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¿Dónde están las mujeres en los libros de texto?

Ilustración de Pol Rius.

Pau Rodríguez

No hay referentes culturales y científicos femeninos en los libros de texto de los colegios. ¿Por qué en 600 años de literatura castellana, hasta el XX, la única autora que se se suele citar en los manuales es Santa Teresa de Jesús? Esta pregunta la formula Ana López-Navajas, autora del estudio Análisis de la ausencia de las mujeres en los manuales de la ESO. Una genealogía del conocimiento ocultado, que continúa: “¿Por qué no aparece Gertrudis Gómez de Avellaneda, reconocida figura del romanticismo? ¿O María Rosa Gálvez, del XVIII, que llenaba más teatros que muchos compañeros suyos?” Todas estas cuestiones las lanza al aire el estudio, realizado por la Universidad de Valencia bajo el amparo del extinto Ministerio de Igualdad -época Zapatero-, que constata que los referentes femeninos representan tan solo el 7,5% del total de figuras que aparecen en los libros de la ESO.

“Es una estafa cultural, nos han robado referentes fundamentales”, sostiene la autora del estudio, que considera que durante los años se han silenciado figuras femeninas que incluso en su tiempo gozaron de renombre y que la tradición las ha ido apartando del foco principal. Pero por el contrario, los editores de libros consideran que es la historia que ha despreciado a las mujeres, no quienes editan los libros de texto. “Por desgracia, en la historia los personajes más influyentes han sido hombres, y los libros de texto están condicionados por este hecho”, defiende Albert Garrido (Edebé), responsable del ámbito de libros de texto del Gremio de Editores de Cataluña.

Para realizar el estudio se han analizado 115 libros de 19 asignaturas diferentes de toda la ESO. En total se ha llegado a crear una base de datos con 5.527 personas de referencia citadas en los manuales. De éstas, sólo 690 son mujeres -un 12,8%-. Pero si se tiene en cuenta el número de apariciones -para aventurar su importancia-, las referencias a mujeres relevantes disminuyen hasta el citado 7,5% del total.

Por materias, la muestra también es sugerente. “Las asignaturas de enfoque histórico y científico, las más poderosas, tienen menos presencia de mujeres. En cambio, en las más pertenecientes a la actualidad, como inglés o francés, contienen más referencias”, apunta López-Navajas. En inglés y francés, de hecho, la aparición de mujeres en los libros de texto es del 29% y el 21%, respectivamente. También tienen una presencia destacada en la próximamente desaparecida Educación para la Ciudadanía (22%). Sin embargo, los porcentajes rondan el 10% cuando se trata de Física y Química (8,5%), Ciencias naturales (10,2%) o Ciencias Sociales (6,6%).

¿Referentes culturales femeninos olvidados?

“La proporción seguiría siendo favorable a los hombres, que han disfrutado de predominio social, y seguro que cuando más atrás vas en la historia menos referentes culturales femeninos hay, pero aún así la presencia actual de mujeres en los libros no hace justicia a su importancia”, reivindica Tania Verge, Agente de Igualdad de la Universidad Pompeu Fabra (UPF). “Muchos autores se apoyaban en autoras que no podían firmar y, por lo tanto, no se las reconocía. Por ejemplo, John Stuart Mill admitió que su mujer [Harriet Taylor] había sido coautora de muchas de sus obras. Esto lo sabemos hoy pero aún así no lo glosamos”, lamenta Verge.

Esta situación, según Verge, es un peligro para las mujeres -y la sociedad en general-, que se quedan sin referentes válidos y que por méritos deberían constar en los manuales: “Esta situación hace que las mujeres sean menos referencia de conocimiento y tengan menos autoridad en la producción, y se les quita protagonismo en la historia. Todo esto es muy pernicioso actualmente, sobre todo para las mujeres, si se tiene en cuenta que aprendemos por socialización y por modelos de referencia”.

Para combatir esta situación, en el propio estudio se expresa que una segunda fase del proyecto será crear una base de datos que permita intervenir en la incorporación de mujeres en los contenidos y en la adecuación del relato a los hechos. No se trata de una discriminación positiva, en palabras de López-Navajo, sino más bien de una revisión “con sentido crítico” que permita incluir a las mujeres de referencia por simple cuestión de méritos.

Las editoriales apuntan al currículum

Ante las conclusiones del estudio, las editoriales argumentan que, en cualquier caso, no son ellas las que establecen qué se debe estudiar y qué no, sino que es la Administración la que fija los contenidos que se deben impartir, y los libros se adaptan a ello. “Esto no es culpa del editor. Los filósofos estudian según el currículo oficial. Estamos condicionados por los programas educativos oficiales”, explica Antoni Garrido.

Además, Garrido va más allá de los referentes culturales y valora la presencia paritaria de hombres y mujeres en los libros. “Somos muy cuidadosos para conseguir cierta paridad”, apunta. Garrido se refiere no tanto a los personajes históricos sino a la presencia de hombres y mujeres no reales -los que aparecen en manuales de ejercicios, en narraciones, en ejemplos...-. En estos casos -no recogidos en el estudio- asegura que no hay discriminación y que, además, se trabaja para no caer en los arquetipos más tradicionales y sexistas, sobre todo en cuanto a los roles de las mujeres.

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