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Sobre este blog

Villadieguense de adopción de la quinta del 74, casado y padre de una niña de 9 años, reside en Castiello de Jaca. Destinado en la Escuela Militar de Montaña y O.E,s. de Jaca, donde ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional como Profesor en el Dpto de Montaña.

Miembro activo del Grupo Militar de Alta Montaña, y Técnico Deportivo de Alta Montaña, practica todo tipo de deportes de montaña que pueda compaginar con trabajo, y especialmente con la familia, ardua tarea, que le han especializado en actividades autodenominadas “papá-express”.

Ha visitado todas la montañas andando, esquiando o escalando que ha podido y le han dejado, incluyendo todo el ámbito nacional, en Europa Alpes y Caúcaso (Rusia), en África Atlas, Kilimanjaro, y Virunga Mountains, en América Andes (Argentina y Bolivia) y Alaska(USA), en Oceanía la Pirámide de Carstensz y en Asia, Kun-Lun (China), Tien-Shan(Kazajistán y Kirguistán) e Himalaya nepalí.

El día que me congelé en el Denali (Alaska, 2005)

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Pongo lo que creo, y no afirmo que es lo que pasó, porque son conjeturas e impresiones personales, y porque los únicos que estaban allí son Chakel y un servidor.

Las “verdades”, se las dejo a esos “cuñaos”, del ámbito sanitario o no, que saben más de todo que uno mismo, incluso sin haber estado allí, sin conocerte y sentando cátedra.

En mayo del 2005, junto a la persona que más ha aportado en mi torpe carrera como intento de alpinista amateur, y más aún en la vida misma, Jesús Andrés, alias “Chakel”, fui a unos de los paraísos soñados para el montañero: Alaska.

La idea principal, escalar el Denali (ex Mackinley), techo del subcontinente norteamericano con 6.193m, y con su posicionamiento a 63ºN, muy próximo a esos 60ºN del Círculo Polar Ártico.

Y por qué digo escalar y no subir. Porque nuestra intención original era escalar la ruta “Cassin”, un “pepino” de 2.700m, y dificultades en ese terreno y altura de Vº en roca y AI4 en hielo.

Puede parecer nada, pero aseguro que allí nada es una broma, cualquier error se paga.

Nuestra táctica, para aclimatar fue subir por la “normal” hasta el Medical Camp, a 4.200m, un sitio muy “humanizado”, pero increible:

y realizar varios ascensos por ella.

Y para garantizar cima antes de ir a la Cassin, una tarde, ya que allí nunca es de noche en esa época del año, de buenas a primeras, nos subimos hasta la cima del tirón escalando por el West Rib, 2.000m de escalada fácil, máximo pasos de III-IVº en mixto y rampas de nieve hasta 65º, al más puro estilo “Mark Twight”, con una pala y un hornillo para los 2.

No exagero.

Así fue.

Solo hay 2 fotos de la ruta, la cámara y el cameramen palmaron rápido jiji

Partir de la base, que el principal error que cometí, fue ir a un sitio de esas características con una miserable experiencia en ese tipo de terreno.

Mi única experiencia en “altitud” antes del Denali, fue una expedición que realicé al Muztagh Ata en el 2004, en la que llegamos a 6.500 metros y gracias, vaya tiempo de mierda…

Evidentemente, con alguna salida de dominguero a 4000,s de los Alpes, y 5 inviernos de salidas diarias en el Pirineo, por mucho que lo des todo, eres un paquete extremo en Alaska, no lo dudes…

Para completar la preparación, Jesús y yo estuvimos de misión en Kosovo desde el 25 de septiembre del 2004 al 15 de abril del 2005.

No hay que ser matemática o físico para calcular las actividades que realizamos el invierno que pasamos encerrados en una base militar en mitad de un país destrozado por la guerra, algo así como cero. Cuando llegamos a España, aún nos dio tiempo en esas 2 semanas antes de volar de trepar varias caras nortes por Sierra Nevada y en el Vignemale. Esa fue nuestra preparación, si así se puede definir.

Alaska y sus montañas es aislamiento, autosuficiencia, frío intenso permanente, viento que suena como turbinas de avión la mayor parte del día, tormentas de varios días que entierran tu tienda en cuestión de minutos….

Eso sí, tenía 2 ejemplares de la “Biblia del Alpinismo”, el libro “Alpinismo extremo, escalar alto, rápido y ligero”, de Mark Twight, uno de cabecera de cama, y otro para llevarme a todas mis maniobras y salidas largas para seguir adoctrinándome en el “fast and light” de la época jajajaja

Reproduzco aquí mis impresiones, tal como lo escribí desde el hospital de Zaragoza donde estuve ingresado un mes para curar las heridas:

“El día 27 a las 16:30 horas, aprovechando un claro en el tiempo y el día ártico, luz las 24 h. del día, salieron con tiempo despejado y -15ºc hacia la vía West Rib, escogida por ser un elegante espolón de acceso casi directo a cima, con dificultades de IV M y 65º en hielo/nieve, aunque los mayores problemas se los darían las placas de viento del corredor final.”

Las temperaturas cayeron hasta los -45ºc, con rachas de viento de 60 km/h, pero a las 06:30, con el sol ya luciendo en la cima, llegaban por fín a los 6.195 m del Mckinley, tras 14 horas de esfuerzo y 2000 m. de desnivel realizados de un tirón.“

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Y ahora, paso a decir los factores que creo que fueron determinantes para esas congelaciones en 8 dedos, de uno solo del equipo. Porque las condiciones fueron las mismas para los 2. La diferencia está entre la experiencia y bien hacer del que solo se congeló la cara, que es una pollada, y la inexperiencia del que palmó.

- Deshidratación.- La cuestión, es que por la mañana, Chakel estaba fuera de la tienda zascandileando, y una expedición que se iba para abajo, nos dejó mogollón de comida y combustible, y como buenos “muertos de hambre”, nos pusimos hasta arriba de “black beans”, o sea, fréjoles de toda la vida, y nos echamos la siesta del carnero…

Salimos hacia cumbre después de haberme metido entre pecho y espalda medio pote de litro y 1/2 de legumbre, y sin haber bebido lo suficiente; aparte, solo pude beber en 14 horas que tardamos en hacer los 2000 m. de desnivel 1 litro, puesto que el segundo que llevaba se me congeló nada más abrir el termo.

Y cuando nos dio la ventolera y salimos para arriba, sobre las 16:30, nos fuimos ya para arriba deshidratados, eso está claro.

Fue imposible hacer agua, de hecho, ni lo intentamos, ya que no tuvimos sensación de sed en ningún momento, hasta la bajada. Puta adrenalina… Maldita ignorancia….

- Temperaturas extremas y viento fuerte.- Hasta -45ºc y 60/70 km/h, si miramos en las tablas del efecto Windchill, se nos va de las mismas.

El termómetro que llevaba en la mochila, de esos de colgar de líquido, murió durante la escalada…

El frío, qué decir del frío. Ensamblamos prácticamente todo, excepto cuando nos desencordamos, porque era de locos pararnos a asegurar. Solo tenemos 2 fotos del recorrido, al principio, antes del desplome de temperatura. Murió la cámara, y mis ganas de hacer fotos. Menos mal que la guardé contra el cuerpo, y en la cima sí pudimos hacer alguna.

Las gafas de sol, nos sirvieron durante la primera parte de la ruta, antes de arreciar el viento. Cuando comenzó el vendaval, tuvimos que pasar a gafas de ventisca, y ya hasta abajo con ellas.

El pasamontañas, una vez me lo puse, hasta abajo. A Jesús, que fue sin él, se le congeló la cara, y a los días cuando se le cayeron los retales de piel en la cara, parecía un mapache jajajaja

El viento, y no exagero, nos zarandeaba como muñecos en las rachas más fuertes, obligándonos a “clavarnos” en la nieve con los piolets hasta la cruz donde se podía, y en otros tramos el pico. El viento te entraba por cualquier resquicio que dejases mal cerrado, hubiese agradecido un mono de altura sin dudarlo, o sin llegar a ese extremo, un mono interior de forro polar, porque la chaqueta tremendamente caliente pero amplia, no ayudó a mantener mi calor corporal como hubiera deseado…

- Mala elección de prendas de manos.- Salí con manoplas desde abajo. Pero como he dicho antes, mi experiencia no era la suficiente para trepar por esos mixtos “asequibles” con ellas. En un momento dado, al llegar a uno de los tramos de mixto de miserable IVº, cambié las manoplas por unos guantes, tope de gama, pero insuficientes a esas alturas y temperaturas. Ok, no debería haber problema, lo escalo y vuelvo a ponerme las manoplas. Pues no. No lo hice. De la rosca que debía llevar , no volví a ponerme las manoplas hasta la bajada ¡¡¡¡ GRAN CAGADA ¡¡¡¡¡

- Mala elección de la indumentaria.- Salí prácticamente con la misma ropa que hubiese ido a un 4.000 invernal. Y sin nada más de repuesto. Mallas y goretex en piernas. Camiseta, forro polar, goretex y plumas gordo. Esto quiere decir, que es prohibitivo parar, pues no puedes abrigarte. Y no es lo mismo 4000 que 6000 en Alaska. Bueno, en ningún sitio, pero menos aún ahí al lado del Polo. Si no te abrigas el cuerpo, la sangre se irá ahí para que no baje la temperatura central.

- Parada de descanso.- Evidentemente, el cansancio se hace notar cuando llevas 10 horas de actividad. En la zona de placas de viento casi en la salida de la vía, el estrés por no irnos abajo con una de ellas y la fatiga era evidente, e hicimos una parada de una hora en una zona que nos pareció protegida, pero ya a 5800 m, y el viento le daba sobremanera, y a pesar de tener toda la ropa que llevábamos encima puesta y una manta de “fiambre” por encima que se llevaba el viento como una bandera, creo que nos hizo bajar la temperatura corporal mucho, y pienso que incluso fue peor el remedio que la enfermedad y salimos más tocados y temblorosos del “descanso” que si no hubiésemos parado. Vaya rosca.

- Tiempo de espera en cima.- Una vez en el Football Field, a 5.950m, ya se ven las cosas de otra manera. Solo queda la arista cimera. Y ahí, salimos cada uno a nuestro ritmo. La cuestión, es que salí delante, y como vas a tu bola, te aceleras, o mejor dicho, me acelero, y llegué solo a cima. Estuve unos 15 minutos en lo más alto quieto, flipando de la cima, hasta que llegó Jesús, nos hicimos un par de fotos y para abajo. No era muy consciente del frío que estaba pasando, algún tembleque de vez en cuando, y listo. Con ese viento y temperatura, seguramente rematé la jugada, y la poca sangre que me quedase en los dedos, si ya la había, pienso que pudo centralizarse la sangre en los órganos vitales, dejando los miembros externos un poco “sequillos de sangre” para evitar que se enfriasen los mencionados órganos vitales.

- Retirada de guantes en la cima para hacer alguna foto.- La rumorología de los doctores en “yotambiénmecongéleunavez” y el cuñadismo extremo, dice que se me congelaron en un minuto por quitarme un guante para hacer una foto. Es cierto que durante unos segundos me quité uno de los guantes, sale en una de las fotos de cima, al igual que Jesús, pero a él no le pasó nada en las manos y a mí sí. Todo sumaría, eso seguro, pero que no fue determinante, lo tengo claro. De hecho, las congelaciones fueron simétricas en ambas manos.

Como colofón, y para terminar de flipar, he de decir que yo hasta ahí no fui consciente en ningún momento de que se me estuviesen congelando las manos. Podía coger bien los piolets, pude manejar bien la cámara, y bajé en la gloria hasta el Football Field.

Allí, ya con el relax de cima conseguida, y bajada “tranquila” por la asequible normal, paramos a comer y beber algo.

- El descubrimiento de las congelaciones.- Hete aquí que cogí el termo, fui a abrirlo, y la palma de mi mano giraba sobre la tapa, sin poder cerrar los dedos. Haces 2 o 3 intentos, y la cabeza te dice que algo va mal, pero no te lo quieres creer.

Me quito los guantes, y le enseño las deas a Chakel, preguntándole que qué le parece.

Su cara lo dijo todo. La que has liado pollito.

Cambio a manoplas, a buenas horas mangas verdes, y para abajo corriendo.

Bueno, corriendo donde se puede correr, porque en la travesía de hielo vivo de casi 1 km a izquierdas del High Camp, como no podía usar los piolets, reventé los dedos del pie derecho, y los Rangers en el Medical Camp se preocupaban más de ellos que de las manos, que todavía no se habían hinchado.

Cuando llegamos al High Camp, a 5.250m, mil metros más debajo de la cima, estaban unos amigos de Granada que iban por la normal, Javier Campos y Fernando Fernandez-Vivancos, que echaron a correr hacia Jesús, preguntándole que le había pasado. Ojo como llevaba la cara el nota jajajaja

Y les digo yo, a ver, melones, que la he liado yo, se me han congelado las 2 manos.

Pasamos unas horas descansando mientras pensábamos como bajar hasta el Medical Camp, y cuando nos decidimos, tras inyectarme una heparina Fernando, nos fuimos por las cuerdas hasta los 4.200m de la “seguridad” del Medical.

Menos mal que había cuerdas fijas, si no, el descenso hubiese sido sin duda un drama, pero con el corredor fijado, pasas el brazo a la nepalí, y de fraccionamiento en fraccionamiento. La mochila no me molestaba, total, solo llevaba una pala de aluminio….

Allí, intentaron que nos bajásemos por nuestros medios con la excusa de que yo sabía esquiar bien y no veían nada en los dedos. No sé como pensarían que sacaría a mi compañero de una grieta si se caía él…..

Ojo cuando me calentaron las manos. Ya podéis verlo en las fotos.

A la postre, resultó que el helicóptero estaba hipotecado en el rescate de 3 alpinistas canadienses en el monte San Elías que pilló el mismo frente frío que a nosotros pero en un sitio más delicado y con peor suerte, y a 2 de ellos les amputaron todos los dedos de las manos. Al 3º solo unos cuantos. Y es verdad verdadera.

Allí no se andan con chiquitas. Todos los seguros son privados. No hay investigación por parte del estado. 1 día de hospital, en 2005 costaba 1.500€. Aparte tratamiento y medicación.

Yo pedí inmediatamente un cambio de vuelo a través de la empresa de Guías “Aragón Aventura” con Javier Garrido al frente, que gestionó magistralmente todas las operaciones desde España, desde la activación del helicóptero, hasta cambios de billetes con la Federación Aragonesa de Montañismo y la aseguradora FIATC.

Había que llegar a España lo más rápidamente posible, pues sin duda alguna los mejores médicos especialistas en congelaciones, están aquí. Si a alguien le pasa algo allí, en la Costa Oeste de USA, que tenga en cuenta que si las oficinas están en la Cosa Este, cuando ellos abren tú duermes.

Una vez en Zaragoza, me trató el Dr Calatayud, auxiliado por Chelo, la mejor y más antigua enfermera de “congelaos”, que era la que llevaba al final todo el tema, según las propias palabras del Doctor.

Un lujo, desde luego.

Desde el primer momento, me dijeron lo contrario que en USA, que creían que iba a librar “casi” todo, como mucho alguna puntina…

Pues bien, como podéis comprobar, libré todo yuhuuuuuu

Y aquí seguimos escalando en roca, hielo, y lo que haga falta.

No han faltado expediciones por sitios variados, alpinistadas en invierno en Alpes, y mucho esquí de montaña.

Eso sí, cuidándome mucho para que no me vuelva a cazar.

La hipersensibilidad al frío la he superado, pero el tacto y circulación normal, no.

Errores que cometí cuando me recuperé, o eso pensaba yo. Retrasando mucho la total recuperación probablemente.

- Me fui al Aconcagua en enero del 2006, tan solo 6 meses después. Luego estuve un par de semanas insensibilizado.

- Subí al Elbrus en marzo del 2006. Otra que volví de cima con los dedos dormidos…

- Volví a escaparme al Muztagh Ata en julio del 2006, y con calentadores eléctricos y químicos en las manos, hice cima, pero de nuevo los dedos sufrieron.

- Y como el humano es el único animal que tropieza un huevo de veces en la misma piedra, en agosto del 2006 guié una expedición al Kilimanjaro, menos mal que ahí no me hacían falta las manos para nada.

En qué se tradujo todo esto, pues que la escalada en roca, ese año, fue nula prácticamente. Cada vez que iba, piel nueva.

Y cada vez que salía por el monte, venga a ponerme manoplas de expedición para subir al Aneto en manga corta, y las manos congeladas. Venga a comprar guantes caros y nada. Venga a…

La conclusión a la que he llegado tras infinidad de palmadas y experiencias basadas en el ensayo-error es que abrigarse las manos es importante pero no lo fundamental.

Ahora mismo, busco ropa buena para el torso, que transpire muy bien y sea cálida, y juego con varias capas, muchas, dependiendo de la actividad, intentando mantener el “pecho” caliente, y así, incluso en días de bastante frío, puedo practicar alpinismo hasta con guante fino.

Y la cabeza, ojo con la cabeza. Pieza fundamental. Siempre algo a mano para abrigarla más o menos. Ahora siempre llevo gorro, y una banda de esas que dejan la parte de arriba libre. E igual que con las capas, lo combino. Por la cabeza se escapa el calor y entra el diablo.

Por supuesto, varios pares de guantes no faltan en mis actividades de alpinismo.

Problemas que me quedaron en los dedos:

- Artrosis en 1ª falange de los 8 dedos.

- Hipersensibilidad al frío.

- Sensación de dedos fríos permanente.

- Falta de tacto.

- Piel que se muda como las serpientes.

- Pérdida de fuerza en falanges distales.

Como podéis comprobar, muchos errores, demasiados, pero que me hicieron aprender como montañero, y de la misma forma por lo menos espero que sirvan de aprendizaje o culturilla para todos .

Ahora mismo, tras una buena alpinistada, como mucho, se me hinchan y magullan como a cualquier parroquiano, cuidándonme un poco

Pero al final, lo que te quedas, es esto, vivir !!!!!

Casi sonríe, coño jajajajaja

Un saludo y buenas escaladas.

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Villadieguense de adopción de la quinta del 74, casado y padre de una niña de 9 años, reside en Castiello de Jaca. Destinado en la Escuela Militar de Montaña y O.E,s. de Jaca, donde ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria profesional como Profesor en el Dpto de Montaña.

Miembro activo del Grupo Militar de Alta Montaña, y Técnico Deportivo de Alta Montaña, practica todo tipo de deportes de montaña que pueda compaginar con trabajo, y especialmente con la familia, ardua tarea, que le han especializado en actividades autodenominadas “papá-express”.

Ha visitado todas la montañas andando, esquiando o escalando que ha podido y le han dejado, incluyendo todo el ámbito nacional, en Europa Alpes y Caúcaso (Rusia), en África Atlas, Kilimanjaro, y Virunga Mountains, en América Andes (Argentina y Bolivia) y Alaska(USA), en Oceanía la Pirámide de Carstensz y en Asia, Kun-Lun (China), Tien-Shan(Kazajistán y Kirguistán) e Himalaya nepalí.

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