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Un blog sobre leyes y tecnología por y para iLetrados digitales. Derecho para todos los públicos de la mano de Jorge Campanillas, Marina Franganillo, Miriam García, David Maeztu, Jorge Morell, Andy Ramos, Ruth Sala, Alejandro Sánchez, Alejandro Touriño y Roberto Yanguas.

La Constitución escrita con 'emojis': el reto de hacer leyes que se entiendan

El artículo 18 de la Constitución con 'emojis'. ¿A que entran más ganas de leerlo?

Jorge Morell

Si hay una máxima jurídica ampliamente conocida en el sector legal (y más allá) es la famosa “la ignorancia de la ley no excusa de su cumplimiento”, recogida en el artículo 6.1 del Código Civil.

Tal regla lleva mucho tiempo entre nosotros. Es lógica e incluso relativamente fácil de entender. Ahora bien, puede que un ciudadano no ignore la ley, sepa que existe, pero ¿y si no la entiende? No sería raro. Al fin y al cabo, en el sector jurídico hablamos muchas veces en 'legalés', un idioma propio que en ocasiones ni tan siquiera los juristas comprendemos.

“Si no la entiende, consulte con un profesional”, responderán muchos. Cierto, y en numerosas ocasiones será la mejor opción, pero ¿siempre? No nos engañemos: la grandísima mayoría de las normas jurídicas está fuera del alcance del ciudadano de a pie, por contenido, estructura y localización.

Partiendo de ahí, ¿pueden hacerse leyes más simples, útiles, comprensibles y agradables que las actuales? Hay iniciativas muy interesantes en ese sentido. Por ejemplo Clarity, una asociación internacional que promueve el lenguaje jurídico sencillo; o Legal Information Design Network, que propugna el “diseño legal” como una necesidad del legislador actual. El objetivo es conseguir una 'beautiful law' (una ley hermosa) mediante la aplicación del diseño (nuevo lenguaje, visualizaciones, diagramas o un reenfoque de la sistemática) al desarrollo normativo.

Leyes visuales

Casi el 90% de la información transmitida a nuestro cerebro llega por vía visual. De hecho, podemos procesar información visual 60.000 veces más rápido que la textual. Sin embargo, el derecho es texto y punto. Además, no cualquier texto.

Usando una herramienta sencilla como Textalyser, que permite medir la complejidad, densidad y legibilidad de un texto, podemos comprobar como en una escala de 0 a 100 (siendo 100 un texto con legibilidad sencilla, 0 muy difícil), la Constitución Española saca una nota negativa de -9,9. Igual ocurre con la Ley 30/1992, del régimen jurídico de las AAPP y el procedimiento administrativo común, que obtiene una nota negativa de -13,4. Es decir, dos normas importantes usan únicamente el texto como medio para transmitir la información y además no son especialmente legibles para el ciudadano medio. Por tanto, aunque sepan que existen esas normas, no las pueden comprender ni a un mínimo nivel por sí mismos.

De hecho, que el lenguaje jurídico es complejo lo sabe el Ministerio de Justicia, que a finales de 2009 constituyó una comisión para la modernización del lenguaje jurídicocomisión para la modernización del lenguaje jurídico. Por ahora, no da la sensación de que su informe se haya tenido en especial consideración. También el gobierno del Reino Unido está interesado en la materia. De ahí que el año pasado publicara un estudio sobre cuál es el mejor modelo de desarrollo y presentación de una norma pensando en el lector. Es decir, los tests A/B aplicados a una ley.

¿Un ejemplo de otra forma de hacer las cosas? Esta visualización de la Convención de las Naciones Unidas sobre los contratos de compraventa internacional de mercancías (comparen con la versión 'normal'). Con el texto imprescindible, mucho más clara y visual, además de estructurarse desde el punto de vista de preguntas sencillas del interesado (para quién es la ley, cuáles son las obligaciones del vendedor o cómo se crea un contrato) y no sobre cuestiones en ocasiones demasiados abstractas (como “la conformidad de los bienes”).

Nadie dice que este formato deba reemplazar por sistema a la norma clásica (aunque sería interesante redactar una norma únicamente así), pero sí que sea el complemento que necesariamente acompañe a la versión detallada para profesionales del sector. Un complemento que permita al usuario medio, si quiere, conocer de forma sencilla de qué va esa ley y cómo le afecta.

Por otro lado, ¿puede visualizarse una ley? De hecho, ¿sirve para algo? Que se lo pregunten a Jaques Verrier, que creó una visualización interactiva de la evolución del Código Civil francés desde 1804 a 2012. Con ella, por ejemplo, pudo ver cómo en la segunda mitad de siglo se había producido un mayor desarrollo del derecho de familia, justo en la misma época en que los movimientos sociales por la igualdad de género surgieron con más fuerza.

Otro ejemplo interesante de 'open data' legal es la región de Piemonte (Italia), que de forma muy visual informa de la evolución normativa de la región, el efecto de las enmiendas, su número o interrelación, entre otros aspectos.

También hay quien no se conforma con eso de crear una ley más “bella”, como es el caso de la jurista Margaret Hagan y su Law Dojo, una web que trata de explicar las leyes a los no iniciados a través de metáforas y analogías visuales o incluso aplicando la 'gamificación' al mundo normativo.

Un ámbito legal en el que pueden apreciarse ciertos esfuerzos por simplificar es, aunque parezca mentira, el de los términos y condiciones. Hay considerables e interesantes ejemplos: Facebook y su reciente política de privacidad, Google y su privacidad anotada, Pinterest y su política de uso aceptable visualizada o LinkedIn y su política de privacidad en vídeo.

En conclusión, la ignorancia de la ley no excusa de su cumplimento, pero la complejidad de la misma tampoco debería excusar de un esfuerzo por hacerla comprensible para el común de los mortales. Hoy por hoy, estamos en esa fase.

¿Quiero eso decir que veremos algún día leyes con 'emojis'? Quién sabe. Tampoco sería una locura que la traducción de una norma desde el 'legalés' a algo más comprensible los incluyera, ¿verdad?

Sobre este blog

Un blog sobre leyes y tecnología por y para iLetrados digitales. Derecho para todos los públicos de la mano de Jorge Campanillas, Marina Franganillo, Miriam García, David Maeztu, Jorge Morell, Andy Ramos, Ruth Sala, Alejandro Sánchez, Alejandro Touriño y Roberto Yanguas.

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