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Las placas y calles del Franquismo

Javier Caro

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La primera vez que vi un colegio con el nombre de Primo de Rivera, creía que el singular nombre del centro se debía a la muy desafortunada casualidad de que en Crevillente hubiera existido un hombre con el mismo apellido que el dictador, pero no, no era el caso, sino que se mantenía el nombre del colegio pese a la Ley de Memoria Histórica. Tal vez la gente de Crevillente se había acostumbrado a semejante deshonra, y no le prestaban más atención, pero los que no estábamos muy acostumbrados a ver tal despropósito, nos quedamos de piedra caliza. Todavía en pleno siglo XXI existía un colegio con ese nombre.

Aunque la anécdota, que no por ser desagradable no deja de ser también curiosa, fue algo que pensaba puntual, de un sólo municipio, tal vez por dejadez de sus funciones o por amor a una forma de mandar en España. Pues no, me equivocaba. Ciudades que se las dan de progres y modernas en sus instituciones, también están afiliadas a la desmemoria de un parte de la historia nacional. Honran a dictadores y no sufren remordimientos en ellos, porque evidentemente si lo hicieran, al coger el báculo del poder Rita lo habría quitado ipso facto.

En 1942 la ciudad de Valencia, Medalla de oro de la ciudad a Francisco Franco. No sorprende que en aquella época las ciudades tuvieran que inventarse honores para con los dictadores de medio pelo o que les regalaran los oídos con poesías a sus grandes dotes en esto o aquello. Lo que sorprende y sonroja es que ahora sea cuando se vayan a retirar esos honores y no antes. En Valencia no sólo ha gobernado el PP, ni tampoco ha sido el único gobierno que a tenido cierto poder, sino que los tres alcaldes de la ciudad socialista parece que tampoco debieron en su momento ver muy importante que Franco, ese genocida y dictador que había matado a cientos de miles de españoles y había encerrado en la cárcel o enviado a trabajos forzados a otros tantos de ciudadanos, tuviera honores en la capital. Tal vez se les olvidó. Sólo tuvieron doce años para que alguno de sus asesores les comentasen que había llegado el momento de quitarlo, aunque fuera por vergüenza, pero no.

Ahora el Pspv, Compromís y Eu se han unido para que al caudillo se le retiren honores, se han unido y han conseguido que en año electoral se le quite tan ignominioso honor. Aunque llevan con la propuesta desde 2007.

Valencia es casi un museo de calles que homenajean a personas que estuvieron en el régimen dictatorial Franquista, de ello Barón de Cárcer fue el primer alcalde de la Valencia ocupada. Y ya en aquella época los cargos eran nombrados a dedos, ese fue su caso, y con él llegó la desaparición de la democracia municipal. Un hombre listo, pues se otorgó a sí mismo calle y honor. Y cómo no, los alcaldes del PSPV y el PP, pues se les debió olvidar ese detalle que no subsanaron. Calles como al General Urrutia o al hermano del dictador, el Comandante Franco, personaje histórico, pues bombardeo la ciudad que estúpidamente le mantiene el nombre de la calle. Pero no solamente están en esos honores los vestigios del Franquismo, cualquiera los puede ver en cualquier edificio, con esa pintada tan marcial “a los caídos por Dios y por España”

Valencia puede descansar un poco más tranquila, hay un dictador menos con honores. Quizás los políticos de ahora se preocupen más por el bienestar psicológicos de sus conciudadanos, porque está claro que nadie puede estar del todo conforme cuando su ciudad le mantiene honores a alguien que tal vez mató a algún antepasado suyo. Todo apunta a que entramos en una era donde los políticos tienen que ser más sensibles a los problemas de sus votantes y no votantes. Y estos honores siguen siendo un problema real en nuestras ciudades y pueblos. Y quizás sea porque ahora hay una nueva forma de hacer política o porque en realidad existen más medios de comunicación libres, las redes sociales y la información a través de diversos portales. Seguro que antes la gente daba por hecho que al morir Franco y restaurarse la democracia, los honores, calles, placas y demás parafernalia del régimen iba a desaparecer, pero se equivocaron porque la transición no limpió por completo nuestra nueva vida, no era una tábula rasa en cuanto a política, sino que aún quedaban vicios del pasado. Ahora la información levanta ampollas entre los ciudadanos, subleva sus pensamientos, inadmitiendo que su ciudad esté mancillada de tal forma. La verdad es que no deseo pensar que estas muestras de consideración por parte de los consistorios son en realidad un lavado de cara pero, ¿a qué partido le va a afectar quitar honores a alguien con tan mala prensa como Franco?. Eso por descontado no resta votos, sino que suma. El accidente del metro, los barracones o la destrucción progresiva de la libertad, eso puede quitar votos, pero pocos, y en en el fondo sí que implica un verdadero cambio de praxis.

Todavía cuando paseo por Crevillente y veo el colegio con el nombre de Primo de Rivera, pienso que en algún lugar de España seguro que existe un hombre con ese apellido que sí se merece esa placa, aunque sea sólo por ayudar a cruzar calles a los ancianos. Por cierto, también le han retirado “El Bunyol de Diamants”, máxima distinción fallera y que fue creada exprofeso para él.

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