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Últimas horas en el mayor asentamiento de Barcelona

El asentamiento de subsaharianos en una nave del Poblenou de Barcelona, en la calle Puigcerdà, se prepara para ser desalojado. /EDU BAYER

Pau Rodríguez

Barcelona —

“Yo no me voy a quedar a ver cómo me saca la policía”, declara Eddy, un joven pintor que hace más de un año que vive y trabaja, junto con más de 200 personas, la mayoría de ellas de origen subsahariano, en la nave industrial ocupada de la calle Puigcerdà, 127, el mayor asentamiento de Barcelona. Mientras Eddy expone sus cuadros, cálidas composiciones de paisajes africanos hechas con sal y colorantes, al fondo de la nave el músico Manu Chao se prepara para cantar. Su actuación supondrá el cierre del Festival por la Dignidad, que ha servido durante todo el fin de semana para demostrar que los que viven en la nave, además de manejar chatarra, tienen también inquetudes artísticas y musicales. Pero sobre todo ha servido de punto y final a la ocupación del asentamiento, de casi dos años. Este miércoles empieza el plazo de desalojo previsto por la juez -entre el 24 y el 30 de julio- y la mayoría no están dispuestos a presenciarlo.

El público empieza a vibrar con Manu Chao al tiempo que Eddy toma un receso después de pintar algunos cuadros ante unos chiquillos que aplaudían alucinados. “Me voy a buscar la vida por mi cuenta, alguna habitación con conocidos, no lo sé”, dice este risueño artista de origen gambiano. Como muchos, vive en Cataluña desde hace casi una década, y mientras tuvo trabajo -de electricista, de jardinero, de albañil...- se pudo pagar un alquiler. Cuando se quedó sin empleo y le echaron del piso, acabó en la nave de la calle Puigcerdà por recomendación de conocidos. Ahora se gana la vida vendiendo sus obras por la ciudad a los turistas. “Me gustaría hacerme autónomo y poder pagar una parada en los mercados, pero no me llega”, se lamenta.

En ese momento se le acerca Keraba, uno de los habitantes más activos contra el desalojo, y se une a la conversación: “Muchos de los habitantes se van porque no quieren problemas, algunos tienen miedo porque no tienen papeles, y otros simplemente no queremos depender de nadie”. En una reunión reciente, en la que estuvo presente Keraba, el Ayuntamiento de Barcelona prometió no dejar sin techo a ninguno de los dealojados, “pero tendrán poco trabajo, porque cuando lleguen los Mossos ya no habrá demasiada gente para realojar”, dice Keraba.

En las últimas semanas, la Cruz Roja, que ofrece la asistencia a la nave por acuerdo con el Ayuntamiento, ha notado un ligero aumento de las peticiones de alojamiento temporal que ofrece desde enero, cuando el consistorio activó la primera fase del Plan de Asentamientos. En total, se ha dado techo provisional a 49 personas, según la entidad. Pero la cifra está lejos de los más de 200 habitantes, muchos de los cuales desconfían de las administraciones y prefieren que les dejen seguir trabajando la chatarra en su espacio.

Los vecinos denuncian que, ante la inminencia del desalojo, la Cruz Roja ha tardado en dar respuesta a algunas personas, pero la entidad responde que las salidas que ofrecen son siempre personalizadas, y que requieren cierto protocolo. En cualquier caso, el abogado del colectivo, Andrés García, lamenta que la Administración “no haya sido capaz de garantizar una solución global” a un problema de exclusión social de tal magnitud. Pero sobre todo se queja de que los alojamientos, que se ofrecen junto a programas de reinserción sociolaboral, requieren que el afectado abandone su actividad como chatarrero, algo que “nadie se puede permitir”, dice García, porque de este trabajo depende su vida y, a menudo, la de sus familias en sus países de origen.

Con todo, la situación es completamente incierta. Los activistas vecinales, que conocen a buena parte de ocupantes, no saben adónde irá la mayoría de ellos. “Si ocupan otra nave, iremos a apoyarles”, asegura Carlota Falgueras, miembro de la Red de Apoyo a los Asentamientos del Poblenou, aunque advierte que si finalmente optan por reocupar, pronto volverán a ser echados a la calle por los Mossos o la Guardia Urbana. “Y a esta nave no volverán, porque esto lo van a demoler a la mañana siguiente”, se muestra convendica Falgueras.

Los objetivos: evitar un desalojo violento y tramitar papeles

Los objetivos: evitar un desalojo violento y tramitar papelesDesde las entidades vecinales hace tiempo que entablan conversaciones con las distintas administraciones competentes para garantizar una transición “lo menos traumática posible” para los inquilinos, en palabras de Falgueras. Descartada la opción de ofrecer resistencia al desalojo, el primer objetivo de los vecinos es que el operativo policial se salde sin incidentes, porque en el recuerdo de todos está el desalojo de la nave de la calle Sancho de Ávila, el pasado mes de enero, por el que once Mossos están imputados por presuntas agresiones.

El segundo objetivo de las entidades es ayudar a los habitantes a tramitar las solicitudes del certificado de arraigo social, el primer paso -competencia del Ayuntamiento y la Generalitat- para que luego puedan obtener un permiso de residencia y trabajo de un año. La Delegación del Gobierno ya anunció que no daría el permisos temporales de trabajo solo con motivo del desalojo. Sí que se comprometió, sin embargo, a no enviar a nadie al Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de la Zona Franca.

Los vecinos también han querido asegurarse de que los alojamientos temporales posteriores al desalojo no serán una salida “de sólo unos días”, en palabras de Falgueras. En este sentido, la activista asegura que han arrancado el compromiso del consistorio de que el techo que se les ofrezca sea al menos hasta finales de agosto.

Lo que no han podido solucionar los ocupantes es qué hacer con la enorme cantidad de material, la mayoría chatarra, que acumulan en los múltiples almacenes de la nave, y que en muchos casos es fundamental para su trabajo. Un trajín constante de carros llenos de chatarra, furgonetas y gente cargada con objetos de todo tipo acompaña la música de Manu Chao.

Alerta ante el desalojo de la nave de Pere IV

Alerta ante el desalojo de la nave de Pere IVAdemás de la finca de la calle Puigcerdà, otra nave ocupada en el mismo barrio, en este caso en la calle Pere IV, donde malviven unas 30 personas, se enfrenta también a un desalojo inminente. Los vecinos aseguran que han podido saber que la actuación tendrá lugar este martes. Las autoridades, tanto los Mossos como la Guardia Urbana, no han querido confirmarlo a catalunyaplural.cat, pero los vecinos ya han activado todas las alarmas.

“Se trata de una estrategia del Ayuntamiento para acabar con los asentamientos de una vez por todas y de golpe”, opina Falgueras. Ante esto, el barrio augura una semana de movilizaciones. Todavía están pendientes de una asamblea esta tarde para concretar su reacción a los desalojos, pero muy probablemente será en forma de manifestaciones, “hasta que las palabras y promesas se traduzcan en hechos”, sentencia García.

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