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La barrera psicológica

La barrera psicológica

Lázaro Mediavilla Saldaña

Cualquier actividad en la naturaleza requiere de un esfuerzo físico. Eso es evidente y todos nos preparamos de alguna manera para poder cubrir nuestros objetivos, nuestras metas. Pero no debemos olvidar que existe un componente importante que limita o ayuda a superar las barreras físicas: la capacidad mental. Tan importante como olvidado, es una factor que también podemos entrenar, pero antes tenemos que aprender a identificarlo ¿cómo?, vamos a verlo.

Para conocer cuáles son las barreras mentales que pueden bloquear o limitar nuestro esfuerzo físico, primero debemos concienciarnos de su importancia, no sólo porque nos lo hayan dicho sino porque pensemos que es útil o que hayamos vivido alguna situación en la que la fuerza mental fuera decisiva.

Si somos capaces de reconocer o recordar algún momento de incertidumbre o bloqueo mental en el pasado será mucho mejor, ya que podremos trabajar sobre sensaciones anteriores, anticipándonos a ellas, para evitar situaciones no deseadas la próxima vez.

¿Qué es la preparación mental o psicológica?

Hablamos de preparación mental, capacidad psicológica, barreras mentales. Vamos a aclarar el concepto. La preparación mental puede definirse como “los diferentes sistemas o medidas que un deportista utiliza (desarrollando un actitud firme, estable, resistente, positiva, etc.) para ser capaz de superar y adaptarse a las diferentes situaciones a las cuales se va a enfrentar”.

Queda claro que hablamos de una capacidad fuera de las aptitudes físicas. Para que nuestro estado de forma sea óptimo, el factor psicológico debe estar a la misma altura que el físico. Para Luis Capdevilla y Mónica Aguilera, dos de nuestros mejores corredores de raids de aventura, “esta preparación psicológica nos ayudará a ser más capaces de controlar nuestros pensamientos y nuestras emociones.”

Reconocer los límites

Una de las primeras cosas que hay que aprender a realizar es el reconocimiento de nosotros mismos y de nuestras limitaciones, saber hasta dónde podemos llegar. Debemos descubrir qué cosas nos producen ‘respeto’ como para no poder afrontarlas, ese paso de 6c expuesto, o ese corredor largo o ese recorrido de 48 kilómetros que no me veo capaz de terminar, o esos últimos 200 metros del escalón Hillary... Son situaciones que nos provocan ansiedad, que tenemos que superar, y a las que nos tenemos que anticipar.

Una vez que identificamos estas situaciones, podremos fácilmente reconocer cosas en las que hay que trabajar, que mejorar. Algunos himalayistas reconocidos aseguran que “cuando uno dice la primera vez que no puede más, sólo ha llegado al once por ciento de sus posibilidades”. ¡Sorprendente cuánto nos queda entonces por trabajar!

Predisposición

Una vez que hemos reconocido nuestros límites y que sabemos qué posibles factores influyen en un comportamiento no deseado, tenemos que ser conscientes de qué es lo que estamos haciendo por evitarlo y si estamos asumiendo lo que estas actividades suponen. En otras palabras: si somos conscientes de que el ser alpinista, escalador, esquiador de travesía, ferratista, parapentista, himalayista, barranquista, etc. supone asumir una serie de cosas.

Aunque parezca mentira muchas de las personas que practican estos deportes y otros que tienen que ver con la naturaleza, no ‘saben’ asumir todo el esfuerzo que suponen, sólo buscan el resultado final, la foto, la euforia final. Tenemos que ser conscientes de que lo importante en la práctica deportiva de estas disciplinas es el proceso, no el final.

Identificado y asumido el factor mental y lo que supone nuestra actividad, comenzamos a tener la ‘cabeza sobre los hombros’. Nos acercamos a la realidad y sólo a través de la verdad conseguimos hacernos más fuertes, ya que nos ofrece la posibilidad de enfrentarnos a ella de una forma individual en un principio y en equipo en posteriores momentos. Muchas actividades las hacemos como mínimo dos personas y es importante el apoyo o no de la otra persona.

Tratamiento individual

Las comparaciones son odiosas. El condicionamiento personal no debe afectarnos. Hay que tener claro que lo que hace una persona no tenemos por qué hacerlo nosotros o sí, pero no tenemos por qué reaccionar igual.

Existen momentos en los que una travesía alpina y expuesta para dos personas es totalmente distinta. Mientras que para una sus procesos internos están en la concentración de sus movimientos, para otra están en un paso anterior pensando e intentando evitar no caerse. Esta persona lo está pasando mal. Entonces el hecho de ir encordados o en ensamble le haría andar con la misma comodidad que su compañero.

Por ello es necesario reconocer cuáles son las necesidades que tenemos que cubrir para encontrarnos capaces de afrontar el reto, sabiendo de antemano que físicamente estamos preparados.

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