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Vicente Valero escribe un relato íntimo sobre los niños de la Transición

Vicente Valero escribe un relato íntimo sobre los niños de la Transición

EFE

Madrid —

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El escritor ibicenco Vicente Valero se mueve muy bien entre el lenguaje poético y el narrativo, y tras su éxito con sus dos primeras novelas “Los extraños” y “El arte de la fuga” vuelve con “Las transiciones”, un relato con el retrovisor puesto para bucear en la infancia de los niños de la Transición.

“No se trata de un libro sobre la Transición sino que hablo de lo que yo veía, y la gente de mi generación, en los mayores, en los adultos, en lo profesores y en los amigos de nuestros padres, de cómo iban cambiando y transformándose por momentos ante lo que iba sucediendo con el cambio”, explica Valero a Efe (Ibiza, 1963).

Publicado por Periférica, “Las transiciones” es una novela intima sobre la vida de cuatro jóvenes amigos que crecen en la España tardo franquista, en Ibiza, en un ambiente burgués, católico y franquista, en el que viven la muerte de Franco sin tener conciencia de nada pero con felicidad, porque ese día no tuvieron que ir al colegio.

La novela discurre en dos planos, la mirada de recuerdo del narrador hacia ese momento de sus vidas y 20 años después, cuando la muerte de uno de ellos les ha reunido en su entierro.

Se trata de una narración sobre la adolescencia de toda una generación, la del autor,la de Vicente Valero nacido en Ibiza en 1963, que nació a la libertad, sin saber mucho que no la había tenido, hasta que empezó a tomar conciencia de ello muy rápido, y a vivir de pronto de otra manera.

“Nosotros no sabíamos nada y no teníamos conciencia política de nada. Son los mayores y a través de ellos como nos concienciamos de la Transición, al ver, por ejemplo, como los colegios van cambiando de actitudes; y de alguna manera hubo una crisis de autoridad general y de eso nosotros fuimos los beneficiados”, subraya el autor de “Canciones del distraído”.

Pero la novela de Valero va más a allá del retrato de una época y por ella pasa todo un río interno de emociones pausadas pero definitivas sobre la amistad de un grupo de críos que descubren lo prohibido, como, por ejemplo, las revistas porno que guardaba el padre de uno de ellos y que les lleva a tener problemas con los curas de su colegio.

“Unas revistas que luego a los pocos años estaban en los quioscos y se vendían como otras y que se empezaban a ver tan normales como el destape y el porno en el cine. Todo eso fue como la sinfonía de nuestra adolescencia”, precisa el autor.

Y haciendo cierta la idea de Rilke sobre que la infancia es la patria de cada uno, o apoyando lo que también decía Max Aub de que cada cual es de donde ha hecho el bachillerato, el libro de Valero mete al lector en las relaciones de la infancia y adolescencia como alimento y sustento.

“Las amistades de niño de infancia son peculiares y se pueden comparar con los grandes descubrimientos de la vida y a las cosas importantes que vas descubriendo y resulta en ese momento impensable que estas no sean para siempre. Las amistades de la infancia son como conversaciones interrumpidas”, argumenta Valero.

La muerte -así como el silencio- también tiene un paso definitivo en estas páginas, como otro elemento que se dio para una generación que conoció también las consecuencias de caminar por el lado del riesgo.

“Fue como si a la sociedad le hubieran quitado los grilletes -explica Valero- y entonces dijimos: vamos a experimentar y vamos a ver qué pasa”, precisa Valero al tiempo que recuerda una frase que se oía mucho en aquella época: 'no confundías la libertad con el libertinaje'“.

En aquel momento nosotros, como en mi caso, que viví en un ambiente burgués de derechas y católico, no sabíamos nada del pasado de los mayores o de la gente que nos rodeaba. Yo no conocía a nadie antifranquista pero la Transición movió muchas cosas e hizo que algunas personas que te rodeaban fueran más interesantes al conocer su pasado, como el caso del abuelo de uno de los protagonistas“, subraya,

Vicente Valero, que acaba de publicar también una antología de su poesía “La cuarta persona del plural”, en Vaso roto, quiere seguir con este proyecto sobre la época de Transición que ha iniciado con “Las transiciones” y escribir dos libros más pero con diferentes puntos de vista.

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