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Científicos canarios descubren un tubo volcánico de más de 14 millones de años

La consejera de Medio Ambiente durante la presentación del libro 'De Aslobas a Fataga. Viaje al subsuelo de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria'. | Efe

Canarias Ahora

Las Palmas de Gran Canaria —

“Gran Canaria tiene potencial para seguir siendo descubierta”, es la conclusión a la que ha llegado la consejera de Medio Ambiente y Emergencias del Cabildo grancanario, María del Mar Arévalo, tras dar a conocer los resultados del proyecto Fauna hipogea: un mundo escondido en la Reserva de la Biosfera.

Así lo ha afirmado esta mañana durante la presentación del libro De Aslobas a Fataga. Viaje al subsuelo de la Reserva de la Biosfera de Gran Canaria, junto a sus autores Manuel Naranjo y Sonia Martín (biólogos de la Sociedad Entomológica Canaria Melansis) y Octavio Fernández (técnico del Grupo de Espeleología Tebexcorade-La Palma).

A través de esta publicación se han mostrado las investigaciones realizadas hasta el momento en la zona denominada como Reserva de la Biosfera, donde se ha descubierto el tubo volcánico más antiguo de Canarias, la Cueva de Aslobas, en el suroeste de Gran Canaria.

Con más de 14 millones de años de antigüedad, el tubo volcánico, localizado entre las localidades de Tasarte y Tasartico, es uno de los más antiguos del mundo, sólo superado por uno que existe en Australia. En él, los científicos han encontrado formaciones minerales que no han sido halladas en otras cuevas y que podrían aportar datos sobre el proceso de formación de la isla de Gran Canaria.

Los investigadores también han hallado nuevas especies albergadas en su interior, entre las que destacan dos invertebrados cavernícolas, la cochinilla de la humedad y la cucaracha subterránea ciega. Asimismo, en las grietas de la Cueva de Aslobas han aparecido restos de huesos de lagartos gigantes de Gran Canaria y de la rata gigante de Gran Canaria, especie ya extinguida.

Para la consejera María del Mar Arévalo, se abre ante la comunidad científca una “gran oportunidad” que podría ser aprovechada en varios campos de investigación, como la biología, la botánica, la arqueología, la geología o la historia. Supone, en definitiva, “una nueva vía para conocer más y mejor el planeta tierra y a la humanidad”.

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