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Cuarenta años de las 'becas Erasmus' de comercio exterior

Empresas españolas de moda en una feria Seúl. / Foto: EFE

Marta Garijo

Doce años antes de que naciera el programa Erasmus, España ponía en marcha un programa de becas para formar a los futuros expertos de comercio exterior. Era 1975 y la Dirección General de Exportaciones del Ministerio de Comercio creaba este proyecto dentro del Plan de Fomento a la exportación. Unas becas que fueron asumidas, y popularizadas, posteriormente por el Instituto de Comercio Exterior (Icex) tras su creación en 1982. En un momento en el que los estudios en el extranjero no eran tan frecuentes, este proyecto permitía a licenciados españoles formarse en una oficina comercial de España en el extranjero con el objetivo de potenciar la internacionalización del tejido empresarial español.

“Fue una experiencia estupenda”, recuerda Álvaro Simón, que fue becario en Tokio en 1982. En aquel momento eran una veintena de becarios repartidos en diferentes oficinas comerciales de España en el extranjero. “Me interesaba el comercio exterior y por eso me presenté a las pruebas”, añade al explicar cómo llegó a Japón en un momento en que las empresas españolas tenían poca presencia en aquel país.

Desde que comenzó el programa han pasado por él más de 5.000 becarios, entre los que hay algunos conocidos como el actual ministro de Industria José Manuel Soria. Paralelamente, la estructura de las becas ha ido evolucionando hasta componerse actualmente de un Máster Universitario en Gestión Internacional de la Empresa -que forma parte del proceso de selección-, seguido de un año en una oficina comercial de España en el extranjero más la posibilidad de una segunda fase en una empresa española.

Desde las primeras decenas de becarios se fue produciendo un incremento de las plazas anuales conforme pasaban las ediciones, aunque el programa también se ha visto afectado por la crisis tanto en número como en las dotaciones de las becas. Así, en 2013 se ofertaron 190 plazas de la primera fase (la que se desarrolla en las oficinas comerciales) frente a las 240 de 2008 y se pasó de un suelo en la dotación de 24.000 euros anuales a 21.000 euros -que se incrementa en función del destino y el coste de la vida en cada país-. La máxima dotación en 2015 fue Tokio con 47.000 euros. Estas prestaciones se miden por el coste de la vida en el destino y el cambio de divisa. A mediados de la década pasada eran varios los destinos con dotaciones por encima de los 40.000 euros pero ante la fortaleza del euro y las restricciones presupuestarias se ha reducido con fuerza la cuantía de las becas (Nueva York ha pasado de 48.000 euros en 2003 a 35.000 euros en 2015). Una muestra de la reducción de presupuesto que ha vivido el propio organismo desde los 229 millones de euros de 2007 a los 83 millones de 2013.

Experiencia internacional

“Sin el paso previo como becario de Icex mi camino hubiera sido muy diferente. Probablemente no habría comprendido la necesidad a la vez que la oportunidad de abrir caminos comerciales internacionales y descubrir que nuestro mundo es muy grande. Para alguien como yo de Badajoz, Icex me abrió la mente al mundo”, explica Samuel Pimentel, director gerente de Ackermann Beaumont Group, que fue becario en Tel Aviv en 1993 en un momento en el que todavía no existía la fase en empresas. “Tras terminar los estudios universitarios estaba realmente interesado en conocer otras culturas y realizar una labor que me permitiera poner en activo todo lo aprendido en la universidad en un entorno internacional, hablo varios idiomas, tenía un máster en comercio exterior y había tenido otras experiencias en el extranjero, el Icex fue el objetivo desde que me enteré de la existencia de las becas”, explica al comentar cómo llegó hasta las becas.

El objetivo final de este programa es potenciar la presencia de empresas españolas en el exterior tanto a nivel de exportaciones como de implantación en diversos países. Este es el caso de Ana, que tras su paso por la oficina comercial de España en México DF, trabaja actualmente como representante de una pyme en el extranjero. “Puedo decir que sigo aplicando lo que aprendí en la beca. Siento que especialmente la experiencia en el extranjero es muy valorada por las empresas, pero sobre todo la disponibilidad de vivir en otro país”, apunta.

Desde el lado de la empresa, el presidente del Club de exportadores, Balbino Prieto considera que estas becas “un extraordinario programa”. “Primero tienen una formación específica sobre economía y luego un año en una oficina comercial. Son gente joven con una gran especialización”, dice y asegura que por su empresa (una consultora de exportación y riesgos por países) han pasado varios becarios de segunda fase.

Por su parte, Simón explica que tras su paso por Tokio estuvo unos años trabajando en banca internacional en España hasta que en el año 1993 comenzó a ocupar el cargo de director del centro europeo de empresas e innovación de Málaga. En los últimos cuatro años, explica, además de sus funciones como incubadora de empresas el centro ha apostado por la vertinente de la internacionalización de empresas. “Son más necesarias que nunca porque una vez que las empresas grandes están fuera hay que ir bajando a las pequeñas compañías y a las micropymes. Hay otros países que nos llevan ventajas con programas adaptados a este tipo de empresas”, señala al hablar de la importancia de este programa.

Margen de mejora

Entre los becarios consultados la opinión mayoritaria es positiva respecto al programa aunque también existen matizaciones y aspectos que consideran que se pueden mejorar. “Si tengo que definirlo con un adjetivo diría que agridulce”, apunta Carolina respecto a su valoración de la beca. “El contenido del máster me pareció muy interesante, pude poner en práctica muchas cosas aprendidas en la carrera y aprender otras materias más específicas de comercio internacional. Creo que la formación es muy completa, el nivel de exigencia muy alto y que los alumnos que terminan el máster están muy preparados para el mercado laboral. Sin embargo las prácticas en ofecomes (el acrónimo de Oficina Comercial) son una lotería. El éxito no depende de las ganas del becario sino de la oficina y del personal de la misma -principalmente del consejero/agregado en cuestión-”, señala al hablar de su experiencia.

El proceso de selección es uno de los aspectos que algunos de los becarios consideran que podría cambiarse. “Como todo proceso de selección es mejorable, pero al menos cuando a mi me tocó creo que tenía elementos rescatables, como el hecho de ser diferentes pruebas para definir diferentes competencias. Creo que en la medida en que los procesos se puedan hacer lo más anónimos posibles es mejor. Además creo que es necesario incluir en el proceso de selección acciones para garantizar la diversidad y hacer de la oportunidad de formación sea accesible a todas las personas. Considero que la preparación para los destinos y perfiles se podía ampliar y mejorar”, apunta Daniel, que fue becario en la oficina de Buenos Aires. “Creo que sería bueno que se profundizase en el programa en los impactos de las acciones de las empresas y de las políticas comerciales y económicas sobre el medio ambiente, el desarrollo y los derechos humanos la sostenibilidad a largo plazo es fundamental para todas las personas y creo que eso falta totalmente”, añade.

Junto con las becas de comercio exterior -que conforman el grueso de los becarios- el organismo durante varios años ofrecía una quincena de becas enfocadas a la comunicación y otras enfocadas a un perfil informático que posteriormente se han terminado integrando dentro del programa general. De esta forma, en 2013 los becarios de primera fase ascendían a 190 del perfil de comercio exterior junto con 44 becarios de perfil informático. Al año siguiente la división de perfiles se eliminó y en total se ofrecieron 235 becas de perfil de comercio exterior, según consta en la memoria del organismo. La unión de perfiles ahorra costes, ya que únicamente se realiza un proceso de selección y un único curso formativo.

La evolución de plazas para las convocatorias abiertas actualmente parece que va en aumento. En 2016, el Icex ofrece un máximo de 235 becarios y 260 plazas para 2017. En cada edición, no obstante se presentan mile de candidatos que pagan tasas por pasar el examen inicial. El incremento de las becas ha sido paralelo al ligero aumento del presupuesto del organismo, que en 2014 ha repuntado hasta los 84 millones de euros.

NOTA: La redactora y la editora de la información han sido becarias Icex.

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