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Demasiados cómplices en el asesinato del viejo periodismo

Ignacio Escolar, Maruja Torres, José Sanclemente y Pere Rusiñol, en la mesa de debate organizada por BCNegra.

Pau Rodríguez

Barcelona —

“Cadáver lo hay. El muerto es clarísimo”. A primera vista parece evidente que el fallecido es el periodismo. BCNegra, festival barcelonés de novela negra, quiere descubrir quién ha asesinado al periodismo, y por eso convoca en una mesa redonda a cuatro periodistas y escritores del género. Para que reconozcan el cuerpo y inicien una investigación que aclare quién es el culpale del crimen.

Maruja Torres –periodista y creadora de ­la saga de la reportara Diana Dial–, José Sanclemente –persidente de eldiario.es y autor de Tienes que contarlo y No es lo que parece–, Pere Rusiñol –periodista y autor de Papel Mojado, que no es novela negra pero que alberga bastantes cadáveres de periódicos entre sus páginas– e Ignacio Escolar –director de eldiario.es y autor de una novela, 31 noches– acuden a llamada de BCNegra. Con tan solo una ojeada observan que el muerto no es el periodismo –que sobrevive en varios nuevos medios–, sino el viejo periodismo, y tras una inspección de la escena del crimen coinciden en afirmar que en esta masacre ha participado más de uno y de dos. Hay cómplices.

“La colilla esa es de un banquero o un gerente de un fondo de inversión; esas huellas son del zapato de un empresario con intereses espúreos, incluso hay rastro de algún periodista enfermo de autocensura”, enumera Sanclemente. Pero hay más. A medida que los cuatro periodistas intercambian sus pareceres irán apareciendo implicados en el crimen. Desde la publicidad que además de anunciarse ha querido hacer información hasta “aquel periodista que recibió un bolso de Löwe y no lo devolvió” –apunta Maruja Torres–, pasando por los tertulianos, todos han sido cómplices del asesinato del viejo periodismo.

Y mira que parecía el viejo periodismo “sólido”, asegura Sanclemente. Era ese periodismo de grandes cabeceras y robustas redacciones, “con la figura del editor, como Polanco (PRISA) o Asensio (Zeta), que más o menos sabían hacia adónde iban”, y que “vivieron una expansión audiovisual a base de crédito” que, con la llegada de la crisis, “les dejó atrapados por los fondos de inversión”. Así lo resume Sanclemente.

Lo que nos lleva a quién apretó el gatillo. Cómplices hubo muchos, según los cuatro periodistas, pero alguien debió matar al viejo periodismo. Pere Rusiñol lo tiene claro: todos los anteriores solo facilitaron que se produjera el crimen, pero quien “clava el puñal a la criatura” es el capital financiero. “Para que las cabeceras no quebraran se las quedó el capital financiero, y este fue el asesinato, porque cuando toda la actualidad gira alrededor del sector financiero, hacer periodismo en estas condiciones es imposible”, sentencia Rusiñol.

La entrada de ese capital en los organismos de decisión de los periódicos –en PRISA, ejemplifica Rusiñol, 12 de los 16 miembros del consejo de Administración representan al sector financiero– les hizo perder la credibilidad ante los lectores y, por lo tanto, los mató. Con esta situación “la prensa de izquierdas es la que más pide el rescate a Rajoy, la que pide que no se encarcele a Blesa o la que se queja por la implantación del nuevo salario mínimo en Alemania. Esto para el sector financiero tiene un valor incalculable”, expone Rusiñol.

El lector, ¿también culpable?

El lector, ¿también culpable?En la larga lista de actores implicados, de algún u otro modo, en la muerte de la vieja forma de hacer negocio con el periodismo, falta dilucidar cuál fue el papel del lector. Escolar enciende el debate: “¿Qué parte de culpa tiene el lector, que ha dejado de leer periódicos?”.

Rusiñol sostiene que para nada es su culpa: “Es lógico que no compre periódicos si no se los cree, si cree que son propaganda”, defiende. Sanclemente, que ve a los lectores antes que nada como testigos de los sucedido, sí que señala algunas trazas de culpabilidad, porque intuye que muchos de ellos compran el producto para leer algo que refuerce sus ideas previas. Y pone el ejemplo de El Mundo: “Cuantas más exclusivas publicaba el periódico sobre Bárcenas y Urdangarín, más bajaban sus ventas. Es un lector muy militante...”.

Por su parte, Maruja Torres matiza que el lector sería más bien una víctima del crimen. “Es en definitiva un asesinato de la sociedad. Lo que ha sucedido con el periodismo refleja esto. Hemos sido víctimas de nuestra propia bobaliconería. Tenemos que ponernos en pie todos juntos”, sentencia.

El periodismo vive en los nuevos medios

El periodismo vive en los nuevos medios“¡Aquí estamos cuatro periodistas más vivos que la hostia!”, reivindica Maruja Torres. Entre los cuatro periodistas y escritores de esta mesa redonda organizada por BCNegra sacan adelante proyectos periodísticos como Alternativas Económicas, Mongolia o el propio eldiario.es.

Identificar al culpable del crimen y cómo lo cometió ha ocupado gran parte del debate, que ha congregado a decenas de personas en La Capella de Barcelona, pero queda tiempo para hablar de cómo mantener vivo al periodismo pese a las circunstancias actuales. “Hay que definir bien lo que se quiere hacer, periodismo por encima de todo, sin estirar más el brazo que la manga, i reinvertir cualquier ingreso en mejor periodismo”, defiende Sanclemente.

Maruja Torres cree en la importancia del “capitalista que quiera contribuir a la democracia financiando un medio”, y Rusiñol defiende que “habrá que pagar por el periodismo, por aquellos que ponen el talento”, pero en lo que todos coinciden es que el oficio pasa por la independencia que han perdido los principales periódicos.

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