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El fiscal comienza a pedir a los consejeros de las black que justifiquen los gastos

Rodríguez Ponga dice que su tarjeta era remuneración que no debía justificar

Belén Carreño

Han tenido que pasar varias sesiones del juicio de las black hasta que el fiscal, Alejandro Luzón, ha podido entrar a indagar en los gastos realizados por las tarjetas. La brecha se ha abierto en el momento en el que los acusados han empezado a declarar que usaban las tarjetas como “gastos de representación”. Esto ha permitido a Luzón inquirir sobre gastos en restaurantes, supermercados o disposiciones hechas en fin de semana o durante la noche, algo que se habían ahorrado Miguel Blesa o Rodrigo Rato que han mantenido todo el tiempo que los plásticos formaban parte de su salario.

La veda sobre este tipo de preguntas la ha abierto hoy Estanislao Rodríguez-Ponga, exsecretario de Estado de Hacienda durante el Gobierno de José María Aznar. Rodríguez-Ponga ha asegurado que los gastos eran una “remuneración en concepto de gastos de representación”. Según esta teoría, los gastos compensaban las actividades que realizaban como consejeros pero a la vez eran de “libre disposición”. Eran una forma de “movilizar parte de la retribución”, en palabras de Rodríguez-Ponga.

Según este experto fiscalista, estas tarjetas servían entonces para representar a la empresa pero a la vez no se exigían justificantes porque se transformaban en parte de la remuneración que tenían.

A esta teoría se han apuntado los otros dos acusados que han declarado en el primer turno de la mañana. Antonio Romero (nombrado en su día por el PSOE) y Ricardo Romero de Tejada (del PP). Con mejor o peor éxito, los tres han aducido que las tarjetas eran este híbrido entre remuneración y gastos de representación.

El fiscal Luzón les ha preguntado a los tres por la justificación dentro de “gastos de representación”, que tenían estos gastos. Especialmente duro ha sido con Romero de Tejada, al que le ha preguntado directamente por sus gastos en Hipercor (en total, gastó casi 100.000 euros en El Corte Inglés y sus filiales), en el Parque Warner o en el Restaurante La Pondala. Rodríguez-Ponga escuchó la retahíla de extractos en silencio y se limitó a asegurar que no reconocía como válido el documento excel del cual se habían extraído estas informaciones. Luego, a preguntas de su abogado, sí reconoció haber efectuados esos cargos “a su antojo” ya que la tarjeta formaba parte de su retribución.

Menos detallista fue con los gastos de los otros dos consejeros, que justificaron los gastos de forma muy similar, dentro de que estaban incluidos en su retribución como consejero. En un momento determinado, Romero de Tejada ha defendido lo “adecuado” de sus gastos ante lo cual ha salido rápido Luzón a preguntar porqué podía haber un uso adecuado o inadecuado de su sueldo.

Antonio Romero usó la tarjeta una vez que salió del consejo de Caja Madrid porque “así se lo indicó” el secretario del consejo que era costumbre. Romero de Tejada concordó también con los otros dos acusados en que lo único que se les dijo al entregarles la tarjeta es que vigilaran los límites, pero que lo podían gastar en lo que quisieran.

Ante la diferencia de que algunos podían extraer los cajeros y otros no, los acusados dijeron no saber dónde radicaba esta trato desigual. Rodríguez-Ponga tampoco supo aclarar porqué tenía unos límites superiores al resto ni porqué las cantidades que gastaba, según los extractos no coincidía con los límites puestos oficialmente.

El fiscal le ha acorralado en un momento determinado preguntándole que cómo se puede gestionar una retribución opaca, a la que ni siquiera el usuario tiene acceso (no podía consultar los extractos) y que hace que se pueda no usar todo el límite o que se use indebidamente. Rodríguez-Ponga se ha limitado a decir que era la costumbre de la caja.

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