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¿Está la imagen por delante de la idea?

La réplica infiel: Mladen Stilinovic

J.M. Costa

Cuando las exposiciones presentan contradicciones y paradojas y si estás surgen de forma casi necesaria de la misma idea que las hizo nacer, parecen hacerse más humanas, más vivas. Hay ya suficientes cosas con pretensiones de certezas cerradas, con vocación monumental. La réplica infiel es paradójica en ese buen sentido.

La exposición se sostiene en dos ideas: la forma fluida como se ha gestionado esta exposición que explica Nuria Enguita en el catálogo y lo que podría resumirse como poner la imagen delante de la palabra, tesis ya incluida en Didi Huberman o Foucault y que Nacho París pone muy bien al día. Los artistas también escriben y con diferentes formas de expresión explican perfectamente la razón de lo que hacen.

Lo cual conduce de entrada a la primera paradoja. Para una exposición que pretende (re)establecer la primacía de la mirada, si uno quiere entenderla de forma cabal lo mejor es recurrir al catálogo. De lo más interesante y legible, pero en cuya misma portada aparece el siguiente texto:

La réplica infiel se interroga sobre la compleja relación que el arte establece con su materialidad, planteándose de qué manera se encarna el pensamiento en la obra, en el objeto, en la acción o en el cuerpo, resistiendo tanto a la promesa implícita en la idea, como a las tensiones e incertidumbres generadas por su inserción en las instituciones, los rituales de la cultura y los órdenes de lo real y lo posible”.

Esta frase-párrafo tiene bastante sentido y utiliza un lenguaje inteligible. Pero es lo que suele llamarse un tocho que figura de manera prominente, como para abrir boca.

En cierta forma esta paradoja reside en el tránsito entre el mundo del que se parte, el llamado del arte y al que se quiere llegar, personas interesadas pero rechazadas en muchas ocasiones por la primacía de una idea que no suele encarnarse en las obras de forma explícita. Una situación que puede degenerar en estupor y, a medio plazo, en desinterés.

Dicho todo lo cual La réplica infiel tiene un contenido muy claro: la relación con lo real, con el mundo que nos rodea. Unas veces de forma más oblicua y otras más directa. Vaya por delante que esta exposición no son solo obras, sino también performances desarrolladas en el tiempo. Hay un flickr donde uno puede hacerse una idea. El ideal para recoger unas acciones puntuales e integrarlas en la misma exposición, sería el video, que los hay, pero esta es otra discusión.

Entre lo expuesto no domina ninguna estética determinada y las aproximaciones son muy diferentes. Hablando de performance, la instalación de Anna Opermann, Sucedáneo de problema a través del ejemplo de las judías verdes es como un altar-rincón en una casa o estudio, con textos de orden subjetivo, que incorpora fotos grandes de algún otro montaje de la misma obra y cuyo tema recurrente son las judías verdes. Esto que suena un poco raro resulta bastante conmovedor, se siente la presencia de la artista, su rastro. En el catálogo, explica su método. Que también se refleja en unos dibujos que están muy bien y llenos de texto… en alemán. Aun así, es como ver una mente contemplando su propio funcionamiento en respuesta a lo exterior.

Isaías Griñolo es mucho más directo. Su materiales para un friso poético_documental que se subtitula (mapa del dolor impuesto del 13.09.15 al 21.12.15). Con ellos está dicho casi todo, los desahucios, la violencia policial, la mentira de la política dominante, el abuso, el robo continuado de lo público. Una instalación compuesta por todo tipo de materiales, desde un sofá desvencijado a vídeos casi documentales. Muy contundente todo, por así decir.

Resulta imposible hablar de todas la obras, aunque tampoco parece una exposición demasiado abigarrada. La sensación es que los grados de relación con la realidad son muy fuertes, como las fotos desde el tren de Teresa Lanceta o más lejanas, como la Ausencia Blanca de Mladen Stilinovic. Hay artistas que no escriben en el catálogo, de nuevo de forma muy paradójica en el caso de Anna Boghiguian, que usa textos con profusión en su obra, pero también títeres o un corredor de colmenas cuyo motivo tiende a olvidarse ante la experiencia del olor de la cera en forma ambiental, como ya hizo en los años 80 el alemán Wolfgang Laib.

Otro trabajo muy interesante en relación directa con la muestra es el de Xisco Mensua, que originalmente era uno de los comisarios. En un trabajo a todas luces muy penoso presenta decenas y decenas de dibujos en grises con una imagen (las hay de diferentes tipos, desde e reproducciones de fotografías a tumbas o calles) referidas a diversos pensadores de los cuales suele incluirse un texto. Celan, Saint Just, Freud, Bataille, Dante, Salinger, Mendieta… Referentes culturales de todas las épocas. Historias de Arte y Poesía resume bien el motivo de esta exposición. Una forma que contiene la idea de manera digerible para los interesados.

La lista de artistas es larga aunque no excesiva y con una presencia natural de mujeres. Saskia Calderón, Sunah Choi, Bojana Cvejic, Virginia de Medeiros, Carla Filipe, Julio Jara, Xavier Le Roy, Laurence Rassel, Inmaculada Salinas, Mladen Stilinovic, Willy Thayer, Scarlet Yu o Jaume Marco, por mencionarles a todos, nombres que tampoco son de lo más rutilante y famoso pero hacen un trabajo de buen nivel, a veces muy bueno. Otro hecho que justifica una exposición que intenta salir del ensimismamiento del arte. Lográndolo de forma incompleta, porque para llevarlo a su conclusión lógica, son los artistas quienes deberían reprogramar un poco su chip creador. Pero se está en ello.

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