punto de la región a través de 200 estaciones meteorológicas, así como el dato acumulado, lo que ayuda al agricultor a optimizar el uso del regadío. Una previsión que se traduce en un ahorro de agua y electricidad, y, por tanto, en una mejora de los costes de explotación.

También la tecnología se ha convertido en un elemento más para una cooperativa almeriense, Coprohníjar. Sus 130 socios han cambiado los registros de papel por una app para tablet con la que, periódicamente, registran las cantidades estimadas de kilos de productos que van a generar, algo que influye positivamente en su estrategia comercial: optimiza precios y mejora la competitividad.

El campo andaluz también busca la sostenibilidad. La apicultura es un sector de vital importancia en la agricultura. La abeja poliniza casi el 90% de los productos del campo; sin embargo, la especie se ve amenazada por el uso de pesticidas. ¿Solución? Inseminación artificial de abejas reinas para salvar la población, una técnica que dominan solamente cuatro personas en España. En Málaga forman a apicultores para poder incrementar el uso de esta práctica tan exclusiva.

En definitiva, ejemplos de progreso, de innovación, pero también de sostenibilidad en un sector, el agrícola, que mejor que ningún otro sabe que ningún progreso es riqueza si no tiene en cuenta las capacidades finitas del entorno, de los recursos y de las repercusiones que los procesos productivos tienen en el territorio.